Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón: desolación o esperanza

El núcleo de esta película está formado por temas candentes como la emigración, el medio ambiente y la fertilidad. En este mundo futurista, cada uno ha afectado al otro de forma muy negativa, empujando a la raza humana hacia una negra y definitiva marcha

Hijos de los hombres (2006)
Hijos de los hombres (2006)

Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón: desolación o esperanza

Hijos de los hombres | Parece que no existe un tema que esté fuera del alcance del cineasta Alfonso Cuarón. Hasta ahora le hemos visto enfrentarse a una historia social con comentario mordaz, a un drama estilo novela negra, a un clásico infantil, a una visión modernista de Dickens, a una road movie cómica y a un taquillero cuento lleno de magia… Pero cada una de ellas, en cierto modo, ofrece al mundo una faceta de Alfonso Cuarón.

Por eso no sorprende que su última realización, la adaptación de la desoladora novela Hijos de los hombres, de la famosa novelista británica P.D. James, también tenga algo del realizador nacido en México, y ese algo es esperanza. El director lo reconoce: «Cuando hago una película, la ruedo desde mi punto de vista. El hecho de que yo sea un optimista se tiene que notar. El ser humano tiene un asombroso don para la destrucción, pero también es capaz de ser solidario y de resolver problemas increíbles. No me parece que el estreno de Hijos de los hombres sea una historia acerca de una humanidad destructiva, sino más bien de ideologías que se entrometen entre las personas y sus actos».

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Alfonso Cuarón se unió al proyecto cuando ya estaba bastante adelantado. La novela llamó la atención de la productora Hilary Shor, a la que sorprendió el cambio de rumbo de la autora (conocida por sus novelas de crímenes, mientras que esta es pura ciencia-ficción), y decidió comprar los derechos hace nueve años. «Fue muy propicio», dice la productora, «es el primer material que compré. Está claro que ha tardado en materializarse, pero he pasado nueve maravillosos años hasta conseguirlo». El productor Marc Abraham, también es un admirador de la novela, y al saber que los derechos habían sido vendidos, se reunió con Hilary Shor y decidieron montar el proyecto juntos. Antes de que el director Alfonso Cuarón se interesara por él, el proyecto pasó por varios altibajos. «Alfonso es un director de gran talento, muy apasionado y con una visión inspiradora. Su llegada fue una inyección de energía para todos”, dice el productor Marc Abraham.

El director prefirió crear un mundo basado en las premisas y los problemas actuales. Añade: «Con la excusa de que transcurre en un futuro ‘próximo’, me dio la posibilidad de hablar del presente. No quería rodar una película acerca del futuro, sino del presente, de las circunstancias actuales que moldean nuestro futuro». Y acaba diciendo: «No es ciencia-ficción, es la historia de una persecución en el 2027». El director entró de lleno en el proyecto en 2001.

Tanto el director como el co-guionista llevaron a cabo una pequeña encuesta informal referente a lo que modela al mundo actual, y descubrieron que casi todas las respuestas contenían dos elementos principales: en primer lugar, la enorme emigración global (se calcula que las migraciones de los últimos diez años son las mayores de la historia de la humanidad) y, en segundo lugar, las consecuencias de más de 300 años de colonialismo. Estas circunstancias, unidas al terrorismo internacional y a los cambios meteorológicos, podrían ser signos precursores de un posible futuro parecido al que propone Hijos de los hombres. El resultado es una historia que transcurre, poética y literalmente, «pasado mañana».

Ante la pregunta de si la visión futurista que nos ofrece el estreno de Hijos de los hombres es desoladora o esperanzadora, el director y guionista contesta que ve la película como un espejo que reflejará la mentalidad de los espectadores. Añade: «Cuando estábamos creando la época ficticia para la película, imaginamos algunos acontecimientos que luego tuvieron lugar. A lo mejor poníamos la televisión y veíamos imágenes de algo que habíamos pensado que podría ocurrir dentro de 22 años. No quiero dar ideas a nadie, ni tampoco aportar respuestas fáciles. Prefiero plantear preguntas. Por eso digo que la película es esperanzadora, dependiendo del espectador».

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