Estreno en España de la opera prima de Ana Rosa Diego, Siempre hay tiempo
⇒ Crítica de Siempre hay tiempo
Entusiasta, vital, eufórica, Ana Rosa Diego presentó en Madrid Siempre hay tiempo, su primer largometraje rodeada de algunos de sus actores. Tiene motivos para la euforia: viene avalada por el éxito en el Festival de Huelva (Premio del Público y Premio “Llave de la Libertad”). Pero también para el agradecimiento: ha tenido el privilegio de disponer para su estreno de un perfecto elenco de actores.
Del protagonista, Txema Blasco, se enamoró desde que lo vio en una fotografía: el perfecto abuelo del norte, recio y seco, puro genio reconcentrado. Pero, además, la directora sevillana pudo contar para unos secundarios que aportan una sustancia vital a la película con actores de la talla de la encantadora Montserrat Carulla, el lúcido Fermí Reixach o una Maite Sandovalbrillantemente sencilla (binomio nada fácil, fruto de su matizada actuación, y decisivo en el desarrollo de la trama).
Más sorprendente resulta la aparición de un chaval salido de la nada como Edu Bulnes, que encuentra la mezcla de desparpajo y naturalidad que necesita el personaje clave del nieto. Ana Rosa Diego apunta un dato que quizá diluya la sorpresa: la dedicación de muchas horas a los castings. Una costumbre no muy extendida que, en este caso, podría explicar también otro de los descubrimientos reconfortantes de la película: esa pandilla de amiguetes del protagonista, poblada de jubilados de dominó, contemplación de obra y mundo por montera. Gente que no sólo cuenta batallitas, sino que las libra con una más que creíble solvencia.
Suscríbete a la revista FilaSiete