Esplendor en la hierba

Esplendor en la hierba: Una pareja perfecta

Esplendor en la hierba es una gran película que corre el riesgo de verse como una pieza de arqueología -que también es-, por ser una obra de Elia Kazan, interpretada por Natalie Wood, candidata al Oscar por su actuación en esta película.

El guion ganó el Oscar, es de William Inge, uno de los grandes del teatro norteamericano del siglo XX, aunque suele ser ignorado ante los nombres de O’Neil, Miller y Williams. Inge, escritor de Picnic (William Holden y Kim Novak) y de Bus Stop (Marilyn Monroe), se inspiró en su propia obra de teatro en un acto Glory in the Flower. Cuenta una historia mínima de alcance universal: el romance entre Deanie, chica de clase modesta, y Bud, heredero de una gran fortuna. Las familias se oponen. Hay dos grandes temas de fondo; el primero trata de las expectativas que los padres ponen en los hijos y si éstos deben seguirlas siempre; el otro es hasta donde debe llegar la relación con la persona que amas fuera del matrimonio. La hermana mayor de Bud es descaradamente promiscua. Deanie, ante la oposición de las familias, se ofrece a Bud quien, pensando en su hermana, la rechaza por desvergonzada. La acción comienza en 1928, el trasfondo de este romance es la crisis del 29, el fluctuar de la bolsa, la pérdida rápida de grandes fortunas.

El principal problema de esta película lo tenía ya cuando se estrenó. Se supone que la pareja está terminando el instituto y a punto de ir a la universidad. Natalie Wood tenía 22 años, Warren Beatty 23. Eran excelentes actores y pusieron en su interpretación un entusiasmo y pasión que casi hizo y hace olvidar que algo no termina de cuadrar. Elia Kazan consiguió arrancarles una gran interpretación, también al resto del reparto. Para facilitar al público la aceptación de esos protagonistas «adolescentes», Kazan puso como compañeros de reparto e instituto a figurantes de su misma edad. Victoria pírrica ya que, aunque el romance suene real, la capitulación ante los mayores les hace parecer flojos o con poca personalidad. Algunos giros de guion son forzados. El lenguaje y los modales nos resultan ajenos. Demasiado educados, sin lo que se apreciaría más lo moderno que eran los planteamientos de esa obra.

Por lo demás, la factura es excelente, la historia, las relaciones humanas; su contexto, la crisis económica y las ocasiones perdidas en busca de la felicidad, son un poema. Los versos de William Wordsworth son citados al final del filme, y el maravilloso plano final fue copiado por Chazelle, por inmejorable, en la conclusión de La La Land.

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