Mujercitas en el cine
Mujercitas en el cine. El próximo 25 de diciembre llega a nuestras pantallas un regalo de la mano de Greta Gerwig, la nueva versión cinematográfica de Mujercitas.
La polifacética Greta Gerwig (Lady Bird) dirige y escribe una nueva versión cinematográfica de la famosa novela de Louisa May Alcott. Algunos pensarán que no aportará nada que no conozcamos ya, y que formará parte de ese elenco de metrajes que solo arrancan alguna lágrima furtiva en la oscuridad de la sala.
Mujercitas es una novela que pervive en los recuerdos de muchas generaciones, que han disfrutado de sus páginas a la luz del flexo que les acompañaba en aquellas noches en las que Morfeo se olvidaba un poco de ellas.
El relato, muy propio para las fechas venideras, narra los hechos que acaecen en el hogar de los March, donde una madre y sus cuatro hijas sobreviven a los estragos producidos por la guerra civil en Estados Unidos. Un periplo que comienza en una Navidad y termina en la siguiente, con un telón de fondo al estilo de la Odisea de Ulises, donde la figura masculina es la que se aleja del hogar.
Cada uno de los personajes que se pasea por la casa familiar tiene un universo propio que pivota sobre una idea en común, la lucha por mantener firmes los valores familiares y el amor que los hace tan fuertes.
El libro se convirtió en la obra más importante de su carrera, publicada en dos partes, y las lectoras podían opinar acerca de la historia
Las cuatro hermanas, como las de la autora Louisa May Alcott -que realiza en este libro un paralelismo con su vida-, se presentan con una personalidad clara que las diferencia unas de otras: Meg ansía ser una prudente ama de casa; Beth, bondadosa, delicada, y cuya pasión por la música la hace sobreponerse a su irremediable timidez; o Amy, retrato de belleza y aspiraciones terrenales.
Pero entre todas ellas, la figura central y eje de la historia es Jo (Josephine March) -vivo ejemplo de la propia Alcott-, que con sus cualidades trae aire fresco a una sociedad donde la mujer solo estaba llamada a casarse con fines económicos, y mantener una digna imagen tras la sombra de su marido.
Y es que el papel de la adolescente que sueña con publicar sus obras y ser su propio sostén económico (como sucede con Jo), fue aplaudido por múltiples escritoras, como Simone de Beauvoir, que potenciaron este tema en sus escritos tras la lectura de la obra, y consiguieron independizarse y sobrevivir gracias a su creación.
Alcott ya había despuntado en un tipo de novela entre gótica y sensual («Sensational novel»), pero no vio con buenos ojos la petición que le hizo su editor de escribir un libro orientado a mujeres jóvenes, ya que era un tema que le aburría y con el que se sentía incómoda.
Nadie, ni siquiera la propia autora e incluso su editor, eran conscientes de la proyección que tendría la obra y mucho menos que serviría para animar a las mujeres de la época a buscar su sitio y no comulgar con la errónea idea de los casamientos concertados por motivos económicos. Esto es algo que ya en España defendió Fernández de Moratín, en obras como El sí de las niñas, durante el siglo XVIII.
La sorpresa fue que, el libro que se escribió por dinero, se convirtió en la obra más importante de su carrera, publicada en dos partes, dando la posibilidad a las propias lectoras para opinar acerca de la historia. Algunas pedían a la autora que Jo se casase con Laurie en la segunda parte (Perfectas esposas). Pero nada más lejos de su intención, ya que lo que pretendía era mostrar a una mujer autosuficiente e independiente.
Finalmente, por contentar de alguna manera a su público, decidió que Jo apostaría por la estabilidad junto al profesor Friedrich Bhaer, que aunque no le permite conseguir sus sueños como escritora, la lleva a crear un colegio para chicos que Alcott utiliza para la secuela titulada Hombrecitos, continuada con Los muchachos de Jo. Ninguna de ellas tuvo el éxito de Mujercitas, pero quizás sirvieran para sacar esa espina clavada sobre las críticas hacia la tendencia tan feminista de la autora.
El año pasado se cumplieron 150 años de Mujercitas, y este disfrutaremos de nuevo de la familia March en la gran pantalla. No olvidaremos las versiones anteriores, unas más entrañables y otras más tediosas, pero todas impregnadas de dulzura y buenas intenciones.
La primera de ellas en 1917 (Alexander Butler), junto a una segunda (1918) de Harley Knoles, ambas mudas. En 1933 llega la innolvidable versión de George Cukor con el huracán Katharine Hepburn en el papel de Jo (nadie como ella para encarnarlo). Una versión famosa es la de 1949, de Mervyn LeRoy, con Elizabeth Taylor mostrando su infinita belleza en el papel de Amy.
En 1994, Gillian Amstron dirige a Susan Sarandon en una nueva cinta en el papel de la madre y, aunque disfruto viendo a Winona Ryder en el papel de Jo, y por regla general en la mayoría de sus intervenciones, he de decir que me cuesta ver el lado angelical de Kirsten Dunst, por la involuntaria asociación que establezco con Entrevista con el vampiro.
El día de Navidad tendremos la ocasión de disfrutar de esta historia en familia y no importa si trae un soplo de aire fresco a la obra o si es la versión definitiva. Contamos con Greta Gerwig no solo como directora, sino también como guionista, y las intervenciones de Meryl Streep y una Emma Watson que pretende seguir demostrando que no solo de Harry Potter vive el hombre.
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