La fiera de mi niña: Screwball canónica

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La fiera de mi niña hoy es una película imprescindible. Es necesaria para explicar el tuétano de la screwball comedy, porque lo tiene todo. Cuando se estrenó en 1938 fue un fracaso de taquilla. Tanto que a Hawks le pusieron la cruz para dirigir otros proyectos.

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El guion de Dudley Nichols, un habitual de John Ford, se basaba en una historia de Hagar Wilde. La premisa es oro molido: paleontólogo metódico y misántropo está a punto de terminar el trabajo de su vida, el esqueleto completo de un brontosaurio. Le falta la clavícula intercostal. Mientras está a punto de cerrar una donación millonaria de una mecenas de alta sociedad, prepara su inminente boda con una chica parecida a él, otra cabeza cuadrada. Y entonces aparece Susan, joven torbellinos que es sobrina de la mecenas… y todo salta por los aires…

Cary Grant y Katharine Hepburn convierten la película en un tour de force en el que no solo hay que hablar rápido sino que hay que cantar, bailar, moverse, reaccionar a velocidad de vértigo… La dirección de Hawks es prodigiosa, cada secuencia tiene un tempo interno soberbio. La foto de Russell Metty rodando en estudio es sublime. El montador George Hively da el ritmo preciso, ni más ni menos de lo que conviene. Roy Webb pone la música en los momentos necesarios. Lo del leopardo genera alguno de los mejores momentos cómicos de la historia del cine.

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Ficha Técnica

  • Fotografía: Russell Metty
  • Montaje: George Hively
  • Música: Roy Webb
  • País: EE.UU. (Bringing Up Baby), 1938
  • Duración: 102 min.
  • Distribuidora: RKO
  • Público adecuado: Todos
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