El último

El último: Las apariencias engañan

Basada libremente en el relato El abrigo, de Nikolái Gógol, El último narra la caída en desgracia de un veterano portero de hotel al ser desposeído de su uniforme y enviado a trabajar como asistente en el lavabo de caballeros. Contada así, la historia parece un tanto anodina; pero los autores logran convertir una mínima anécdota en un gran fresco de un país y de una época, legándonos una de las grandes obras maestras del cine mudo.

Hay que adentrarse un poco en el contexto histórico para entender mejor el alcance del relato. En la Alemania de posguerra, el uniforme era todo un símbolo de autoridad y alto estatus social, y el perderlo era como caer en la mayor de las desdichas con el menoscabo de la dignidad y el buen nombre. Sin que haga mucho alarde de ello, El último es además un filme antimilitarista ya que, aunque en la cinta el uniforme sea de portero de hotel, en realidad es como si se tratara de un uniforme militar -con su brillante botonadura, charreteras, galones y entorchados-, a lo que hay que añadir que el protagonista saluda militarmente a todo aquel con quien se cruza. La I Guerra Mundial aún escocía mucho en el el país germánico.

Murnau (Nosferatu) reinventa con esta película el cine con ayuda de su maravilloso operador de cámara Karl Freund. Apoyándose en una estudiada iconografía expresionista, se lanzan con entusiasmo de pioneros a experimentar y a ejecutar movimientos de cámara nunca antes vistos hasta entonces, en un intento de contar la historia sin recurrir a planos fijos y con la intención de abrirse camino en el competitivo mercado norteamericano.

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Esta crítica completa se publica en el monográfico nº 6 (Cine Mudo) de FilaSiete. Esta revista en papel se puede adquirir por compra directa.

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