Taiwán: música, cine e identidad | Taiwán ha sido el refugio de la cultura china más auténtica, sobre todo en la época de la Revolución Cultural, cuando tantos tesoros de la época imperial fueron arrasados por la locura de «El Gran Timonel».
Una de las advertencias habituales a quienes tienen que viajar a Taiwán es que debe contar con sentir algún terremoto durante su estancia, dadas las estadísticas sobre el promedio de terremotos anuales de la isla. 2019 empezó con un buen terremoto, pero más bien diplomático. El Secretario General del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, enviaba a los «compatriotas de Taiwán» un mensaje en el que dejaba claro que no renunciaba al uso de la fuerza para lograr la plena anexión de la antigua Formosa a la China comunista.
Sirva esta introducción para entender que Taiwán pasa por una época en que la necesidad de afirmar su identidad nacional es más urgente que nunca, dado el poderío actual de China, apenas contestado por la inofensiva UE y por un líder tan poco prestigioso como Donald Trump. Consciente o inconscientemente, el cine taiwanés de los últimos años se ha llenado de historias en que la música actúa como un poderoso instrumento de afirmación de esa identidad.
Long Time No Sea
Uno de los ejemplos más destacables es la gran sorpresa de los festivales internacionales de cine en que ha podido verse alguna película taiwanesa. Long Time No Sea (2018), primer largometraje de la directora Tsui Yung-Hui, que no ha podido empezar mejor su carrera y se ha convertido en la gran esperanza del cine taiwanés. La acción del filme se desarrolla en la isla Orchid, en la que habita la etnia Tao. Hasta allí llega, sin mucha ilusión, un joven profesor de escuela (Shang He-huang) que solo espera que la estancia en aquel lugar apartado le sirva para ganar puntos de cara a su promoción. Enseguida entabla relación con Manawei, uno de sus alumnos, que sobrevive al cuidado de su abuela. El profesor va descubriendo poco a poco el encanto de este pueblo marginado y acaba empeñado en colaborar en la tarea de que los niños se sientan orgullosos de sus raíces y sean embajadores de la cultura Tao. Un concurso escolar de baile tradicional en la ciudad de Kaoshiung será la oportunidad de que cada uno dé lo mejor de sí mismo para conseguirlo.
Taiwán: música, cine, identidad y cultura
El problema identitario de Taiwán es complejísimo: esas mismas minorías étnicas que hoy son firmemente respaldadas por el gobierno de la presidenta Tsai Ing-wen, fueron antaño despreciadas por sus primeros gobernantes, el Kuomintang que desembarcó en Taiwán después de haber perdido la guerra civil contra el ejército comunista de Mao. Las minorías étnicas ayudan a marcar distancias con respecto a la China continental, pero, al mismo tiempo, Taiwán ha sido el refugio de la cultura china más auténtica, sobre todo en la época de la Revolución Cultural, cuando tantos tesoros de la época imperial fueron arrasados por la locura de “El Gran Timonel”. Si la película citada habla de aspectos de la cultura taiwanesa que ni los propios taiwaneses conocen, otro filme reciente, Turn Around (Ta-pu Chen, 2017), gira en torno a los instrumentos musicales típicos de China.
Turn Around también tiene como escenario principal una escuela rural, pero hay una gran diferencia: se basa en una historia real. De hecho, al final de la película aparece el profesor real contando al público el epílogo de la cinta. Se trata de una de esas historias de las que diríamos que es inverosímil si no supiéramos que sucedió prácticamente tal cual aparece en el guion, y tiene bastante similitud con Música del corazón (Wes Craven, 1999), la historia interpretada por Meryl Streep en el papel de la profesora de violín Roberta Guaspari. De nuevo la historia tiene como protagonista a un maestro de escuela, que además debe ayudar a la comunidad escolar a sobreponerse a la destrucción del colegio por el trágico terremoto de 1999. Es una conmovedora historia que encantará a educadores y que permite conocer todo el catálogo de instrumentos tradicionales de China: èrhu, pipa, ruan, guzheng, yangqin, dizi, etc.
Música en el cine taiwanés
Otra faceta de la presencia de la música en el cine taiwanés son las películas protagonizadas por cantantes. En este punto hay un antes y un después: Cape no. 7, dirigida por Wei Te-sheng y estrenada en 2008. Es la película más taquillera de la historia de Taiwán. Su enorme éxito ha llevado a la proliferación de estrenos protagonizados por cantantes, como Always Miss You, con Amber Kuo como estrella, dirigida por Chen Hung-i y estrenada hace unos días.
Pero Cape no. 7 es mucho más que una película que utiliza el gancho de los cantantes de moda para llevar espectadores a las salas de cine. Wei Te-sheng consiguió armonizar todos los elementos aparentemente contradictorios de la sociedad taiwanesa: el campo y la ciudad, la mayoría china y las minorías autóctonas, la juventud y la ancianidad, la música pop, la clásica y la tradicional, el drama y la comedia, el controvertido legado japonés… Es lógico que tuviera el éxito que tuvo: cualquier taiwanés se vio reflejado y bien tratado en esta comedia musical.
Casi una década después, el mismo director firmó la conocida como «La La Land taiwanés», 52 Hz I Love You (2017), un musical maltratado por la crítica cuya acción transcurre un Día de San Valentín cualquiera en Taipei. Vuelven a aparecer cantantes de moda, pero, consciente o inconscientemente, marca diferencias con respecto a la China continental. De modo amable, que para eso está la música, para suavizar tensiones, pero diciendo alto y claro que Taiwán es Taiwán.
Suscríbete a la revista FilaSiete