Luna de papel

Luna de papel: Bogdanovich en la cima

Estamos en Kansas, a comienzos de los años treinta del siglo pasado, en plena Gran Depresión. La película comienza con un entierro, el de la madre de Addie, una niña de nueve años. Al entierro acude Moses, timador profesional que había conocido íntimamente a la difunta. La historia comienza cuando Moses se deja convencer para llevar a Addie a casa de su único pariente, alguien que ni siquiera sabe que la niña existe. El viaje será una deliciosa aventura llena de despropósitos: Addie es una niña muy seria y precoz, sospecha que Moses podría ser su padre y quiere quedarse con él. Moses solo quiere deshacerse de la niña y seguir su vida desenfadada de pequeño bribón. Durante el viaje descubren que hacen un muy buen equipo.

Luna de papel es una de las películas inolvidables de Peter Bogdanovich, una obra maestra, y una película absolutamente original. El guion de Alvin Sargent (Oscar al mejor guion por Julia y por Gente corriente), que le valió la primera candidatura al Oscar, adapta una novela, Addie Pray, y deja que el director incorpore detalles de su propia cosecha en el momento en que Bogdanovich estaba en su mejor forma, tras haber realizado La última película y ¿Qué me pasa, doctor? El relato reúne en una síntesis original las claves del cine de este director sin apuntarse a un género o copiar un modelo. Habla de la Depresión, sin tomarla como tema central; habla del amor al cine de época, sin entrar en un cliché; hace un “buddy movie” y un “road movie” que resulta ser una comedia familiar.

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Los diálogos son chispeantes, el ritmo es frenético, sin parecerlo. La fotografía es un poema bellísimo en blanco y negro del veterano László Kovács. Otro detalle destacable es la banda sonora, candidata al Oscar, a cargo de Richard Portman y Les Fresholtz. Esta banda sonora crea por sí misma buena parte de la ambientación.

Pero lo que todo el mundo recordará es la química que existe entre Moses y Addie, padre e hija en la vida real. La niña construye un personaje fascinante de la nada, sin poses como hacía Shirley Temple, sino con una espontaneidad pasmosa interpretando secuencias harto complejas. Tatum O’Neal ganó el Oscar a la mejor actriz a sus diez años.

Luna de papel se acerca ya a la cincuentena y no ha envejecido nada. Era clásica el día de su estreno.