Juan Nadie

Juan Nadie: El héroe anónimo

Esta película es Frank Capra en estado puro, pero también es un buen ejemplo del trabajo de Robert Riskin, aquel guionista con el que colaboró el director italoamericano entre otras en Sucedió una noche (1934) o El secreto de vivir (1936). Una sociedad que se disolvió tras esta cinta después de seis películas, debido al parecer a celos profesionales. Riskin no se consideraba suficientemente valorado -y seguramente tenía razón, pues le pasa a la mayoría de los guionistas-, y nunca más volvieron a trabajar juntos. Y de aquí surge un dilema: ¿de quién era en realidad el «toque Capra«, del liberal Robert Riskin o del republicano Capra? Supongo que eso es algo que tendrán que dilucidar los estudiosos de la obra del autor de ¡Qué bello es vivir! (1946); aunque yo tengo mi propia opinión.

El caso es que Juan Nadie tiene todo lo que le gustaba a Capra: mujeres fuertes e independientes y a la vez muy femeninas; héroes sencillos, vitales, quizás no demasiado inteligentes, pero honrados, tipos que parecen recién salidos de un cuadro de Norman Rockwell y que encarnaban lo que Capra consideraba que era el alma americana; y posee además un malo malísimo de esos que fuman puros, tienen grandes despachos y ningún escrúpulo; y para terminar no olvidemos un puñado de secundarios locuaces y protestones que roban la escena a la estrella como esta se descuide.

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Hay que reconocer que a Capra siempre se le dio bien eso de elegir el casting. Aquí lo tuvo fácil, pues Gary Cooper le dijo que sí sin ni siquiera leer el guion que aún no estaba terminado. Y el protagonista de Solo ante el peligro (1952) también se va a encontrar esta vez solo en más de una ocasión al dar vida a John el Largo, un vagabundo alto y delgado como un junco, lanzador de béisbol en las ligas menores y amante de dormir mirando a las estrellas junto a una fogata.

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