Black Rain: Mucha técnica, poca historia

Nick Conklin es un policía típico de novela negra: duro, antipático, asocial, va por libre y está siendo investigado por asuntos internos. Le acompaña Charlie, un policía novato, competente y de buen corazón. La historia comienza cuando detienen a un mafioso japonés, un miembro de la «Yakuza», que ha cometido diversos asesinatos y ellos son encargados de escoltarlo a Osaka. En Japón se escapa y se dispone a vengarse de Nick y Charlie. Ellos, a su vez, se disponen a colaborar con la policía japonesa para regresar a Estados Unidos con la frente alta.

Black Rain es una película sobrevalorada desde el día de su estreno, y una obra representativa del estilo de Ridley Scott, todo se queda en la forma, nada en el fondo. El resultado final puede ser agradable, si uno suspende el juicio y se queda con el triunfo del héroe sobre los malos. El guion es un conjunto de tópicos de escuela, hilvanados por una trama con más agujeros que un gruyer, pero la pareja protagonista formada por Andy García y Michael Douglas funciona y la ambientación de Osaka, ciudad sombría donde las haya (ignoro si será así, la Osaka que he visto en otras películas es diferente), oprime a los personajes que por ella transitan. Pero todo ello está al servicio de una mala trama: ¿se puede escapar un asesino al bajar del avión por una puerta donde le esperan sus amigos disfrazados de policía mientras que la policía real está aguardando a que salgan por otra puerta? Dos policías norteamericanos deciden quedarse en Japón para ayudar, sin conocer una palabra del idioma, ni tener el mínimo conocimiento del país, y funcionando por libre. Casualmente encuentran a una camarera rubia, de Chicago, que lo sabe todo de la «Yakuza» y les asesora… por no hablar de la lamentable -para algunos espectacular- persecución en moto, o la fantástica -literalmente mágica- solución final del caso.

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Black Rain es una tontería que tiene un despliegue visual impresionante para maquillar la ausencia de contenido, fórmula que ha utilizado muy a menudo este director y que funciona cuando la historia importa poco o cuando los personajes engarzan mejor con el relato. Osaka recuerda al Los Angeles de Blade Runner, pero en esa película tiene una razón de ser; los personajes tienen que ver con esa ambientación. En Black Rain cada pieza del thriller está como está porque «le da la gana», y a quien no le atraiga que se vaya. Ni siquiera Michael Douglas resulta particularmente convincente o atractivo, es un simple duro, chuleta y antipático.

Con todo la película cayó bien, fue un éxito y demuestra que la habilidad técnica -y un par de actores carismáticos- pueden conquistar al público, a pesar de un guion mediocre.

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Ficha Técnica

  • Fotografía: Jan De Bont
  • Montaje: Tom Rolf
  • Música: Hans Zimmer
  • País: EE.UU., 1989
  • Duración: 120 min.
  • Distribuidora en España: Paramount
  • Público adecuado: +14 años
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.