Estamos en Estrasburgo, donde el Parlamento Europeo entrega este miércoles el Premio LUX. Fernando Hernández Barral, enviado especial de FILA SIETE nos cuenta.
Estrasburgo
Enviado especial: Fernando Hernández Barral
Europa, qué guapa eres, daban ganas de gritar cuando hemos llegado a Estrasburgo, centro del poder continental. La ciudad de las instituciones que deciden nuestro futuro hace un alto estos días y mira a la cultura. El miércoiles 17 de diciembre se cuela el cine en el pleno del Parlamento, atareado con historias variadas, de la CIA a Venezuela pasando por otros mil temas. Esa jornada se entrega el premio LUX del Cine Europeo, votan los europarlamentarios y lo entrega el presidente Martin Schultz.
Muchos olvidan que la capital de Alsacia es el motor del audiovisual europeo. En Estrasburgo se legisla y ordena el audiovisual, se gestan las coproducciones, los grandes acuerdos y pactos.
El LUX por tanto no es un premio inocente. Con el LUX las instituciones europeas mandan un mensaje a la industria. Este es el cine que queremos, dicen. Basta leer la lista de premiados en anteriores ediciones, film sobre el conflicto entre fe y racionalidad (Alabama Monroe, 2013), el problema migratorio (Welcome, 2009) o las tensiones sociales (Las nieves del Kilimanjaro, 2011). Todas son buenas cintas competentemente realizadas pero si se examinan atentamente revelan una continuidad de discurso. Se trata del cine que gusta a la Europa de los 28, un cine pegado a la realidad. Los europarlamentarios saben que necesitan a la cultura para resolver la crisis europea, primero vienen las emociones, luego los cambios sociales.
Ayer los EFA (European Film Awards premiaron a Ida de Pavel Pawlikovski. Vieja conocida de nuestros lectores la cinta polaca va camino de convertirse en la triunfadora de los Globos de Oro y Oscar. El duro retrato en blanco y negro de una Polonia comunista y herida se dulcifica entre ecos de la Naima de Coltrane. En Ida hay dos personajes memorables que enmarcan una road movie femenina rodada con buen gusto. Una especie de Thelma & Louise serena.
Pero Ida es ante todo un filme bello, soberbio en sus encuadres. En Pawlikovski el cine europeo ha encontrado un ojo prodigioso. Esperemos que sepa estar a la altura de los Bergman, Murnau o Wenders. En Estrasburgo nos encontraremos con los directores de las tres nominadas. Procuraremos tomar un pedazo de tarta con cada uno.
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