Superhéroes del cómic al cine

Superhéroes del cómic al cine | Aunque el Amadís de Gaula es rastreable en el siglo XIV, su éxito se halla en el XVI. Entre los superhéroes, Supermán apa­reció en 1938, en el contexto del New Deal.

Supermán y Amadís de Gaula son primos hermanos. Des­cienden ambos del arquetipo heroico, bien delineado por estudiosos como Joseph Campbell. Sus nacimientos, sus crianzas en el exilio, sus hazañas y el descubri­mien­to del destino que les aguardaba por naturaleza, son perfectamente especulares. Asimismo, ambos atesoran y defienden los ideales y la moral que anhelaron sus res­pectivos tiempos.

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Aunque el Amadís de Gaula es rastreable en el siglo XIV, su éxito se halla en el XVI con la refundición de Gar­ci Rodríguez de Montalvo, paralelamente a la expansión del Imperio español. Es más, sabemos que era leí­do por muchos conquistadores y tomado como ejemplo heroico y caballeresco.

Supermán, creado por Jerry Siegel y Joe Shuter, apa­reció en 1938
Supermán, creado por Jerry Siegel y Joe Shuter, apa­reció en 1938

Supermán, creado por Jerry Siegel y Joe Shuter, apa­reció en 1938, en el contexto del New Deal. Tras el crack del 29, la ejecutiva de Roosevelt implanta una serie de medidas que, entre otras cosas, fomenta el esfuerzo personal a través del can do. Y ahí aparece Supermán, guar­dián del American way of life y, al mismo tiempo, gra­cias a su álter ego (periodista aparentemente anodino pero de gran potencial oculto), dejándose identificar con el común de la ciudadanía.

En sus respectivos géneros, ambos personajes demostraron fecundidad y sus vástagos son incontables. A Supermán le siguió Batman, Wonder Woman o el Capitán Amé­rica, que representaría al perfecto soldado norteamericano en su lucha contra el Eje del Mal -forzoso un te­mible archienemigo-. En lo que a libros de caballería se refiere, la descendencia no fue menor; baste con citar Las sergas de Esplandián o el ciclo de los Palmerines.

“Pero la auténtica vuelta de tuerca la daría Kick-ass, ideado por Mark Millar y publicado por primera vez en 2008. Narra la historia de Dave Lizewski, un estudiante flacucho y con gafas que, empedernido lector de historietas, decide convertirse en superhéroe”

Ya sea por el cambio de la coyuntura histórica o por la simple erosión del género, pronto surgen creaciones que trastocan las directrices fundacionales a través de la variación o la parodia. En el caso español, incluso den­ tro del círculo amadisiano, aparecen obras como Flori­sando, que rebaja el contenido fantástico en favor de la ejemplaridad cristiana; o como Lisuarte de Grecia, que, en sentido contrario, intensifica lo inverosímil y da ca­bida a elementos humorísticos.

Si volvemos al terreno del cómic, tres cuartos de lo mismo. En la década de los sesenta y con Vietnam de fondo, surgen creadores como Stan Lee que transforman el canon. El neoyorkino socaba dos elementos imprescin­dibles para la claridad moral de las historietas. Por un lado, hace más ambigua la psicología de los superhéroes.

El personaje de Hulk fue creado por Stan Lee y Jack Kirby siendo su primera aparición en The Incredible Hulk nº1, publicado 1962
El personaje de Hulk fue creado por Stan Lee y Jack Kirby siendo su primera aparición en The Incredible Hulk nº1, publicado 1962

La Cosa, por ejemplo, se muestra disconforme con su so­brevenida condición heroica. No contento con ello, Lee también desdibuja la maldad del enemigo. Se ve en el caso de Hulk. Caracterizado por la rabia ciega, sus ene­migos no son ya los del Estado, sino el propio ejército de su país, desconcertado ante esa abominación verde que todo lo arrasa.

En Kickass, Dave Li­zewski, un estudiante flacucho y con gafas que, empe­dernido lector de historietas, decide convertirse en su­perhéroe

Pero la auténtica vuelta de tuerca la daría Kick­ass, ideado por Mark Millar y publicado por primera vez en 2008 (versión cinematográfica de Matthew Vaughn y secuela de Jeff Wadlow). Narra la historia de Dave Li­zewski, un estudiante flacucho y con gafas que, empe­dernido lector de historietas, decide convertirse en su­perhéroe. Compra un disfraz por internet, se agencia dos porras y, harto de la pasividad generalizada, sale al mundo a luchar contra los villanos. Claro está, recibe una paliza tras otra. Con el único motor de su voluntad desproporcionada, se convierte en una figura ridícula que, no obstante, encarna  los más elevados sentimientos de bondad y justicia. Subyace una fe inquebrantable en la prevalencia del bien. Puro quijotismo.

Lamentablemente, Dave no tarda en alejarse del per­sonaje cervantino. Si en su génesis encontrábamos lo que, según Unamuno, caracterizaba al Qujiote: “una disparidad insoportable entre la inmensidad de su deseo y la pequeñez de la realidad”; pronto Dave logra ser un auténtico superhéroe a cuyo paso caen los esbirros cual hojas otoñales. El que empezó siendo un perdedor, em­briagado de nobleza y buenas intenciones, acaba, me­diante el esfuerzo, consiguiendo su objetivo e igualando la realidad a su deseo. Lástima, con lo que prometía…

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