Río Grande, de John Ford
Se cumplen 73 años del estreno de Río Grande, una de las películas preferidas de John Ford. Curiosamente, el maestro, que entonces tenía 56 años, no quería rodarla porque andaba entusiasmado con la preproducción de El hombre tranquilo en Irlanda.
Fue Herbert Yates, el dueño de la productora Republic, quien se empeñó en que Ford rodase primero Río Grande, en el caluroso verano de 1950, en el desierto de Moab (estado de Utah) y en Arizona.
Ford se resistió porque acababa de rodar la pequeña y extraordinaria Wagon Master (Caravana de paz), quizás su película preferida, producida por Argosy (la compañía fundada en el 39 por Ford y Merian C. Cooper) para RKO, con guion del gran Frank S. Nugent, protagonizada por Ben Johnson, Harry Carey Jr. y Joanne Dru. Wagon Master se estrenó el 22 de abril de 1950 y pasó sin pena ni gloria (en España se estrenó en TVE en 1969).
En Río Grande, Ford juntó por primera vez en pantalla a Maureen O’Hara y John Wayne. Los conocía bien, había trabajado con ellos desde 1930. El resultado fue sencillamente sublime. Kirby York es el teniente coronel al frente de un fuerte en Texas al que llega su hijo Jefferson en 1879, con nombre falso para lograr alistarse como soldado raso. Al poco, llega la esposa de York, Kathleen, que lleva 15 años separada de él y viene a llevarse a su hijo con ella. Kirby quemó la hacienda familiar de Kathleen durante la Guerra Civil, en la campaña de Shenandoah Valley en Virginia.
York (interpretado por John Wayne) aparecía como capitán en Fort Apache (1948), la película que recrea la derrota en junio de 1876 del 7º de Caballería en Little Bighorn, en la que muere el teniente coronel Custer, que en la película se llama Thursday (interpretado por Henry Fonda en un trabajo excepcional).
Una película a modo de aval
El productor Yates no terminaba de estar convencido de las posibilidades de éxito de El hombre tranquilo y hábilmente propuso a Ford que rodase Río Grande, como un aval que asegurase ingresos en previsión de un mal funcionamiento en taquilla de la película irlandesa. Así podría probar la química entre Wayne y O’Hara, a la par que Yates le animaba a meter canciones del grupo Sons of The Pionners, del que formaba parte Ken Curtis, que luego se casaría con Barbara Ford en 1952 y tendría el honor de ser el divertido Charlie, novio de Laurie Jorgensen en Centauros del desierto (1956).


El guion de Río Grande es de James Kevin McGuinness, que adapta el relato Mission With No Record del escritor James Warner Bellah (1899-1976), publicado en The Saturday Evening Post el 27 de septiembre de 1947.
Relatos de Bellah dieron lugar a otras películas de Ford, incluyendo las otras dos de la trilogía de la Caballería: Fort Apache (1948) y La legión invencible (1949). McGuinness murió poco después del estreno, con solo 56 años. Había trabajado en guiones de películas mudas de Ford (Strong Boy, 1929; The Black Watch, 1929; Men whitout Women, 1930) y el guion del corto La Batalla de Midway (1942), ganador del Oscar.
La película sería la primera de las tres dirigidas por Ford protagonizadas por O’Hara y Wayne. A Río Grande le seguirían El hombre tranquilo (1952) y Escrito bajo el sol (1957). Maureen empezó a trabajar con Ford en 1940, como protagonista de ¡Qué verde era mi valle!.
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Maureen
Sobre Maureen escribí con motivo de su muerte, el 24 de octubre de 2015, estos apuntes:
«No hay una actriz viva con la que me ocurra lo mismo. Me sé cada giro de cabeza, cada gesto suyo en tres películas monumentales: ¡Qué verde era mi valle!, Río Grande y El hombre tranquilo.
Bastaría escribir que Maureen fue la actriz predilecta de John Ford”.
Y escrito eso, está dicho todo, absolutamente todo.
Pero añado que los quince primeros minutos de How green was my valley! son una de las demostraciones de talento más impresionantes que recuerdo. La aparición de Angharad Morgan acodada en el pretil, saludando a su hermano Huw, la forma en que mira a Mr. Gruffydd por vez primera en la boda de su hermano mayor…


En Río Grande, Maureen/Kathleen se baja de un carro (ese enganchón de la falda en un saliente del pescante, Ford, eres un superdotado) que la lleva al fuerte donde está su hijo y ve venir a su marido Wayne/Kirby, con el que lleva quince años enemistada. El plano es arrasador: se te clava y ahí se queda, en ojo, corazón y cabeza, por ese orden.
En El hombre tranquilo, todo es un milagro en el que Maureen logra que cada gesto de Mary Kate Danaher sea una fiesta. Por algo es una de las películas más perfectas del cine.
La mejor historia de amor de Ford
Río Grande alberga la que, a mi juicio, es la mejor historia de amor que ha contado Ford. Y las tiene muy buenas: sin ir muy lejos, la historia de amor de La Legión Invencible es sublime, con Olivia Dandridge (maravillosa Joanne Dru) colada por el viudo Natham Brittles (en la tumba de su mujer, Mary, Brittles le confiesa: «Nice girl… reminds me of you») que se refleja en el teniente Cohill.
Tiene Río Grande algunas de las secuencias más hermosas de los poemas de Ford y, por tanto, de la historia del invento. Una la he mencionado ya: la llegada de Kathleen al fuerte. Hay otras dos en la tienda de campaña donde vive el militar: la cena y la aparición en la noche de Kathleen.
El plano de Kathleen tomando la mano de un York herido que llega en una camilla arrastrada por un caballo es un cuadro que debería estar en alguno de los grandes museos del mundo.
Por último, la tribuna de la parada con Kathleen deslumbrante y pícara, jugando con la sombrilla, junto a su marido, cuando suena la canción sudista Dixie.
La película se te queda clavada en el alma como un brindis al honor, el que hace Kathleen en la cena con el general y los oficiales, devorando a su esposo con la mirada de una mujer que es puro fuego: «To my only rival, the United States Cavalry». Se bebe el oporto de golpe y pone la copa boca abajo.
No hay más que decir: John Ford puro.