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La comunicación desde el cine y la psicología en el segundo coloquio de Personajes&Personas Sevilla

· Más de 150 personas respondieron a la convocatoria organizada por FilaSiete, con la colaboración de Fundación de Cultura Andaluza, Fundación Estudios de la Comunicación y Caja Rural del Sur.

Más de 150 personas asistieron el pasado viernes 3 de marzo al segundo coloquio de Personajes&Personas Sevilla que, bajo el título «ON/OFF: conexión y desconexión personal en el cine de hoy», condujeron en animado diálogo Cristina Abad, crítica de cine, subdirectora de FilaSiete y periodista, y Antonio Delgado Espada, psicólogo clínico y forense y director del Instituto Hispalense de Psicología. Dos expertos en comunicación, cada uno en su área, y el cine y la psicología como modos de vivir otras vidas.

La sesión, celebrada en la Caja Rural del Sur, con el patrocinio de las fundaciones FEC y Fundeca, estuvo aderezada de numerosas referencias cinematográficas. Arrancó con la película de Denis Villeneuve La llegada, compendio de todos los aspectos de la comunicación que se querían tratar, y que los ponentes desgranaron a continuación a propósito de otros títulos como Gravity, Up in the air, Steve Jobs, Her, Nebraska, Los descendientes, Begin Again y Un dios salvaje.


Así, analizaron los entornos afectivos nucleares -noviazgo, matrimonio, paternidad y maternidad, filiación, amistad- y los entresijos de nuestra Sociedad de la Comunicación -la celeridad tecnológica, el uso masivo de dispositivos técnicos, la comunicación instantánea, la globalización-, que combina infinitas posibilidades de comunicación y solidaridad global, mientras, por otro lado, incrementa el aislamiento y la soledad de jóvenes y adultos.

Los Coloquios de Cine Personajes&Personas nacieron en Madrid hace dos años por iniciativa de Alberto Fijo, director de FilaSiete, y se celebran también en Sevilla cada mes, con el apoyo de un equipo formado por la catedrática María Caballero, el editor de FilaSiete Juan Pedro Delgado, el psicólogo clínico y forense Antonio Delgado Espada y la crítica de cine y periodista Cristina Abad.

Todos los interesados pueden escribir a filasiete@filasiete.com y recibirán información de las próximas convocatorias.

Referencias cinematográficas

Hannah, el nombre de la hija de Louise Banks -la experta en lenguas vivas y muertas que encarna Amy Adams en Arrival (La llegada, 2016)-, nos sirve para interpretar las claves temporales de la película de Denis Villeneuve que ponen patas arriba el guion pero también para abrir y cerrar este segundo coloquio de Personajes&Personas Sevilla, en torno al lenguaje como «fundamento de la civilización, pegamento que une a la gente y primera arma sacada en un conflicto», como cita la doctora Banks en su libro.

«Tendría que estar allí para interactuar con ellos», dice la protagonista. La llegada trata sobre la necesidad de estar aquí y ahora, de quitarse corazas para abrirse al encuentro con los demás, de compartir enfoques y objetivos,  de empatizar. Todo lo que queríamos desarrollar en esta sesión a propósito de un buen puñado de buenas películas está presente en esa comunicación de Banks con los hectópodos, en la relación entre el científico y la lingüista, en la ¿memoria? de las vivencias con su hija, entre ella y el ejército, en la necesidad de acuerdo entre los doce países escogidos por los alienígenas. La banda sonora de Jóhann Jóhannsson crea la atmósfera perfecta y la fotografía de Bradford Young combina el retrato -en ese abanico de emociones que ofrece Amy Adams– con la inmensidad de los planos generales como cuadros de Magritte.

El género ciencia-ficción y el drama compartido del personaje principal nos lleva en nave espacial de Louise Banks a Ryan Stone, de La llegada a Gravity (2013), grandiosa película del tándem Alfonso CuarónEmmanuelle Lubezki, director de fotografía de Terrence Malick. El mexicano no podía haber escogido mejor socio para esta conquista metafísica. Los bellísimos planos de la tierra y el uso de un apabullante 3D, unida a la narrativa sencilla de Cuarón senior y junior, meten al espectador en la escafandra del personaje de Sandra Bullock. Hay soledades buscadas y soledades sufrientes. «Lo entiendo, dice Matt (George Clooney). Aquí se está bien, puedes apagar, olvidarte del mundo. Estás a salvo y nadie puede hacerte daño» pero (y ahora es Ryan) «qué duro es saber que vas a morir y que nadie llorará ni rezará por ti».

Y del espacio sideral al espacio aéreo, donde Ryan Bingham (de nuevo George Clooney) se ha construido un sucedáneo de vida en los aeropuertos, sin más ambición que lograr una exclusiva tarjeta oro y sepultar su necesidad de amor con relaciones sin compromiso ni sentimiento. Cosa que le afea su compañera de la empresa de despidos en esta magnífica escena. Clooney, Vera Farmiga y Anna Kendrick encienden la chispa de Up in the air (2009) una comedia dramática de Jason Reitman (que ya dio muestras de su talento en Juno) sobre las paradojas de nuestra sociedad hipercomunicada e hipersolitaria.

Hablando de comunicaciones, el gurú por antonomasia, y con su dosis de cinismo: Steve Jobs (2016), dirigida por Danny Boyle, con guion de Aaron Sorkin, e interpretada por Michael Fassbender, cuyo personaje –dejemos a la persona- camufla con gestualidad de pavo real la pobreza de sus relaciones y el pavor a las responsabilidades paternas. Una película que es sobre todo una interpretación, con unos secundarios a la altura, entre los que brilla Kate Winslet (a la que veremos en otra de las películas seleccionadas).

Érase en un futuro cercano un amor virtual. Her (2013), película escrita y dirigida por el siempre sorprendente  Spike Jonze e interpretada por Joaquin Phenix, Amy Adams (de nuevo), Rooney Mara y sobre todo por una desencarnada pero sumamente sugerente voz de Scarlett Johanson, para Samantha, el sistema operativo del que se enamora Theodore, pone sobre la mesa la necesidad de compañía en las noches solitarias, el miedo a “perder a alguien que te importa”, la presencia y el estar presente, la corporalidad y en especial el rostro en la comunicación amorosa, y la exclusividad (“¿con quién hablas?”, “¿estás enamorada de alguien?, dice Theo a Samantha”). La paleta de colores en rojos y ocres representa muy bien los vaivenes sentimentales del protagonista. Mucha atención a la música intradiegética que Samantha compone (bueno, Owen Palett) a falta de fotografías de la pareja, porque, además, ese poder emocional y transformador de la música compartida la veremos también en Begin Again y recuerda a Liberal Arts (Amor y letras) aunque no hablemos de ella en esta ocasión.

Alexander Payne nos introduce en las relaciones familiares y paternofiliales con esa mezcla de perspicacia, mordacidad y ternura con que pone contra las cuerdas a sus personajes. En Nebraska (2013) una road movie –de esas que dice odiar pero sigue haciendo- Don Quijote (Bruce Dern) pretende atravesar en la piel de un viejo y demente llanero solitario ese estado de la América profunda hasta Montana para cobrar un millón de dólares, seguido de Sancho Panza (Will Forte), en el personaje de su hijo. Payne funde los personajes con el paisaje, a través de una atinada banda sonora y una fotografía austera con paleta en blanco y negro, algo que al director le costó muy caro desde el punto de vista de la distribución. June Squibb en el personaje contradictorio y excesivo de su esposa lidera un reparto que va iluminando los rasgos de egoísmo y necesidad del personaje de Woody Grant.

Y en Los descendientes (2011), también de Payne, pasamos del blanco y negro al gris de un Hawaii  tormentoso que rompe el cliché apacible e idílico de las agencias de viajes, donde Matt King (otra vez Matt y otra vez George Clooney) se enfrenta en camisa de palmeras, bermudas y chanclas al coma de su esposa.  El cuerpo inánime de Alexandra, como una versión contemporánea de Ordet, es centro vivo de todas las relaciones y diálogos imposibles. Matt tiene que aprender a lidiar con demasiadas cosas y Clooney hace el más difícil todavía en la cuerda floja yendo de la comedia al drama y poniéndonos un nudo en la garganta en su declaración final. Aquí, soportando el chaparrón de su hija adolescente y llevándose un disgusto muy serio.

De relaciones tormentosas con hijos adolescentes y ausencias paternales trata también Begin Again (2013), de John Carney, que sigue contándonos las historias que mejor conoce, las del ámbito musical, como hizo en Once. Muchas cosas se pueden comentar de esta deliciosa película. Ojo a ese arranque original del guion que narra el encuentro entre Steve (Mark Ruffalo) y Gretta (Keira Knightley) desde tres ángulos distintos, y a escenas logradísimas como los arreglos que Steve imagina la primera vez que oye cantar a Gretta, las numerosas referencias cinematográficas (Casablanca), literarias (Kerouac), musicales (Nora Jones, Dylan, etc.). Y la metáfora paradójica del “divisor” en esta escena que habla de la música como nexo y que atraviesa toda la película.

No existe película que no trate sobre comunicación. Nos dejamos en el tintero Koreeda con joyas como Kiseki y esos trenes balas que se cruzan en su camino de un extremo a otro de la isla obrando el milagro, o Yamada con Una familia de Tokio, homenaje a Los cuentos de Tokio de Yasujiro Ozu. Esta vez el cóctel nos ha salido así.  Podía haber sido de otra manera.

Hablábamos al principio de palíndromos, y al inicio volvemos. Leído del revés, lo de Hannah nos lleva a Un dios salvaje, la película de Polanski, divertida y agria sátira que adapta la obra de teatro de Jazmina Reza con un guion virtuosísimo sin costuras ni puntos de giro, con fotografía y montaje de Pawel Edelman y Hervé de Luze y una maravillosa puesta en escena de Dean Tavoularis, donde dos matrimonios –parafraseando la cita de la doctora Banks de La llegada– en aras de un espíritu civilizado y deseando encontrar puntos de unión acaban usando el lenguaje como arma de conflicto… y sacando lo peor de sí mismos. Hay matanza dialéctica (Carnage, es el título original de la película) para dar y regalar.

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