El árbol de los zuecos

El árbol de los zuecos: Retrato sencillo y lírico de la vida campesina

El árbol de los zuecos desprende por todos sus poros no solo el amor y el respeto de Olmi por sus raíces, sino un retrato veraz de la injusticia que se vivió en el campo de tantos países europeos hasta bien entrado el siglo XX.

Ermanno Olmi (Bérgamo, 1931), ganó la Palma de Oro en Cannes en 1978 con esta película imprescindible, que siempre aparece como referencia de un cine capaz de retratar la realidad con las armas de la ficción. Un relato en el que asistimos a la vida cotidiana de unos aparceros italianos que luchan por salir adelante y educar a sus hijos. Con la mirada puesta en distintas familias, seguimos varias historias sencillas y conmovedoras.

El director de El puesto, La leyenda del santo bebedor y El oficio de las armas retrata con sencillez y un lirismo exento de toda afectación la vida campesina en una granja de Lombardía, en el norte de Italia, a finales del siglo XIX. Es una cinta única, porque hay otras muchas de gran nivel pero distintas a este poema visual que une la precisión de un documental etnológico con un relato estéticamente admirable.

El árbol de los zuecos desprende por todos sus poros no solo el amor y el respeto de Olmi por sus raíces, sino un retrato veraz de la injusticia que se vivió en el campo de tantos países europeos hasta bien entrado el siglo XX, con unos caciques insensibles. Olmi atrapa el carácter campesino, su recio cristianismo, su amor por el detalle, de una forma tan bella que solo la música de Juan Sebastián Bach puede acompañar a unas imágenes, a un relato tan inspirado.