Corneliu Porumboiu, director de 12:08 Al este de Bucarest

"El comunismo no se preocupó lo más mínimo por el individuo. En comparación con el estado, un ser humano no tenía importancia…"

Corneliu Porumboiu, director de 12:08 Al este de Bucarest
Corneliu Porumboiu, director de 12:08 Al este de Bucarest

Corneliu Porumboiu, director de 12:08 Al este de Bucarest

12:08 Al este de Bucarest, una comedia sabrosa, divertida, tierna, profunda y filosófica escrita y dirigida por Corneliu Porumboiu, a través del retrato de una pequeña ciudad de Rumanía y sus habitantes. «12:08 Al este de Bucarest» es el primer largometraje que realiza Porumboiu, por el cual ha obtenido la Cámara de Oro de Cannes 2006.

– ¿De dónde ha sacado la idea de hacer una película sobre la revolución rumana de 1989, situada en nuestros días?

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Corneliu Porumboiu: Vi un debate televisado sobre ello hace cinco años en mi ciudad natal Vaslui, al Este de Rumanía. La pregunta del día era: ¿hubo o no hubo una revolución en nuestra ciudad? Tres personas discutían sobre cómo los acontecimientos se rebelaron en el tiempo. Este tema ha estado dando vueltas en mi cabeza durante cinco años. Luego, en mayo del pasado año, terminé de escribir un guión en el que había estado trabajando durante dos años, pero que no acababa de convencerme. Así que empecé a escribir 12:08 Al Este de Bucarest, usando como inspiración a esos tres personajes que había visto en televisión. Fue una especie de terapia para aparcar el otro guión. Para mi grata sorpresa, lo terminé un mes después. Estaba tan contento con él, que decidí empezar a grabar lo antes posible.

– ¿Dónde estaba usted cuando el régimen comunista se derrumbó?

Tenía catorce años en ese momento y lo recuerdo muy bien. El día en que el régimen cayó, yo estaba jugando al ping pong fuera y mis padres estaban pegados delante de la televisión. Volví a casa justo después del momento crucial examinado en mi película: porque a las 12:08 p.m. donde nosotros vivíamos, todo el mundo estaba observando en directo como Ceaucescu huía.

– ¿Por qué a un joven director como usted le interesa este momento histórico?

La revolución tuvo un profundo impacto en mí. En ese momento pensé que terminaría trabajando como ingeniero en una fábrica. La revolución cambió completamente mis perspectivas, como lo hizo para otros rumanos. El programa de televisión que inspiró la película, mostró cómo la revolución del 22 de diciembre de 1989 no se extendió a mi ciudad, Vaslui. La gente salió a la calle sólo después de conocer los acontecimientos de Bucarest. De repente, se dieron cuenta de que esto era una agitación radical. Dicho esto, no hay nada autobiográfico en esta película.

– ¿Cómo se presenta usted en relación a sus personajes que están reñidos con su pasado?

Soy como el personaje del joven cámara que graba el debate “revolucionario”. Él quiere participar, así que intenta dar su punto de vista con su encuadre y siendo innovador: graba a los testigos en primeros planos, zooms, se mueve cerca de ellos para capturar algunas de sus faltas de veracidad. Como él, yo quería involucrarme en la película directamente en primera persona.

– ¿Juega su película con la fuerza de la Televisión?

No, yo intenté centrarme en mis tres personajes- el presentador, el profesor, el hombre viejo y sus recuerdos sobre la Revolución. Quería multiplicar los puntos de vista sobre este suceso. Sin embargo, durante el espectáculo, muchos espectadores llamaron para dar su versión de las cosas….Su debate sobre los detalles más pequeños de este “histórico” día 22 de Diciembre de 1989 es divertido y desesperante a la vez, porque esta gente habla sobre un suceso que cambió sus vidas, mientras se autocuestionan sobre la existencia de tal suceso en su ciudad.

 

– ¿Son como el coro de una comedia humana?

Sí, porque tenía miedo de perderme en las generalidades de un tema tan vasto. Quería mostrar los diferentes puntos de vista en hechos cuyos recuerdos son muy personales. Cuando la gente habla de la revolución en la televisión local, no tiene en cuenta la historia, pero rápidamente se acuerda de sus experiencias personales. Y ahí, dejo ver que en las pequeñas comunidades como ésta, la noción de héroes es superflua.

– ¿Ridiculiza sus pretensiones de convertirse en héroes?

Nadie en la película podría llegar a creer nunca que un borracho pudiera ser jamás un héroe de la historia. En una pequeña ciudad como ésta, los ciudadanos viven puerta con puerta cada día, saben exactamente de donde provienes, así que, por supuesto no puede haber para ellos nada heroico sobre tu vida. Para cambiar este punto de vista, el periodista televisivo, por ejemplo, quiere crear un personaje que sea eterno. Esto es típico. ¡Esta persona sueña con que haya una estatua de él algún día! Él creó su canal de televisión, porque quiere hacer cosas importantes, quiere formar parte de la historia.

Corneliu Porumboiu, director de 12:08 Al este de Bucarest: También tengo la sensación de que las grandes esperanzas y deseos que hemos tenido desde la revolución han sido, en gran parte, decepcionantes

– ¿Es más fácil aceptar temas como la caída del régimen comunista y los cambios en la sociedad, dieciséis años más tarde?

Veo una gran división en la historia de mi país, diferenciando entre antes y después de la revolución. No pretendo aceptar la revolución en mi película pero intento enseñar lo que ha pasado en los siguientes dieciséis años. Esta es la razón por la que le he cogido tanto cariño a la vida de mis tres personajes. Observo lo que esta revolución ha llegado a ser después de dieciséis años y cómo la visión de la revolución ha sido transformada por cada uno de los protagonistas. También tengo la sensación de que las grandes esperanzas y deseos que hemos tenido desde la revolución han sido, en gran parte, decepcionantes. La mayoría de los ciudadanos no estaban nada preparados para los cambios que ocurrieron. Un ingeniero que se convierte en un periodista, un miembro de la Seguridad que se forma a sí mismo como el propietario de una fábrica.

– ¿Cómo ha visto los cambios que ocurrieron en las vidas de sus personajes?

En mi película no estigmatizo al chico de seguridad que trabaja cada día y que tiene su versión propia de la historia. A diferencia de él, mucha gente no fue capaz de sacar ventajas de los cambios en la sociedad desde la revolución. Mira al profesor de historia, se aferra a su pasado sin avanzar, no trabaja y se niega a cambiar su vida.

– ¿Tus personajes siguen conmoviendo porque no intentas esconder sus debilidades?

Quería ser lo más honesto posible, sin artificio y sin depender de una estructura confeccionada o siguiendo las líneas dramáticas convencionales que enseñan en las escuelas de cine. Inspirado por este show televisivo y sus tres personajes, quise ser muy realista. Quería que la película fuera lo más cercana posible a lo que yo veo y siento. No es una película maniqueísta. Me encantan mis personajes por su humanidad. Enseñan sus debilidades, nadie es perfecto. La puesta en escena de la ejecución de Ceaucescu fue un shock, una nueva forma de realidad mostrada en televisión.

12:08 al este de Bucarest (2006)
12:08 al este de Bucarest (2006)

– ¿Es ésta en parte la razón por la cual la TV juega un rol central en su película?

Creo que nuestra revolución fue la primera que se emitió en directo a todo el mundo. En 1989, teníamos muy poca información sobre lo que estaba pasando en Berlín, Praga y otras partes de la Europa del Este. Todo lo que sabíamos venía del canal de radio americano “Free Europe”. Sólo había unos cuantos rumores que circulaban que hablaban sobre los hechos en curso en Europa y sobre lo que allí estaba pasando y pronto pasaría en Rumanía.

– ¿Sin la televisión, cree usted que este espíritu revolucionario se habría diseminado por toda Rumania?

¿Quién sabe? La historia suele hacerse en las grandes ciudades, pero el programa de televisión en mi película muestra cómo a mucha gente en los pueblos más pequeños también les gustaría ser parte de la historia a pesar de que no ocurra nada de relevancia histórica en el lugar donde ellos viven. La televisión es una especie de catalizador. Todavía recuerdo cuando Ceaucescu huyó: mi pueblo entero salió a las calles.

– ¿Por qué sus personajes argumentan sus verdades con tanta vehemencia?

No creo en una única verdad histórica. Toda la película está basada en esto. Me encuentro a mí mismo en cada uno de mis personajes, pero cada uno de ellos tiene su propia verdad. Por encima de todo, lo que queda de una revolución, más que los símbolos o las imágenes de sus líderes, son las memorias contradictorias de personas como las de la película. Pensé en Rashomon de Akira Kurosawa: ¿cómo transformamos la realidad que queremos recordar? Los personajes de mi película no mienten como en la de Kurosawa, pero cuando quieren recordar algo que sucedió hace dieciséis años, empiezan a modificar la realidad. Cada persona tiene sus propios recuerdos o perspectivas. ¿Dónde está la verdad? Yo muestro las diferentes opciones, y como las personas olvidan tan rápido, la memoria empaña los hechos y transforma la realidad.

– ¿De donde viene el humor que juega con las paradojas, el absurdo y el sentido de fatalismo?

Este humor es como un hilo que se entreteje a través de mis películas. Probablemente está vinculado a la idea de una cierta fatalidad en la vida. Mientras hablamos por teléfono, en este preciso momento, estoy viendo un anuncio de cerveza. E iré a tomar una cuando hayamos terminado nuestra conversación. Los rumanos hemos, de alguna forma, inventado la absurdidad…o al menos hemos hecho un arte de ello. Pero no tengo ningún método. El humor es superior a mí. Debe venir de mi ciudad natal y de la mentalidad de la gente de esa zona.

– ¿Cómo trabaja, deja abierta la posibilidad de los “accidentes”?

He estado trabajando con el mismo equipo durante los últimos años, lo que hace las cosas más fáciles. Paso mucho tiempo con mis actores. Hago muy pocos cambios en el plató, puedo por ejemplo, probar un diferente encuadre….esto es una clave elemental para mí. Cada segundo de la película y cada centímetro de película debe estar justificado y tener un sentido. De la misma forma que cada personaje debe tener sus propios gestos, espero de mis actores que se olviden de sí mismos y de esa forma estén más en sus papeles. Ensayamos mucho antes de rodar; esto me ayudó a encontrar la esencia de mis personajes. Cuando funciona, les sigo por todas partes y estoy incluso preparado para cambiarles el diálogo. Por el contrario, cuando no funciona, sueño con ser capaz de trabajar con ellos como Robert Bresson. (Risas)

– ¿Graba las vidas de sus personajes sin mover la cámara para ser más realista?

Sí, todas mis películas están inspiradas en hechos reales pero el cine realista es un deseo piadoso, es imposible de hacer. Es por ello que creo mi propia realidad. Por ejemplo, grabé el show televisivo de la revolución en tiempo real, pero a mi manera. Soy como el joven cámara de la película que quiere poner su impontra personal en todo lo que hace. Cojo situaciones reales y las transformo. Para esta película, decidí no mover la cámara para darle tiempo a los personajes. Contrariamente a la gente joven de mis cortos, que eran de mi edad, los personajes en 12:08 Al Este de Bucarest no tienen la misma edad que yo. Tuve que llegar a conocerles…

Corneliu Porumboiu, director de 12:08 Al este de Bucarest: «Mis películas están basadas en historias reales y en gente que conozco y quiero»

– ¿… Y es de ahí de donde viene la distancia?

Sí, al no mover la cámara, quería dejar que su forma de vivir se expresara por sí misma. No quería cortar escenas. Pero dejarles respirar por sí solos. El tiempo es muy importante en esta película: es “dieciséis años después de la revolución….” Intentaba plasmar cómo la vida en una pequeña población crea una cierta forma de ser.

– ¿De dónde viene la atmósfera en sus tomas largas? ¿Cuáles son sus influencias?

Me gustan mucho las últimas películas de Jim Jarmusch, aunque no pienso realmente en él cuando estoy grabando. Su estilo sí tiene pequeños ecos en esta película, por lo que parece un documental realista. Cuando escribo un guión pienso ante todo en capturar el espíritu de la historia. Es desde ahí cuando empiezo a escribir como director. Down By Law probablemente inspiró la estructura ligeramente extraña de mi historia: en la primera parte seguimos a cada personaje y luego los encontramos a todos juntos en una charla de un show televisivo. (Estéticamente el espíritu del pintor Vermeer me inspiró. No hay muchos sucesos dramáticos en sus cuadros, pero quise capturar algo de una forma de vivir y ser.)

– Un nuevo cine Rumano está emergiendo en los festivales internacionales de cine pero ¿están los directores como usted obligados a producir sus propias películas?

No, esta película es un caso especial, porque escribí el guión en junio de 2005 y quería rodar inmediatamente sin esperar una decisión de la agencia de fondos gubernamentales rumanos. Grabamos en diciembre de 2005. La película era relativamente sencilla de producir. Trabajo con muchos amigos y mucha gente me ayudó. Es mucho menos caro hacer una película en Rumania que en Francia, Alemania o España. Además, tengo que encontrar un productor rumano que me apoye en mis ideas. Así que tengo que producirme a mí mismo para poder llevar hasta el final la historia que quiero hacer. Incluso he invertido parte de mi propio dinero en la película. No quiero tener que dar explicaciones a nadie.

– ¿Cuáles son los principales obstáculos al hacer películas en Rumania?

Como en cualquier país, el mayor obstáculo para dirigir una película es el director en sí mismo. (Risas).

– Según su colega Cristi Puiu (La muerte del Sr. Lazarescu) no hay una Nueva Ola rumana, sólo directores desesperados……

(Risas) ¡Tiene toda la razón!

– ¿Cómo trabaja en el plató?

Mis películas están basadas en historias reales y en gente que conozco y quiero. Me encanta grabar, incluso cuando tengo que luchar contra mi propio caos. Cuando siento la concentración de mis actores en los ensayos, entonces es cuando empiezo a ver la película como un todo. Incluso cuando hay problemas que no he resuelto en preproducción el primer día de rodaje todo de repente se vuelve claro para mí. Es cuando estoy rodando cuando se me ocurren las mejoresa ideas. Es una droga que es placentera y creativa. Una vez que he capturado el espíritu particular de una historia es cuando tengo el dominio de mi película, de otra manera…

– ¿Son sus películas socialmente comprometidas?

Cuento historias en el presente y espero que mis películas muestren una parte de la sociedad rumana de hoy. Intento hacer películas sobre la verdad de un personaje y no dar una charla política. Incluso si el punto inicial es un hecho histórico, como la prohibición sobre el aborto con Ceaucescu, en medio metraje que hice, El sueño de Livius estoy contando sobre todo, una historia sobre un chico joven, sus deseos y su verdad. No quiero hacer documentales o comentarios sociales….siempre intento encajar los personajes en el centro de mis películas. Temo hacer juicios morales, tirar cosas a la cara de la gente….para mí eso es lo contrario a lo que el cine significa.

La Rumania de hoy todavía está convaleciente. El comunismo no se preocupó lo más mínimo por el individuo. En comparación con el estado, un ser humano no tenía importancia…..pero, hasta cierto punto, combato estas ideas dogmáticas por la naturaleza de las historias que elijo.

– ¿No juzgar es su respuesta al espíritu de la era comunista bajo Ceaucescu?

Absolutamente. En ese momento las películas debían tener un mensaje, un juicio o una moralidad,….Yo creo que es más importante mostrar los personajes y sus destinos….Soy cualquier cosa menos un juez!

– El final de su película evoca nieve con una mezcla de poesía y nostalgia….

Si, pero mis personajes no están lamentándose de la era comunista. Están nostálgicos de los notables días de la revolución cuando cualquier cosa parecía posible. La revolución fue como un renacer. Pero la gente veía las cosas en blanco y negro. Pensaron que viviríamos como las personas en Estados Unidos; el sueño americano se convirtió en su principal objetivo.

Fuente: Gaia Films

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