Goyas 2012: Reparto para todos
Goyas 2012 | Enrique Urbizu y sus malvados triunfaron en una Gala que celebró un magnífico año de cine español.
Al final hubo Goyas para todos. La gran noche del cine nacional terminó con un equilibrado reparto que premió casi siempre con la cabeza (que para eso está) y un poquito con la ideología (que para eso es la Academia… de cine español).
Ganó la película preferida por la crítica y el público. La cinta de género que había visto cómo un confuso jeroglífico que, sólo unos pocos -raritos ellos- leyeron, le arrebataba una merecida Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián.
La película que había descubierto que José Coronado, además de galán y hombre-anuncio, podía ser un personaje de esos sacados del cine clásico. La cinta con el título más redondo. Ganó Urbizu. Su No habrá paz para los malvados se llevó 4 premios grandes (película, director, actor protagonista y guión original) y 2 más técnicos (montaje y sonido).
Frente a esta contundente victoria, lo de Almodóvar -que volvía con vítores, la parafernalia habitual y 16 nominaciones- sólo se puede definir como derrota. Una derrota, eso sí, maquillada, nunca mejor dicho, por 4 estatuillas (actriz –Elena Anaya-, actor revelación –Jan Cornet, que le arrebató el premio al televisivo José Mota-, maquillaje y música).
El que se prometía gran duelo de la noche terminaba con la victoria del secote director vasco frente a la estrella manchega. Ganaba el cine de siempre -el que tiene una historia y unos personajes- frente al artificio de una epidérmica cinta que, desde luego, no es lo mejor que ha rodado Almodóvar.
Además de poner a las dos películas que competían en cabeza en su sitio, la Academia aprovechó para premiar dos pequeñas -o grandes- joyas del cine patrio que, desgraciadamente, no han encontrado el apoyo del público en la taquilla. Blackthorn, el magnífico western de Mateo Gil, se llevó 4 merecidos Goyas (vestuario, dirección artística, fotografía y diseño de producción), mientras que Eva, la fábula de ciencia ficción de Kike Maíllo y su equipo de la ESCAC, alcanzó 3 estatuillas (director novel, actor de reparto –Lluís Homar– y efectos especiales).
Como acierto fue la decisión de darle 2 Goyas a Arrugas, la adaptación al cine de animación del magnífico cómic de Paco Roca. Nadie dudaba que se llevaría el premio a la mejor película de animación, pero el Goya al mejor guión adaptado fue además de una sorpresa, un magnífico precedente para que las cintas de animación -las buenas, claro- puedan ganar premios en otras categorías.
Un voto por la ideología
El tinte ideológico -que no podía faltar en una Gala que siempre ha hecho guiños políticos- vino de la mano de los discursos de las actrices de La voz dormida (una película fallida y maniquea, que casi nadie entiende qué hacía en lo más alto de la tabla y menos ante la escandalosa ausencia de la necesaria No tengas miedo, de Moncho Armendáriz). Tanto María León -mejor actriz revelación- como Ana Wagener -mejor actriz de reparto- quitaron brillo a sus merecidos premios con unos discursos presuntamente emotivos que, sin embargo, sonaron mitineros. El tercer premio de la película del sevillano Benito Zambrano fue para la canción, un apartado en el que, lo lógico, hubiera sido darle el premio al rap de Nach que envuelve Verbo, el interesante y arriesgado experimento de Eduardo Chapero-Jackson.
Pero si las actrices de La voz dormida amagaron sólo un par de eslóganes, Isabel Coixet decidió directamente pronunciar un discurso, aprovechando que la Academia había decidido, de forma un tanto sorprendente, premiar su documental Escuchando al juez Garzón. El problema es que, más que su mensaje, fue su tremendo vestido lo que terminó por centrar la atención del respetable.
Gala sosita para un año de cine redondo
La presentación de Eva Hache fue sólo correcta… tirando a sosa, a pesar de un número musical inicial en el que hasta cantó Almodóvar. La incursión de la humorista en las películas nominadas no tuvo excesiva gracia y quizás el momento más ingenioso fue el dedicado a Twitter. Hache leyó unos cuantos tuits bastante divertidos y rindió así un particular homenaje a esta red social que se ha convertido en una de las grandes aliadas de la Gala. Frente a la sosería de Eva Hache, destacó la chispa de Santiago Segura, al que muchos celebraron como un futuro estupendo presentador de la Gala.
El nuevo director de la Academia de Cine, Enrique González Macho, se estrenó en los Goya con un discurso serio, propio de los tiempos de crisis, de los que habló en abundancia, y al mismo tiempo optimista. “Como todas las crisis venceremos si hay energía, inteligencia, trabajo, profesionalidad y reglas de juego claras. Pero queremos ser optimistas”. González Macho, que apareció secundado por sus dos vicepresidentas, Judith Collet y Marta Etura, señaló que “aunque todos somos internautas, internet no es todavía alternativa ni sustituto, ni tan siquiera un complemento, al enorme esfuerzo económico que supone producir cine”, situándose en una postura enfrentada al del anterior presidente, Álex de la Iglesia, que no tardó en responderle desde una cabecera nacional al día siguiente. Sus posturas opuestas son sólo una señal de que el debate sobre el cine e internet está muy abierto pero, en cualquier caso, no se puede acusar a González Macho de no pisar tierra o de estar en contra de la red: suya es la idea y la propiedad de Filmin, uno de los principales portales para ver cine en streaming.
En definitiva, la 26 edición de los Goya fue la noche de todos: de la vuelta a casa de Almodóvar -“yo no venía antes porque la alfombra era verde”, declaró a un grupo de prensa, “pero ahora que es roja he vuelto”-, del reconocimiento a las películas pequeñas que hacen el cine grande, de la medalla a las actrices de La voz dormida, del aplauso a la imprescindible Arrugas… y, sobre todo, la noche de Urbizu, de los malvados, la noche de Santos Trinidad.
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