Adrian Grunberg y Stacey Perskie, director y productor de Vacaciones en el infierno
Adrian Grunberg, director de Vacaciones en el infierno: «No hemos exagerado pero entendemos que haya gente que piense que lo hemos hecho».
Como es lógico, cuando haces una entrevista, has visto la película. Incluso, te ha podido dar tiempo a pensarla. Vacaciones en el infierno es algo más que una película de acción (ver la crítica en el nº148 de FILA SIETE) y me parece que es una cinta de mucha calidad. Cuando me siento a charlar con el director y el productor-guionista es algo que tengo en la cabeza, y es lo primero que les digo. Asienten y me lo agradecen.
Les pregunto por la idea de la película y rápidamente mencionan a Mel Gibson, productor, guionista y actor principal de la historia. Grunberg y Perskie me cuentan que «todo empezó con una idea de Mel después de leer algunas informaciones sobre la situación de las prisiones en México. Le pareció que el cine no había contado una historia con ese telón de fondo y a esa escala. La premisa era simple: un americano en una prisión mexicana. A raíz de esa premisa empezamos a investigar y dimos con la prisión conocida como El Pueblito, en Tijuana, que se clausuró en 2002. Vimos que era un microcosmos con hombres, mujeres, niños, corrupción, comercios, casas dentro de la prisión, etc.».
No hace mucho que varios periódicos hablaban de los problemas de prisiones mexicanas que están en manos de los presos. Y les pregunto si piensan que han exagerado en su retrato. «No hemos exagerado, pero entendemos que haya gente que cuando vea la película piense que lo hemos hecho. Ves la cinta y cuesta creerlo, pero no, no exageramos. Lo difícil fue decidir lo que no íbamos a poner en el cuadro después de todo lo que documentamos, porque se trataba de contar una historia, no de hacer un documental».
Le recuerdo a Grunberg que Master and commander (fue primer ayudante de producción de Peter Weir) me parece una película extraordinariamente verosímil en su retrato de un buque de la Armada en el siglo XIX. En Vacaciones en el infierno se cuentan muchas cosas y siendo la película muy ágil, no hay sensación de prisa y transmite autenticidad…
«La historia nació con nosotros, la arropamos, le dimos de comer, le cambiamos el pañal… eso ayuda. De la idea al estreno hubo cuatro años de trabajo y en ese tiempo puedes pensar, teorizar, probar, depurar. Nos dimos cuenta de que había que quitar la paja del guión y del montaje. Hubo cosas que no llegamos a filmar y otras que se quedaron en el suelo de la sala de montaje».
Habiendo trabajado con Alejandro González Iñárritu, Oliver Stone, Peter Weir y Mel Gibson, es obligado referirse a influencias en un director nobel como Grunberg, que no lo parece…
«Considero un privilegio haber trabajado con todos esos directores. Sinceramente no sé decirte en qué, pero estoy convencido de que aprendí de Stone, de Tony Scott, de Mel, por supuesto. Si no lo hubiera hecho, para qué…».
Aunque se noten influencias, la película me parece muy personal y le digo a los dos que era muy fácil haber perdido el tono, porque si algo tiene la cinta es un tono logradísimo… Me cuentan que las tres cabezas pensantes (ellos dos y Mel Gibson) eran conscientes de lo que querían contar. No estaban haciendo Un profeta, que les parece una película estupenda. Dentro del mundo sórdido en el que se mueve la historia, querían que el espectador respirase, se riese, tomase conciencia de que le contaban algo real pero, a la vez, que pasase un rato divertido…
Les digo que Mel Gibson está sensacional y el resto del reparto también. Cuando piropeo a Grunberg por el casting y la dirección de actores, me dice con modestia que se dirigen solos. Como no doy mi brazo a torcer, me cuenta: «nos ayudó mucho haber escrito los personajes teniendo ya en la cabeza a los actores que iban a interpretarlos. Además, pudimos conversar con ellos para que se sintiesen cómodos. El ambiente fue relajado porque los actores se conocían entre sí y se logró un aire familiar agradable para el trabajo».
Sobre la apariencia de la película, que tiene unos planos aéreos de la prisión y unas secuencias de acción exteriores muy espectaculares, les digo que es una pena que los americanos se la hayan perdido en pantalla grande porque en ese formato luce muy bien… (la película pasó directamente a TV y luego a DVD, quizás por un evidente complejo anti-Gibson que hay en Estados Unidos y que me parece rídiculo e injusto).
Se ríen y dicen que sí, que es una pena (las dos cosas)… La película es una película grande con un presupuesto ajustado, por eso sorprende la secuencia impresionante del asalto y la escala con la que habéis trabajado…
«Dimos -comenta Perskie– con una cárcel que se iba a cerrar en Veracruz, porque no reunía las mínimas condiciones. Fuimos a verla cuando estaba aún activa y nos encantó, era justo lo que habíamos documentado. El gobierno facilitó mucho el proceso y pudimos trabajar. Evidentemente nos ayudó haber rodado cinco películas previas en ese estado que es el que más rodajes acoge en México. Indudablemente el nombre de Mel abrió muchas puertas, no hay que olvidar que allí se hizo Apocalypto. En cuanto a lo que dices de escala, bueno, procuramos arreglar los sets y las localizaciones, y creo que lo más que juntamos fueron 700 extras…» [se ríen, cuando les digo, que ese número para España es una barbaridad, igual es que ellos están acostumbrados a trabajar con los norteamericanos…].
«La sugerencia da alas y permite que la imaginación del espectador tome como visto lo que solo se ha sugerido»
No banalizan la violencia, no la coreografian como otros directores, la película es espectacular y, a la vez, sobria. Podría ser mucho más sórdida… Hay veces que sugiere en vez de mostrar… ¿Es una decisión consciente?
«Sí, lo es -dice Grunberg-. Hay cosas que hay que mostrar y otras que no. Mel decía que la gente cuando sale del cine se hace la película en su cabeza y pueden comentar cosas que creen haber visto, pero que tú no has mostrado. La sugerencia da alas y permite que la imaginación del espectador tome como visto lo que solo se ha sugerido. Si eres muy gráfico te limitas. La sugerencia te da más libertad».
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