Las mejores películas de Stephen King
Las mejores películas de Stephen King | King y su pluma sangrante entraron en la pista de baile a una edad temprana, vendiendo cuentos escritos por él en el colegio.Todo comenzó tras la lectura de Drácula, de Bram Stoker, pistoletazo de salida para conversar con la locura el resto de su vida.
A los 70 años, este escritor oriundo de Standford, sabe cómo desatar la furia de cualquier mortal, invitándolo a un baño de sangre que transporta al lector al lado más oscuro de su pensamiento.
Considerado como uno de los padres del terror psicológico, juega con este subgénero de una forma magistral, acompañándonos hacia el túnel que servirá de trampolín para el ocultismo.
Stephen Edwin King y su pluma sangrante entraron en la pista de baile a una edad temprana, vendiendo cuentos escritos por él en el colegio y posteriormente con la publicación de un relato en la revista Comics Review, en 1965.
A esta fecha le siguen más de 54 novelas, siete libros de temática alternativa a la ficción y en torno a 200 relatos. Con lo cual, podríamos decir que este prolífico escritor ha pasado su vida almacenando ideas que luego eran llevadas al papel o a la pantalla, aunque en ocasiones no con la pericia que se esperaba.
Sería muy complicado determinar el estímulo que le hizo adentrarse en todas esas imágenes sangrientas que lo acompañaron desde el principio. Quizás fueron motivadas por vivencias como la de que su madre estuviese empleada como cocinera en una residencia de dementes mentales; que en su juventud presenciara la muerte traumática de uno de sus amigos en un accidente en que fue arrollado por un tren o el final irremediable de su madre, por un cáncer fulminante, que no pudo paliarse médicamente como él hubiese querido, debido a la falta de recursos…
Películas de Stephen King
Lo importante es que de esa mente inquieta nacieron historias como la que se cuenta en su primera novela, Carrie (1974), en la que se muestra el poder mental de una chica absorta en un mundo de presión por parte de una madre histérica y obsesionada por el pecado, debido a sus propios errores de juventud. Anecdóticamente, leí que fue totalmente desechada por nuestro autor y vio la luz gracias a la destreza de su mujer (eslabón muy importante tanto en su vida personal como profesional) quien la rescató de la basura para publicarla sin su consentimiento.
El resplandor (1977), donde se ve a sí mismo perdiendo los papeles, debido a sus problemas con el alcohol y las drogas que lo han acompañado a lo largo del camino. No en vano, a día de hoy, sigue asistiendo puntualmente a las terapias de grupo.
En 1978 escribe un conjunto que para muchos es la mejor recopilación de relatos del autor, donde encontramos algunas de las historias que después fueron simiente para el salto a la gran pantalla, titulado El umbral de la noche (que tuve la suerte de recibir como obsequio, por parte de un alumno muy especial, fiel seguidor de King).
It (1986), introduciendo el terror psicológico de forma sutil en un entorno cotidiano y buscando el horror en la figura de un elemento tan pueril como un payaso de juguete. Y he aquí la magia de Stephen King, porque ¿quién ha podido tener un muñeco de estas características en casa desde entonces?
Misery (1987), que podría haber sido una premonición del desastroso acontecimiento que en 1999 lo haría permanecer ingresado con múltiples lesiones, debido al infortunio de un coche que se salió de la carretera y lo atropelló. En la historia, se nos cuenta el fatídico viaje de un escritor que, viendo finalizada su novela, se dirige en coche a un destino al que no llega debido a un accidente y es auxiliado por quien dice ser su mayor fan, y alegando que es enfermera titulada, lo cuidará en su casa convirtiéndose en la peor de las pesadillas.
Insomnio (1994), donde un anciano conecta con otros mundos durante la noche uniendo la vida y la muerte con un hilo como ya se nos mostraba antaño en la mitología. Y es aquí donde se entrelaza con La Torre Oscura mediante la figura del villano. Y es que, aunque nuestro autor no es muy amigo de secuelas, sí se deleita conectando elementos entre sus obras.
De alguna forma es consciente de que tiene todo un universo en torno a él y pudiera ser por eso por lo que durante un tiempo (entre 1977 y 1982) llegó a utilizar un pseudónimo (Richard Bachman) para comprobar si sus novelas realmente se vendían por su calidad o ya debido a una «marca registrada».
Podría seguir con una lista interminable de títulos, fruto de su poder insondable para la creación, pero me centraré en sus adaptaciones cinematográficas, las cuales no dejan impasible a un espectador que demanda lo que solo este récord Guinness con mayor número de adaptaciones puede mostrarnos. Así que realizaré un batiburrillo en el que alguno de sus seguidores más devotos echarán en falta títulos, ya que desgraciadamente nunca llueve a gusto de todos.
En algunas de ellas, como La zona muerta, Christine, Ojos de fuego, Cujo y Pet Sematary, formó parte integrante de su elaboración, no solo por realizar el guion sino también como actor con un pequeño papel, y tanto éstas como Creepshow alimentaron a los que durante los años 80 descubríamos los pormenores del universo King.
En 1990, Kathy Bates nos regalaba la figura de una perturbada enfermera en Misery, para volver en 1995 a las manos de nuestro escritor representando otra vez el desasosiego, en la figura de una mujer acusada de asesinato, en Eclipse total (1995).
Más tarde, Kubrick y Nicholson se unen en un proyecto grandioso, que todavía hoy sigue pasando factura en el cine. No en vano, Spielberg lo utiliza como reclamo en su última película Ready Player One haciendo un guiño de El resplandor en una de las pruebas que ha de superar su protagonista.
El cortador de césped llegó en 1992 como respuesta a un público enfrascado de lleno en el universo cibernético, mientras Sonámbulos (1992) alimentaba la imaginación a los adolescentes para aterrizar en una obra de arte como es Cadena perpetua (1994), con la participación en los papeles protagonistas de Tim Robbins y Morgan Freeman.
En 1997 dirigió, él mismo, Sin escape, que no obtuvo el éxito comercial de las anteriores y eludiendo algunas otras, aterrizamos en 2001 con Corazones en Atlántida (sin pena ni gloria, exceptuando la participación de Anthony Hopkins), en 2004 La ventana secreta (Johnny Depp y un estremecedor John Turturro), y en 2009 con el remake de Los chicos del maíz, que invadió las carteleras ochenteras con su primera versión. En esta segunda solo se incide en el peligro de los integrismos religiosos.
Vienen tiempos favorables para las adaptaciones del autor de Maine, ya que tras la recaudación de la nueva versión de It hay que aprovechar el tirón y desempolvar títulos como Cementerio viviente o The Gingerbread Girl, que veremos próximamente en la gran pantalla (basada en un relato publicado en la revista Esquire).
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