Wall-E: Animación con la poética de los grandes maestros
Wall-E, un robot de la limpieza que trabaja en una planeta Tierra deshabitado y lleno de chatarra, encuentra a Eva, una robot preparada para descubrir cualquier indicio de vida en un mundo arrasado por un cataclismo nuclear.
Como ustedes comprenderán, un especialista que pretenda reunir en un libro 100 películas excelentes con la condición de clásicos no puede prescindir de esta película sublime, y si me apuran tampoco de alguna otra de Pixar. Es impresionante donde ha puesto el listón de exigencia la productora de John Lasseter, un estudio de animación que poco a poco, sin prisas, ha reinventado la animación con obras maestras como Toy Story, Buscando a Nemo, Monstruos S.A., Los increíbles y Ratatouille. En todas ellas, hay por encima de un amplio elenco de virtudes, unos guiones impresionantes (la mayoría de Stanton), que han logrado la piedra filosofal de la animación: la fórmula para seducir a todo tipo de públicos.
En esta historia de amor, prácticamente muda, hay un manejo del lenguaje cinematográfico, un tempo lírico y cómico, que remiten a la poética de los grandes maestros como Chaplin. La película tiene un acabado sensacional (música, fondos, movimientos de los personajes, expresividad) pero lo que más sorprende es la extraordinaria historia que se le ha ocurrido a Stanton.
Ficha Técnica
- Dirección: Andrew Stanton,
- Guion: Andrew Stanton,
- País: EE.UU., 2008
- Fotografía: Jeremy Lasky, Danielle Feinberg, Martin Rosenberg
- Música: Thomas Newman
- Duración: 98 min.
- Distribuidora: Disney-Pixar
- Público adecuado: Todos