Quo Vadis

A pesar de su discurso desfasado y la mala elección del actor principal, película con una producción impresionante que mantiene el tipo con solvencia aún hoy en día

Quo Vadis (1951)

Quo Vadis: El modelo de Ben-Hur

Marco Vinicio regresa a Roma con sus victoriosas legiones. Saluda al emperador Nerón, y se reúne con Petronio, su padrino. Inmediatamente conoce a la hermosa Ligia y se enamora de ella. Ante su asombro, no es correspondido. Después descubrirá que Ligia es cristiana, y que el emperador se dispone acabar con esa superstición.

Durante muchos años Quo Vadis no necesitó presentación. Todo el mundo sabía que se trataba del incendio de Roma, de las persecuciones a los cristianos y del martirio de san Pedro. Las palabras del título, Quo Vadis, están sacadas del texto apócrifo «Actas de Pedro». San Pedro huyendo de Roma, de la persecución de Nerón, se encontraría con Jesús y le preguntaría «¿Dónde vas (quo vadis), Señor?», «Voy a Roma, a ser crucificado de nuevo», sería la respuesta. La novela fue enormemente popular y le valió el premio Nobel de literatura a Henryk Sienkiewicz. Fue llevada al cine en Europa en 1902, en 1912 y en 1924. Cecil B. DeMille realizó una adaptación personal con el nombre El signo de la cruz (1932), para evitar pagar derechos de autor. La versión que nos ocupa marca otra época.

El Quo Vadis de 1951 es notable por muchos motivos. El primero sería su gigantismo y fastuosidad, concebidos para combatir la televisión que no podía competir con un espectáculo de esas dimensiones. Buena parte del mérito tiene que ver con haber rodado en los estudios italianos de Cinecittá, de haber dispuesto de decorados geniales y haber podido contar con miles de figurantes de carne y hueso. Notable es también la fotografía y el color, que ahora se puede apreciar con facilidad en la versión remasterizada. La banda sonora de Miklós Rózsa es soberbia. Quo Vadis fue candidata a ocho estatuillas de Hollywood, y no se llevó ninguna. Sirvió de modelo a Ben-Hur, que se llevaría todas, y fue la impulsora de un cine bíblico épico que estuvo de moda durante algo más de una década y que produjo La túnica sagrada (1953) y Barrabás (1961).


Quo Vadis es una gran película bíblica que ha envejecido razonablemente bien, principalmente por el esfuerzo de producción realizado. Sin embargo, a la trama le falta garra. La línea argumental principal, el romance entre Marco Vinicio y Ligia, es sosa. Robert Taylor no da la talla, es un galán de época poco expresivo; ella, Deborah Kerr, es correcta, incluso adecuada en su mezcla de fragilidad y audacia, de interés y deber, pero superficial. Lo que nos lleva al gran tema de fondo: en las producciones de Hollywood de temática cristiana, los buenos eran siempre angelicales, ingenuos y algo bobos. Los discursos cristianos, en general, bajan en lugar de subir la tensión dramática. En su descargo se puede decir que los actores eran queridos del público y que ese tipo de discurso era aceptable y aceptado. Ben-Hur, con un protagonista judío, con una traición y una venganza en el centro de la trama, y con Charlton Heston como actor principal, no tuvo esos problemas.

A pesar de esa fragilidad, Quo Vadis se sigue viendo bien. Al empaque de la producción hay que añadir el montaje de Ralph E. Winters -candidato al Oscar por Quo Vadis, ganador por Ben-Hur-, que es admirable y suple algunas de las carencias de la historia, dando relieve a los aspectos más interesantes del filme, casualmente todo lo que no es la pareja protagonista, la Roma de Nerón.

Peter Ustinov y Leo Genn, que interpretan a Nerón y a Petronio, roban la película a Robert Taylor y Deborah Kerr. Ambos fueron candidatos al Oscar al mejor secundario. Es un hecho que al final de la proyección todo el mundo recuerda a esos dos personajes, y a Popea y al malvado Tigelino. Se recuerda la persecución de los cristianos, el circo, los leones y el combate de Ursus con el toro (en España este último detalle sabe a poco porque entendemos de toros), y las muertes de los principales protagonistas. Además, se tiene la impresión de que se trata de un relato próximo a la historia, basado en los historiadores romanos. No es del todo cierto, ya estamos en el terreno de los mitos aceptados, no de la historia, pero es verosímil y eso basta. Al final nadie recuerda a Marco Vinicio y a Ligia.

En resumen, una película que todavía se puede apreciar, cuya principal debilidad está en un tipo de discurso desfasado, y en la elección del actor principal, error que es fácil descubrir a posteriori. Pero una película con una producción impresionante que mantiene el tipo con solvencia aún hoy en día. Es instructiva de un tipo de cine y, con todo, mantiene su mensaje: la persecución de los cristianos fue un hecho muy real. Fue alimentada por la ignorancia de muchos, por intereses políticos -Tigelino- y económicos -Chilo-, y propagada por repetición fácil de calumnias y bulos.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Robert Surtees, William V. Skall
  • Montaje: Ralph E. Winters
  • Música: Miklós Rózsa
  • País: EE.UU., 1951
  • Duración: 171 min.
  • Distribuidora en España: Rakuten (compra y alquiler)
  • Público adecuado: +12 años
Suscríbete a la revista FilaSiete

Reseña
s
Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.
Salir de la versión móvil