Ran

Un retablo formidable y conmovedor de pasiones humanas: ansia de po­der, traición de los hijos, culpa, misericordia y perdón al que sirven interpretaciones expresionistas mar­ca­das por el formalismo

Ran (1985)

Ran: La épica de Kurosawa

El filme es un drama japonés, un «jidaigeki», con doble referente, la trage­dia de El rey Lear, de William Sha­kespeare, y la historia de Motona­ri Mori, un señor feudal japonés.

Ran fue la última gran película épi­ca de Kurosawa, no solo por su temática sino también por su proceso, que co­menzó diez años antes con la prepa­ra­ción de bocetos y dibujos sobre vestuario y decorados y no pudo ma­terilizarse hasta que el director ni­pón encontró productor. Grandiosa por su planteamiento clásico, por su pues­ta en escena con infinidad de extras y por su presupuesto, más de doce millo­nes de dólares, lo que la convirtió en la película ajena a la industria de Ho­lly­wood más cara hasta el momen­to.

El filme es un drama japonés, un «jidaigeki», con doble referente, la trage­dia de El rey Lear, de William Sha­kespeare, y la historia de Motona­ri Mori, un señor feudal japonés al que la unificación de su país le encontró de­masiado viejo para adquirir al­gún pro­tagonismo, y que en este filme se fic­ciona en la caída de Hidetora Ichimonji (terrible Tatsuya Nakadai), se­ñor de la guerra de la Era Sengoku, que de­cide abdicar en favor de sus tres hi­jos. Un retablo formidable y conmovedor de pasiones humanas: ansia de po­der, traición de los hijos, culpa, misericordia y perdón al que sirven interpretaciones expresionistas mar­ca­das por el formalismo.


Ran se disfruta por su historia y por su ejecución. Kurosawa era exquisito e implacable. Cada plano está cuidado al detalle, combinando los travellings de los ejércitos con detalles en primer pla­no de los cascos de los caballos; la ilu­minación, exacta; los escenarios, cons­truidos sin ahorrar detalles ni dinero; el color, significativo, como corresponde a un director oriental: el ama­rillo del hijo mayor del anciano Hidetora, traicionero; el rojo de Jiro, san­guinario y vengativo; el azul de Saburo, sincero.

El diseño de vestuario de Emi Wada es de una belleza sublime y delicada y ga­nó merecidamente el Oscar en su categoría. La banda sonora de Tôru Takemitsu revela con eficacia y dra­matismo el estado interior de los per­sonajes y las relaciones que se establecen entre ellos.

Ficha Técnica

  • País: Japón, 1985
  • Fotografía: Asakazu Nakai, Takao Saitô, Shôji Ueda
  • Montaje: Akira Kurosawa
  • Música: Tôru Takemitsu
  • Distribuidora Blu-ray: Paramount
  • Duración: 160 min.
  • Público adecuado: +16 años
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Reseña
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Periodista. Máster en Guion, Narrativa y Creatividad Audiovisual por la Universidad de Sevilla
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