Tres padrinos

Tres padrinos: Fábula fordiana

En 1948 Ford estrena Tres padrinos, con John Wayne como protagonista. Es la segunda vez que cuenta la historia de tres ladrones que se encuentran con una parturienta que les pide que si no vive se ocupen de la criatura. Los ladrones huyen después de atracar un banco. Ya rodó una primera versión en 1926 con George O’Brien como protagonista. Dos años después O’Brien hizo Amanecer con Murnau.

Con guion de Frank S. Nugent (1908-1965), que trabajó con Ford y muchas de sus películas predilectas, Tres padrinos tiene una impresionante fotografía de Winton Hoch.

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Algunos la consideran obra menor, pero Ford siempre la miró como una de sus predilectas con Caravana de Paz y El juez Priest. A mí me parece una película encantadora. Simplemente es un cuento, una fábula con mucho de comedia.

John Ford (1894-1973) fue un poeta irrepetible, autor de obras de arte enormemente influyentes como Centauros del desierto, Las uvas de la ira, El hombre tranquilo, La diligencia, ¡Qué verde era mi valle!, No eran imprescindibles y El hombre que mató a Liberty Valance. Pese a las distancias culturales, la narrativa de Ford sigue fascinando. No solo cautiva la esperanza que desparrama sobre la Humanidad. Tam­bién regala juicios bien asentados en argumentos controvertidos. Porque sus historias, además de míticas, son como las entrañas de una madre enamorada eternamente de sus hijos: están llenas de compasión.

En esta película se incide en uno de los temas favoritos de Ford, las relaciones humanas, con un grupo heterogéneo que debe actuar ante una situación límite. A esto se suman diversos mensajes sobre la necesidad de formar una familia, la resistencia del ser humano y el espíritu de sacrificio. Wayne está acompañado por magníficos secundarios, habituales de la filmografía de Ford.