Braveheart: Gloriosa epopeya con gran ritmo

Hace 30 años Mel Gibson, el célebre actor de Gallipoli y Arma letal, demostró que también sabía manejar la cámara: su película Braveheart obtuvo 9 candidaturas a los Oscar, de las que se llevó 5, entre ellas las de mejor película y mejor director. Conviene decir que no era su primera cinta, en 1993 había rodado una pequeña gran historia que había pasado medianamente inadvertida para el gran público, no para la crítica: El hombre sin rostro.

Braveheart es un drama histórico de larga duración que reinventa -casi todo en esta historia es imaginario- la historia de William Wallace, un líder escocés que en el siglo XIII se rebeló contra la tiranía del rey Eduardo I de Inglaterra. Wallace habría unido a todos los clanes escoceses y derrotó al ejército inglés en la batalla de Stirling. El Braveheart de Mel Gibson es épica pura y emoción. Hay amor, patriotismo, nobleza y traición. Su último grito, en el potro de tortura -“Libertad”- es -claramente- anacrónico, pero queda de maravilla para poner el broche final a una gloriosa epopeya inspirada en los clásicos de capa y espada de Hollywood, con un moderno toque feroz y sangriento.

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Técnicamente, las batallas son espectaculares; cientos de figurantes se despliegan en escenarios magníficos. Infantería, arqueros, caballería… y la estrategia desarrollada es clara y se entiende. Llegado el cuerpo a cuerpo, algunas imágenes son brutales (aunque desde entonces ha sido muy superado). El ritmo es perfecto, las más de dos horas de duración se pasan en un vuelo.

La ambientación tiende al realismo, aunque la Edad Media está edulcorada; la auténtica, a nuestros ojos, tendría poco atractivo. Su sentido del humor está más cerca del Robin Hood de Errol Flynn que del Macbeth de Fassbinder. Los protagonistas tienen el atractivo de los indomables. Recuerdan el reencuentro de Wallace con su amigo Hamish, a pedradas, y cauterizar la herida a lo vivo; son rudos, alegres, nobles. Gibson destaca además por su inteligencia, lo enviaron a estudiar -ya hay universidades en Europa- para poder enfrentarse a los ingleses. Demostrará que el esfuerzo valió la pena, no es una mala lanza a favor del estudio.

Las interpretaciones son notables, Gibson está en su salsa en el papel de Wallace, pero su antagonista, Patrick McGoohan, destaca por su ingenuo maquiavelismo. Wallace (autor de la novela Braveheart) se divierte dándole un carácter cínico-realista que le permite equivocarse sistemáticamente.

Ficha Técnica

  • Fotografía: John Toll
  • Montaje: Steven Rosenblum
  • Música: James Horner
  • País: EE.UU., 1995
  • Duración: 170 min.
  • Distribuidora: Paramount
  • Público adecuado: +16 años (V+S-D)
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Reseña
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Fernando Gil-Delgado
Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.
braveheartGibson firma un drama histórico de larga duración convertido en épica pura y emoción