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Saul Bass, un hombre con mucho crédito

Un diseñador gráfico norteamericano cuyos carteles de cine y títulos de crédito conforman una de las páginas más apasionantes del diseño cinematográfico

Saul Bass, un hombre con mucho crédito: Cartel West side story

Saul Bass, un hombre con mucho crédito

Se cumplen 26 años del fallecimiento de Saul Bass, uno de los grandes del diseño gráfico que trabajó intensamente creando «resonancias emocionales». 

Sentir vértigo con una película de Hitchcock, hacer mentalmente el gesto de colocar una piedra en la tumba de Oskar Schindler, sorprenderse tarareando una canción de West Side Story… Son cosas que nos ocurren, en buena medida, por “culpa” de un diseñador gráfico norteamericano cuyos carteles de cine y títulos de crédito conforman una de las páginas más apasionantes del diseño en general y del diseño cinematográfico en particular.

El diseñador Saul Bass tiene una obra extensa que incluye trabajos para directores de la talla de Otto Preminger, Alfred Hitchcock, William Wyler, James L. Brooks, Stanley Kramer, Stanley Kubrick y Martin Scorsese. En su faceta de creador de logotipos para empresas Bass creó la imagen de Kleenex, de las telefónicas Bell y AT&T, de las aerolíneas Continental y United, de la empresa japonesa Minolta, del gigante de las comunicaciones Warner.


Bass (Nueva York, 1920 – Los Angeles, 1996) es una referencia imprescindible en el diseño, al que aportó una admirable mezcla de arte y tecnología, con influencias marcadas de las estéticas desarrolladas por la Bahuaus y por algunos de los constructivistas rusos. Sus tipografías, la manera de mantener en sus carteles y créditos de cine el aire de lo que está hecho a mano aunque con una intervención evidente de la máquina es asombrosa. Quizás por eso se entiende que los directores citados contasen con él repetidas veces para dar las señas de identidad a sus películas, presentadas por Bass de una manera siempre original, siempre reconocible.

En enero de 2013 una exposición en el madrileño Círculo de Bellas Artes permitió admirar en vivo la obra de Saul Bass. Los carteles proceden de la colección particular de Gerardo Vera. De Vera son estas palabras precisas y sugerentes: “Bass consigue en una sola imagen, plasmar la idea de la película en una síntesis poderosa y definitiva que ya es, por derecho, marca de la casa…sus carteles apuntan, insinúan, casi nunca definen, dejando así un amplio margen para que sea el espectador quien complete su propia visión. Las creaciones de Bass son como potentes lentes de aumento que iluminan los aspectos más esenciales y ocultos de la película, completando el trabajo del director, los actores, el iluminador, el director artístico y todos los integrantes del film”.

Los carteles y los créditos se pudieron admirar en una muestra que dio idea de la poderosa creatividad de un artista que no se cansó de experimentar. Su audacia está especialmente presente en varios créditos finales de películas en las que usa efectos electrónicos y animaciones que son pura vanguardia.

Bass siempre trabajó convencido de que sus carteles debían estimular la imaginación del espectador. Basta contemplar su trabajo para Anatomía de un asesinato, en 1959. Ya en los 90, cuando llevaba casi 40 años con un estudio de diseño abierto en Los Angeles, Steven Spielberg le encargó el cartel de La lista de Schindler y Bass hizo algo sencillamente colosal.

Pero los productores prefirieron otro diseño, mucho más evidente. Los tiempos cambiaban y eso de apelar a la imaginación del espectador era arriesgado. El de Casino (1995) fue el último cartel de Bass. Pero los que conocen su obra detectan su intensa presencia en el trabajo de muchos diseñadores que le deben mucho. Para comprobarlo, revisen los créditos de la serie Mad Men.

En la entrevista que Film Quarterly publicó en 1996, Bass contaba a Pamela Haskins: «My initial thoughts about what a title can do was to set mood and the prime underlying core of the film’s story, to express the story in some metaphorical way. I saw the title as a way of conditioning the audience, so that when the film actually began, viewers would already have an emotional resonance with it (Mis pensamientos iniciales sobre lo que puede hacer un título de crédito fue establecer el estado de ánimo y el núcleo subyacente principal de la historia de la película, para expresar la historia de alguna manera metafórica. Vi el título como una forma de condicionar a la audiencia, de modo que cuando la película realmente comenzara, los espectadores ya tuvieran una resonancia emocional con ella)».

Luis Olábarri / Miguel Pérez Castro

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