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Festival de Sitges 2006

Festival de Sitges 2006

Festival de Sitges 2006: Buen cine de género y películas no tan fantásticas en el 39 Festival Internacional de Cine de Cataluña.

El Festival Internacional de Cine de Ca­ta­­luña, Sitges 2006, se enorgullece de ser el primer festival de cine fantástico del mundo. Le avalan sus ya 39 ediciones y la diversidad y volumen de su programación: con sus 10 secciones paralelas -además de la sección Oficial de Cine Fantástico- y los homenajes a los cineastas David Lynch, Kiyoshi Ku­ro­sawa, Richard Fleischer y Alejandro Jo­do­rowsky. La inabarcabilidad del certamen ha­ce imposible verlo todo, y sólo se puede picotear por aquí y por allá alguno de los títulos propuestos para hacerse una idea global de lo que puede ser el Festival de Sitges. Si bien es cierto que la edición cuenta con una gran programación de rabiosa actualidad, y con unos títulos muy sugerentes, el número de largometrajes parece desbordar a la organización y el público se ve sometido a retrasos, a descartar películas de su programación por la imposibilidad de llegar a tiempo -dada la distancia entre los cines- o a visionados con subtítulos desincronizados o inacabados. A esto se suma la bastante desconcertante concesión de premios, en la que se de­ja de lado o se premia secundariamente a las claras favoritas de la edición, The host y Brick.

El premio a la mejor película en la sección de Fantástico ha recaído en la alemana Réquiem, galardonada también con el premio a la mejor actriz para Sandra Hüller -cuyo trabajo ya ha­bía sido reconocido en la Berlinale con el Oso de Plata-, y absoluta triunfadora en los Premios del Cine Alemán. El director Hans-Christian Schmid (Distant lights, 2004) reconstruye la historia de la joven Anneliese Mi­­chel, que en 1976 murió de inanición tras haber sido sometida a un exorcismo. Schmid crea un relato intenso y dramático desde un punto de vista imparcial, que huye del efectivismo y busca el to­no documental.

Réquiem (El exorcismo de Micaela) 2006

Por su parte, la otra gran triunfadora ha sido Grimm love story, que se ha llevado a casa el premio al mejor director, al mejor actor ex aequo para Thomas Krestchmann y a Thomas Huber, y a la mejor fotografía a Jonathan Se­la. Los galardones parecen hacer más alusión a la polémica que la película ha generado en Ale­mania -con la prohibición de su exhibición en las salas comerciales a los pocos días de su estreno- que con la propia calidad cinematográfica del filme. Basada nuevamente en un hecho real, Grimm love story reproduce la mutilación, asesinato y posterior engullimiento de un internauta a manos de un informático, previo acuerdo por la red. La historia, bastante deslavazada, está unida por la investigación de una joven nor­­teamericana que está realizando su tesis doctoral, trama bastante difusa que ayuda más a la confusión que a la unificación. Aparte de algún que otro desmayo en la sala por la crudeza de las imágenes, la película no ha sobresalido especialmente en el festival, mientras que el otro gran largometraje polémico del festival, Taxi­der­mia, del realizador Györ­gy Pálfi, sí consiguió estar en boca de todos tanto por sus fans como por sus detractores.

En el apartado de guión, el premiado fue el episodio Homecoming -dirigido por Joe Dan­te y escrito por Sam Hamm-, dentro de la serie televisiva Masters of horror, un irónico, crítico y delirante relato en el que millares de soldados norteamericanos zombies salen de sus tum­bas para impedir que el presidente vuelva a salir electo. Sin hacer ninguna alusión directa al gabinete de George Bush, Dan­te deja clara su postura en cuanto a la guerra de Irak con grandes dosis de humor. La pregunta que nos hacemos, sin embargo, es hasta qué punto es razonable incluir Homeco­ming dentro de la sección de largometrajes fantásticos, dado que se trata de un episodio de televisión y su duración es de 63 minutos. El guión es audaz y original, pero consideramos que otras películas hubieran merecido el galardón, como por ejemplo Brick o The host.

Dentro del género de kaiju-eiga -o de monstruos-, el director de la excelente Memories of murder (2003) ha presentado en Sitges una de las mejores películas del Festival, o incluso la mejor, The host. Retomando el clásico argumento de la saga de Godzilla, Bong Joon-ho nos regala una película que sabe mezclar a la perfección el humor y la tensión, despliegue que ya hizo en su anterior largometraje. Con unos efectos especiales impresionantes -que le han valido el único premio del Festival-, una banda sonora atractiva y un elenco de actores excelente, The host cuenta la historia de una familia dividida que se ve obligada a trabajar unida para rescatar a la pequeña Hyun-seo de las garras de un monstruo que aterroriza la ciudad. Teniendo en cuenta la gran aceptación que tuvo entre el público y la crítica, se hace difícil entender por qué la película ha pasado completamente desapercibida en el palmarés.

Brick (2005)

La otra gran ausente ha sido la norteamericana Brick, opera prima de Rian Johnson recompensada en el Festival de Sundance’05 con el premio especial del jurado. Aunque dudosa en cuanto a su colocación en la sección oficial, da­do que no tiene ningún elemento del género fan­tástico, ello no le resta originalidad ni inteligencia. Johnson traslada los presupuestos del cine negro a un escenario tan atípico como es un instituto para abordar la búsqueda que Bren­dan llevará a cabo para encontrar a los asesinos de su ex-novia. Un guión absolutamente minucioso, que no recurre al efectivismo, con dosis de humor inteligente y escenas absolutamente verosímiles y cercanas a la realidad -como la credibilidad de las sucesivas escenas en las que se mete en protagonista-, dejan vislumbrar las cualidades de habilidades de este guionista y director. El premio «Citizen Kane» al director revelación ha sido la única recompensa recibida.

Breve mención dentro de la sección oficial requiere también la hongkonesa Exiled, de Johnnie To, película de gánsters de medio pe­lo que tendrán que verse con todo tipo de situaciones trágico-cómicas e inverosímiles. A medio caballo entre la realidad y el surrealismo, To acomete su obra con una planificación destacable, un guión fantasioso pero certero y una interesante reflexión sobre la amistad y la lealtad, que demuestran que una película de acción puede entretener y ser inteligente al mismo tiempo.

Es bien sabida la importancia que Sitges da en su programación a la producción asiática y especialmente al anime, que pasa desapercibido en el resto de festivales salvo en contadas ocasiones. El Festival de Sitges tiene la virtud de programar una sección exclusiva para la animación, «Anima’t», y exhibir en ella las mejores producciones de actualidad reciente. Hemos de recordar que en la edición de 2004 se estre­nó en primicia El castillo ambulante, de Ha­yao Mi­ya­zaki, casi dos años antes de su estreno comercial en España. Este año las propuestas de la organización nos ofrecían las últimas realizaciones de tres de los autores más reputados en Ja­pón: Mamoru Oshii, Satoshi Kon y Kihachiro Kawamoto. Oshii, responsable de Ghost in the shell, presentaba su última locura visual bajo el nombre de Tachigui: the amazing lives of the fast food grifters. Hecha principalmente con animación de recortables y estructurada como un estudio de campo, la película narra las aventuras de una serie de timadores de la comida rápida que abarca desde la ocupación americana hasta nuestros días. Alejada hasta el extremo de la ya mencionada Ghost in the shell o de Ava­lon, resulta difícil adentrarse en el mundo de Tachigui. El constante flujo de información, el cambio de registro y de estética puede desconcertar e incluso repeler al espectador, pero no le resta inteligencia, originalidad e interés.

Por su parte, Satoshi Kon vuelve a incidir en la disipación de las fronteras de la realidad y la ficción en Paprika, esta vez llevada al máximo exponente puesto que el sueño y la realidad se fusionan literalmente. Un desconocido roba de un laboratorio la tecnología para adentrarse en el mundo de los sueños, el mini DC. En manos inadecuadas su uso puede tener repercusiones catastróficas. Tras varios ataques a los miembros del programa de desarrollo del ex­perimento, la científica Chi­ba tendrá que encontrar al responsable antes de que sea demasiado tarde. Con una animación excelente y un guión complejo y lleno de matices, Kon sigue ampliando su mundo cinematográfico con juegos de espejos, diversos niveles de lectura y la metacinematografía. Sin llegar a la calidad de Millen­nium actress (2001), Paprika muestra las grandes dotes de Kon, con fuerza narrativa y una animación tradicional indescriptible.

La apuesta más arriesgada es The book of the dead, de Kawamoto, ya que la animación de marionetas es la que menos repercusión tiene fuera de las fronteras de Japón. Consagrado co­mo el gran maestro titiritero nipón, Kawa­mo­to relata en esta ocasión una conseja sobre el misticismo y el lirismo poético a través de su protagonista, Iratsume, que trata de estudiar y comprender los sutras budistas mientras el fantasma de un príncipe feudal la visita cada noche, y le ha valido una mención especial del jurado. Con todo, es curioso que dentro de «Ani­ma’t» el jurado haya premiado The girl who leapt throu­gh time, largometraje muy interesante y entretenido pero que no está a la altura de sus competidoras.

No podemos cerrar esta crónica sin mencionar la controvertida The fountain y la estupenda Hijos de los hombres, ambas proyectadas en la sección oficial Première. Darren Aro­nofsky y su película llegaron a Sitges con la polémica acontecida en Venecia. La división entre los críticos fue contundente y osciló entre aquellos que la apreciaron y resaltaron sus virtudes, y los que la tacharon de pedante y presuntuosa. Sin ser una película perfecta, The fountain destaca por su belleza estética, la impresionante puesta en escena y la inteligente planificación, y el trabajo interpretativo de Hugh Jackman, que bien debiera valerle una nominación a los Oscar. Intui­mos que la principal traición para los seguidores de Aronofs­ky ha sido el cambio radical de tono y temática. Después de una película dura, difícil y cercana al hiperrealismo como Requiem por un sueño (2000), la manipulación absoluta del espectador de este cuento a la vida gracias a una historia absolutamente emocional podría estar en el origen de la discordia. Una cosa está clara: The fountain no dejó indiferente a nadie y en el pase abierto al público -que con­tó con la presencia del director- se pudieron oír incluso más aplausos que abucheos.

Otra de las joyas de la edición de Sitges 2006 -que hemos podido ver en los últimos días de su andadura- ha sido el último largometraje del director mexicano Alfonso Cua­rón, Hijos de los hombres. Basado en la novela de P. D. James y guionizado por el propio realizador con la ayuda de Timothy J. Sexton, el filme muestra la sol­vencia de Cuarón y su facilidad para cambiar de registro. Una historia bien cerrada, una psicología de personajes minuciosamente perfilada y una de las secuencias bélicas más destacables de los últimos años han hecho de Hijos de los hombres una de las películas más apreciadas del Festival, a la vez que altamente recomendable para el espectador con una profunda reflexión sobre la pérdida y la recuperación de la esperanza.

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