Freaks: La parada de los monstruos

A Freaks tan sólo se le puede censurar el hecho de haber eclipsado, de alguna forma, el resto de la magnífica obra de Tod Browning

Freaks: La parada de los monstruos
Freaks: La parada de los monstruos

Freaks: La parada de los monstruos

Freaks es con casi toda seguridad la película de culto por excelencia, adorada por millones de monstruitos que formamos esa enorme minoría de «frikis» que no podemos dejar de ver una y otra vez esta auténtica joya del cine.

La película es un cuento de una belleza extraordinaria, ennegrecido con una crueldad difícil de digerir si no estuviera tratado con una sensibilidad desbordante, y ésta es, precisamente, la mayor virtud del filme, que nos arrastra por un auténtico caudal de sentimientos entremezclados y a veces contradictorios, pero en ningún caso indiferentes. Pasamos de la admiración de la belleza al odio de la maldad, cuyo escarmiento nos llevará a la pena, en un final de una dureza inaudita. Por otro lado, los «Freaks» nos conducirán del inevitable rechazo inicial hasta el cariño por el «indefenso» y la identificación con unos seres tan particulares.

Como no podía ser menos en una película de culto, fue machacada por la crítica cuando se estrenó, y puestos en duda los criterios morales y artísticos de un excéntrico Tod Browning que, además de llevar unas décadas de adelanto a la sociedad, fue el precursor del cine fantástico. Lo cierto es que la cinta fue archivada y tuvieron que pasar treinta años hasta que se presentara en el Festival de Venecia con todo el reconocimiento que merecía, aunque con un montaje distinto del original, que no se ha llegado a recuperar, aunque sí al menos conocer en qué difería del mostrado en Venecia.

En definitiva, a Freaks tan sólo se le puede censurar el hecho de haber eclipsado, de alguna forma, el resto de la magnígica obra de Tod Browning, que ahora podremos recuperar los lunes en el Pabellón de Uruguay de la Universidad de Sevilla.

Pepe Segura

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