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Juan Sebastián Bach en el cine

Juan Sebastián Bach en el cine

El artista Marcelo Expósito, cuya obra conjuga cine, video, fotografía y música, comenta la película El silencio antes de Bach, que presentó a la prensa en Ma­drid junto a Manuel Gutiérrez Aragón y el propio Portabella.

El silencio antes de Bach (Der stille vor Bach) es una aproximación a la música y a las disciplinas y oficios que la rodean a través de la obra de J. S. Bach. Una mirada sobre las profundas relaciones dramatúrgicas que existen entre imagen y música, de manera que no se concibe esta última como un mero subrayado subsidiario de la imagen, sino como sujeto paritario del relato. Parte de una estructura musical previa, donde la banda sonora se nutre de obras de Bach, de dos sonatas de Mendelssohn y un estudio de Li­gety, que crean una bóveda arquitectónica bajo la cual transcurre la historia de la película. Un paseo por los siglos XVIII, XIX y XXI de la mano de Bach.

Juan Sebastián Bach llega con su familia a Leipzig para ocupar el puesto de Cantor en la Escuela de Santo Tomás. Trabajador aplicado y devoto, su posición social y laboral dista de ser privilegiada, pero su fa­ma como compositor e intérprete crece ex­ponencialmente a lo largo de su vida y trasciende su muerte, siendo en el presente tanto un referente altocultural como un icono popular.

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No hay más argumento en esta película. Como en todas las de Portabella desde hace treinta años, Der stille vor Bach es cine despojado de anécdota, Juan Sebastián Bach en el cine. Ni se desvela ninguna intimidad, ni explota ningún es­cán­dalo, ni se cuenta prácticamente nada que no se sepa. Bach, de hecho, aparece propiamente hablando en escasas escenas: es exactamente el opuesto de un biopic. Es también el opuesto del formato teleserie hinchado a 35 mm. (en las películas co­merciales actuales los personajes hablan por los codos, porque la industria de producción de películas ya no cree en la imagen ni en el cine). Apenas se habla, pero podríamos decir que esta película habla fundamentalmente de dos cosas: del trabajo y de la Historia.

Arte y trabajo

Es a través del trabajo que esta película elige hablar del arte. Bach no es un genio que crea ex nihilo por pura y cristalina inspiración divina. Es un trabajador inagotable que vende su dedicación y el producto de su inteligencia creativa a cambio de (poco) dinero. Tie­ne que pelear por mantener su puesto de trabajo y es un compositor consciente de las condiciones materiales que hacen posible su mú­sica. Toda la película está filmada con sonido directo, remarcando de esta manera cómo la música pro­cede siempre de la técnica y de la fisicidad de los diferentes instrumentos, así como del esfuerzo y del virtuosismo de su ejecución. Bach enseña a su hijo que la música que suena en el interior de su cabeza se socializa precisamente mediante su técnica de interpretación. Los personajes de esta película, por lo general, y no sólo Bach, trabajan: hay camioneros que interpretan música, carniceros que empaquetan vísceras con partituras de Bach y afinadores de pianos que son ciegos. Se podría decir que esta película también trabaja, pues rechaza limitarse a explotar las bajas pasiones o las expectativas o la necesidad de evasión del espectador, a quien se le solicita también participar del trabajo de la película.

En Der stille vor Bach no hay una historia lineal: la película avanza, como siempre en el cine de Portabella, por medio de secuencias sin otra relación “causa-efecto” que la que le atribuya el espectador, último destinatario. Sí hay, en cambio, bas­tante de Historia, aunque nos encontremos frente al opuesto de una superproducción histórica. Se trata de una película europea. Europa es su nacionalidad, porque Europa es el campo afectivo, simbólico, histórico y político que la sustenta, es el escenario donde tiene lugar. Esta película (filmada en tres idiomas, castellano, italiano y alemán) sostiene que Europa no podrá seguir adelante sin reconocer que bajo su pasado (hoy transmutado en un escenario turístico pateado por jóvenes mochileros) y su incierto presente político (dominado por la tecnocracia y la amnesia) subyace una Historia tensa, conflictiva, dramática (el corazón de la película se sitúa en Dresde). Que el esplendor de su cultura es inseparable del sufrimiento y de la explotación infligidos durante siglos, que en su base hormiguea una multitud como la del mercado de Leipzig. Que su presente no es menos tumultuoso y ambivalente que su pasado.Suscríbete a la revista FilaSiete

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