Todos los villanos de Disney
Dentro de cualquier realidad vivida y etérea, encontramos la dicotomía del bien y el mal. Teniendo en cuenta que no son buenas las posturas maniqueas, en ocasiones se entrecruzan las emociones y, lo que a priori es rechazado por nuestro lado consciente, puede ser aceptado en parte por nuestro inconsciente.
Algo de esto vivimos en cada una de las creaciones Disney: cuando comenzamos a disfrutar de una proyección de la factoría, es normal que empaticemos con el protagonista, pero, aunque nos resistamos, el subconsciente se siente de alguna manera atraído por el villano o personaje maligno. Dicho antagonista cobra importancia en ocasiones, hasta el punto de convertirse en el centro de la historia y apartar a un lado las bondades del héroe o heroína en virtud de una focalización completa dentro del relato.
Este es el caso de Cruella, que llega a nuestros cines y a la plataforma Disney+ en formato de acción real, y promete llenar las pantallas de malas intenciones para con esos tiernos perritos que se le representan como majestuosos abrigos.
No es la primera vez que la factoría se centra en el lado más oscuro de sus cuentos para llevar al cine, en imagen real, la historia de un personaje; incluso, en 2015, todos tuvieron cabida junto a sus hijos en la exitosa trilogía del canal Disney, Los descendientes.
Ya vimos, hace unos años, la fantástica acogida que tuvo Maléfica (2014), con una intrigante Angelina Jolie, e incluso se atrevieron con una segunda parte, Maléfica: Maestra del mal (2019), desde el 22 de mayo en Disney+. Aquí se deja patente la razón por la que el hada pasó a ser una criatura vengativa. Dicho personaje está extraído del largometraje de animación La bella durmiente (1959).
Desde su primera película, tuvieron claro que en todas las culturas hay que equilibrar las dos caras de la moneda y, por ello, aparecieron personajes como la madrastra de Blancanieves (1937), que consigue crear auténtico pavor cuando se convierte en la vieja bruja de la manzana, o Strómboli, que utiliza a Pinocho (1940) para su propio beneficio, encerrándolo en una jaula y mostrándolo como atracción de feria.
En esa línea, inolvidable la aparición de Chernabog, bajo la música de Mussorgsky, en Fantasía (1940). Personalmente, tras verlo por primera vez en el cine, este hecho me mantuvo bajo el efecto de las pesadillas por varias noches y, por ende, a mis padres, debido a mi corta edad.
Lady Tremaine, junto a sus desagradables hijas, arrebata a Cenicienta (1950) todo lo que le dejó en herencia su padre y se encarga de que cada día resulte desesperanzador.
¿Qué sería de Alicia (1951) sin la Reina de Corazones gritando «¡Que le corten la cabeza!», mientras ella corre despavorida entre cartas-soldado? Peter Pan (1953) no encontraría un rival digno para luchar sin la figura del Capitán Garfio, obsesionado por el tic-tac del reloj que se tragó el cocodrilo que le comió la mano.
Del tintero de Rudyard Kipling nace un misterioso personaje en forma de serpiente llamado Kaa, en su obra Los relatos de Mowgli. Disney le da forma en El libro de la selva (1967), ansiosa de tener en sus redes al niño salvaje.
Y, tras el envidioso mayordomo (Edgar Balthazar) de Los aristogatos (1970), otra vez la serpiente es la elegida para poner el toque malicioso en Robin Hood (1973), aportando inadecuados consejos al Rey Juan.
En 1989, con La Sirenita, surge del fondo del mar una de las villanas con menos escrúpulos de la productora, Úrsula, que desafía a Tritón utilizando su más preciada joya, su hija Ariel, y las flaquezas de amor de ella por un príncipe humano.
Es curioso que en La Bella y la Bestia (1991) el antagonista no es la Bestia, sino el joven apuesto y presumido del lugar, que pretende conseguir la mano de la protagonista.
Jafar buscará la lámpara maravillosa destruyendo todo lo que encuentra a su alrededor, sin desbancar al ladronzuelo de gran corazón Aladdin (1992).
En 1994 encontramos un paralelismo claro entre el rey Claudio de Hamlet y Scar (El rey león), queriéndose proclamar como rey tras la muerte de su hermano; y, dos años más tarde, disfrutamos de la maravillosa catedral de Notre Dam bajo la ruin mirada de Claude Frollo (El jorobado de Notre Dame -1996-).
La mitología también mostró su lado más monstruoso en la figura de Hades, dios del inframundo (Hércules -1997-), para topar de bruces con Shan Yu, el despiadado líder de los hunos, intentando demostrar un poder imparable (Mulan -1998-).
Y, por último, es interesante detenerse en dos personajes cargados de fuerza negativa, cuya finalidad es hacer la vida lo más desagradable posible a las almas bondadosas con quien comparten reparto. El primero es el Doctor Facilier, empeñado en utilizar el ocultismo para ser cada vez más poderoso en Tiana y el sapo (2009); el segundo, Madre Gothel, que usa el chantaje emocional para absorber toda la energía que encierra el cabello mágico de la princesa Rapunzel en Enredados (2010).
Soy consciente de que se quedan en el tintero otros tantos como Madam Mim e incluso el emblemático lobo de los tres cerditos, pero la lista se hace interminable y podría resultar tediosa.
Desde los años noventa, la productora del ratón Mickey ha simpatizado con las realizaciones en live action como Alicia en el país de las maravillas, La Bella y la Bestia y otras tantas, y promete el estreno de algunos títulos más que reconocidos, cuyos proyectos ya están en marcha. Mientras tanto, volvemos a disfrutar en pantalla grande de la figura enrevesada, maliciosa y sin escrúpulos de Cruella.
Orígenes de Cruella
El personaje brota de la pluma de Dodie Smith, novelista y dramaturga inglesa, que se hizo mundialmente conocida por su libro 101 dálmatas. La historia está basada en la propia experiencia de la escritora, ya que tenía un perro llamado Pongo y, después de ayudar al nacimiento de los cachorros de éste, junto a su marido, se sintió inspirada para darle forma a este relato.
Pero lo que nunca hubiese pensado es que su personaje malvado y sin escrúpulos tomase la magnitud que con el tiempo alcanzó la versión cinematográfica de Disney, en 1961. Marc Davis fue el encargado de darle vida a Cruella, utilizando por primera vez la técnica de xerografía para hacer la animación.
Autor de otras creaciones como Cenicienta o Alicia, su intención desde el principio fue dar forma a una villana moderna, que incluso brotó de su entorno cercano (sin querer revelar nunca un nombre en particular -como es lógico-) y mezcló imágenes con las ilustraciones de la novela original, realizadas por las gemelas e ilustradoras Janet y Anne Grahame Johnstone.
Tras el éxito de la versión de animación, en 1996 llegó un esperado live action con nombre propio: esta vez era Glenn Close la que encarnaba al maléfico personaje (ya vimos un atisbo de lo que era capaz de hacer, en su lado más oscuro, en Atracción fatal -1987-). Su trabajo le valió la nominación a los Globos de Oro como mejor actriz de comedia, y consiguió que el American Film Institute incluyera el personaje en la lista de los cincuenta peores villanos en la historia del cine. Ahora nos llega de la mano de Emma Stone (La La Land, 2016), junto a Emma Thompson, dirigida por Craig Gillespie y con Glenn Close como directora ejecutiva.
El telón de fondo en el que se desarrolla la historia es el Londres de los Sex Pistols, en el que la moda y el contexto punk van de la mano para el complot que pone en juego la vida de unos tiernos cachorros.
El filme es un reclamo para los amantes de la moda, que podrán apreciar la majestuosa transformación del personaje, realizada por la oscarizada Jenny Beavan.
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