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Festival de San Sebastián 2006

Festival San Sebastián 2006

Festival de San Sebastián 2006: Buen nivel de la sección oficial de la 54 edición de un Festival que recupera vitalidad, con una significada presencia de la comedia.

Marisa Paredes, con aires de La dama de Shangai, fue la imagen de la 54 edición de un Festival que pretendía borrar la baja impresión dejada en años anteriores y que anunciaba, en palabras de su director Mikel Olaciregui, una selección de películas «digna y competitiva».

A dicha selección habrá que atribuir un hecho que llama poderosamente la atención por infrecuente, y es que de las cinco películas premiadas por el jurado de la sección oficial, tres de ellas son comedias y hay una cuarta, Half moon, que se encuentra también próxima al género.


Hablamos de Delirious, la ganadora de la Concha de Plata al mejor director y del premio del jurado al mejor guión; de Vete de mí, por la que el actor Juan Diego se hizo con la Concha de Plata al mejor actor, y de El camino de San Diego, premio especial del jurado.

El camino de San Diego (2006)

Delirious es la propuesta del realizador norteamericano Tom DiCillo, una comedia sobre la fama y sus avatares. Irónica, fresca y original, en ella destaca el trabajo del gran Steve Buscemi encarnando al desafortunado paparazzi Les Galantine.

Vete de mí, único premio para el cine español, es una comedia convencional sobre intercambio de roles, hecha a base de buenas interpretaciones. La inmadurez se convierte en la protagonista principal de una cinta que arranca bien, pero que va perdiendo fuerza según avanza.

El camino de San Diego, una historia sobre la admiración argentina por Maradona, supone el cuarto premio para Carlos Sorín en el Zinemaldia. Comedia costumbrista en la línea de Historias mínimas y de Bombón (el perro), con actores no profesionales que componen un entrañable retrato humano.

Segunda Concha de Oro para Ghobadi

También hay trazos de comedia en Half moon, la cinta que se ha hecho con la Con­cha de Oro, compartida con la francesa Mon fils à moi. Half moon narra con precisión y elegancia el viaje de Mamo, un músico kurdo que tras la caída del régimen de Sadaam Hu­­ssein decide dar un concierto en el Kur­distán iraquí. Ghobadi da muestras del poderoso estilo visual que ya le hiciera merecedor en 2004 de la Concha de Oro por Las tortugas también vuelan. En esta ocasión se hizo además con el premio del jurado a la mejor fotografía.

La selección de las películas de la sección oficial demuestra que la hábil combinación de la comedia con el resto de géneros cinematográficos puede producir resultados interesantes.

Así pudimos ver The tiger’s tail, coproducida entre Gran Bretaña e Irlanda, en la que dos hermanos gemelos son separados al nacer de tal suerte que, con el paso de los años, uno de ellos intentará suplantar la identidad del otro. El veterano realizador John Boor­man presenta un thriller con toques melodramáticos y cómicos, que si bien es escasamente original en su planteamiento se sigue con interés.

En la misma línea está la japonesa Hana, sobre un samurái venido a menos que debe trasladarse a Edo para vengar la muerte de su padre. Hermosa realización que resuelve con habilidad y simpatía el problema del protagonista, pero sobre la que pesa cierta lentitud y dispersión, además del algunos recursos algo chuscos.

Comedia es también Sleeping dogs lie, del norteamericano Bobcat Goldthwait, de buenas interpretaciones y hábiles diálogos, sobre una joven que ve cómo su mundo se desmorona cuando confiesa a su prometido un episodio de zoofilia ocurrido años antes. Un desarrollo desproporcionado que termina en un superficial alegato de la insinceridad como remedio para una sociedad demasiado hipócrita.

Además pudo verse fuera de concurso el último experimento de Lars von Trier, una singular comedia de sarcásticos diálogos titulada The boss of it all, con la que el cineasta se renueva con un nuevo concepto de rodaje: la automavisión.

Pequeña Miss Sunshine (2006)

En Zabaltegi se pudieron ver otras comedias como El diablo viste de Prada y Little Miss Sunshine, que fue premio del público. Larga lista para estar hablando de un festival de cine, muchas veces tan sesudos ellos, que ha demostrado que el considerado como el género más difícil y probablemente el más popular no está reñido con el gusto de cinéfilos y demás pobladores de festivales cinematográficos.

Copyng Beethoven, gran perdedora

La película de Agnieszka Holland se fue de vacío de una manera bastante inexplicable. Para algunos escasamente original, para otros lo mejor del festival, en cualquier caso la mejor película hasta el momento de la veterana realizadora polaca. Copying Beethoven cuenta con una brillante dirección de actores, un sólido y hermoso guión, una fotografía espectacular y un fabuloso montaje entre clásico y moderno a la vez, además de una música difícilmente superable. La cinta ha obtenido el Premio del Círculo de Escritores Cine­matográficos, que votan los críticos de cine presentes en el Festival.

Zabaltegi también ha dado muestra de buen oído con dos cintas en las que la música se alza como principal protagonista. Presen­ta­da en el festival de Sundance, Neil Young: heart of gold, con la que Jonathan Demme vuelve a acercarse a la música en directo (Stop making sense, 1984), es un conmovedor homenaje a Neil Young en su último concierto en Nashville. Además de por las hermosas canciones de Young, la cinta destaca por el trabajo de fotografía y lo acertado del montaje.

La otra es una producción suiza dirigida por Fredi M. Murer, que toma el título del nombre de su protagonista, Vitus, un niño superdotado que opta por dirigir su propia vida con la ayuda de su entrañable abuelo (interpretado por Bruno Ganz, miembro del Jura­do oficial). La música de piano, para la que Vitus tiene especiales cualidades, conforma una hermosa banda sonora.

Cine social

El cine social también ha contado con un hueco en el Festival con cintas como Ghosts, un turbador recuerdo a los 23 inmigrantes fallecidos en las costas británicas en febrero de 2004, o Bamako, sobre la dudosa colaboración prestada por el FMI o el Banco Mundial a los países africanos. Además de la treintena de películas dedicadas a la inmigración que han podido verse en el ciclo «Emigrantes».

Padres e hijos

Muchas y diferentes familias se encontraron esos días en San Sebastián. Algunas problemáticas, como la que muestra Mon fils à moi, ganadora junto a Half moon de la Concha de Oro. Cine psicologicista y lineal sobre la destructiva relación de una madre obsesionada con un hijo adolescente que se debate entre el amor y el odio, y que hizo merecedora a Nathalie Baye de la Concha de Plata a la mejor actriz.

Otras conmovedoras, como la que muestra Si le vent soulève les sables, sobre una familia africana acuciada por la falta de agua y la guerra, en un largo viaje por el desierto. Pa­ra­jes que facilitan una hermosa fotografía y un cromatismo espléndido.

Hijos de los hombres (2006)

O fabuladas, como pretende el último filme de Alfonso Cuarón, Hijos de los hombres, una propuesta futurista ambientada en el año 2027, cuando la humanidad ha perdido la capacidad de procrear y afronta su posible extinción. Una potente metáfora de gran impacto visual y emocional presidida por la inquietante fotografía del mejicano Emmanuel Lu­bezki, premiado en Venecia.

Casi todas las familias que atraviesan Ba­bel, la última película del mejicano Alejan­dro González Iñarritu, pasa por dificultades o las encuentra en el camino que conduce al desenlace de esta espectacular propuesta cinematográfica. Rotunda y contundente, pareja en calidad con Amores perros, la primera de la trilogía, y premio al Mejor Director en el pasado festival de Cannes.

Sobre el arte y otras propuestas

El documental Forever, de la peruano-holandesa Heddy Honingmann, se confirmó como una de las propuestas más refinadas del festival. Estructurado en torno al cementerio de Père Lachaise en París, sus pobladores y visitantes, da muestras de una belleza inusitada y conmovedora sobre la supervivencia del artista y su obra.

Sobre esa misma supervivencia trata la cinta del nonagenario Manuel Oliveira, que propone la continuación del Belle de jour de Buñuel. Belle toujours consiguió dividir a la crítica, porque lo que para muchos no es más que una pesada disgresión, para otros es un hermoso trabajo visual cargado de clasicismo.

El cementerio de Père Lachaise también estuvo presente en Paris, je t’aime, el homenaje a la ciudad del amor que han llevado a cabo una veintena de realizadores. Inevita­ble­mente irregular aunque con historias de gran calidad a cargo de grandes autores, inau­guró la sección «Un certain regard» del pasado Festival de Cannes.

Estas y otras películas, junto a las retrospectivas dedicadas a Ernst Lubitsch o Bar­bet Schroeder, configuraron un festival de muy buen nivel. Falta le hace, a la vista de la feroz competencia.

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