Al final de la escalera: Escalofriante

Al final de la escalera | Gran parte de las sensaciones terroríficas que nos despiertan las pelí­cu­las de mie­do se las debemos a Al final de la esca­le­ra. La cinta de Pe­ter Me­dak es en sí mis­ma un com­pendio de las leyes que pro­vocan esa emoción es­calofriante que nos recorre la espina dor­sal y nos obli­ga a taparnos los ojos con las ma­nos, dejan­do una rendija pa­ra po­der ver… lo que no queríamos ver.

Desde entonces, hemos visto repe­tir tan­tas veces la fórmula que ya nos la sabemos de memoria, en Pol­ter­geist, en Los otros; pero todo lo bueno del cine de terror estaba aquí. Nada nue­vo bajo… las ti­nieblas. Y el tiem­po no la ha devalua­do, ni siquiera por esas tonalidades po­la­roid que tan bien le quedan al gé­nero.

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Al final de la escalera tiene el don de la elegancia y la habilidad de asus­tar a par­tir de lo cotidiano: el rui­do am­biente po­blado de sonidos in­tra­die­géticos, las mi­radas intencionadas o aparentemente ba­nales, las cosas de siem­pre que cobran una di­mensión dis­tinta sin perder su apa­rien­cia. Dice sin palabras, sugie­re sin mos­trar. La pe­ricia técnica las transfor­ma. Esa banda sonora, los movimientos de cámara -el travelling horizontal y vertical, el picado y contrapicado, las to­mas sub­jetivas por la casa, la an­ti­ci­pación de de­talles esenciales en plano, los juegos ma­lévolos con el espectador… Dice sin pa­labras, sugiere sin mostrar, pulsando las teclas del sub­consciente.

George C. Scott cumple a la perfección su papel de compositor viudo que necesi­ta olvidar y no le dejan. Apá­tico primero, atri­bulado, obsesionado y espantado con el fenómeno paranormal después.

Vale. No es la primera ni es perfec­ta. No cierra bien, la historia resulta ro­cam­bo­lesca y precipitada, pe­ro des­de este clá­sico del cine de te­rror, las es­caleras em­pinadas y de os­curo final, los bajos de las camas, los espejos, las ca­sas antiguas con bu­hardillas, los gri­fos que no cierran bien, no nos de­jan con­ciliar el sue­ño. Has­ta una pequeña pe­lota nos puede ha­cer tem­blar.

Ficha Técnica

  • Fotografía: John Coquillon
  • Montaje: Lilla Pedersen
  • Música: Rick Wilkins  
  • País: Canadá (The Changeling)
  • Año: 1980
  • Distribuidora DVD: Universal
  • Duración: 109 min.
  • Público adecuado: +16 años
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Reseña
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Periodista. Máster en Guion, Narrativa y Creatividad Audiovisual por la Universidad de Sevilla