· «Para mi Sri Lanka era el té o un paraíso turístico con un mar muy azul. Me había equivocado»
Es tarde y Jacques Audiard tiene que coger el avión dentro de pocos minutos, el retraso acumulado juega en contra, pero como buen profesional cumplirá su compromiso y nos sentamos para su última entrevista.
Los dos o tres que quedamos hacemos una puesta en común para no repetirnos y optimizar el tiempo.
De todas maneras, Audiard tiene el abrigo puesto, el equipaje a mano y juega con el sombrero; los encargados de llevarlo al aeropuerto están ahí, invitando a dar por concluida la sesión antes de empezar.
Naturalmente comenzamos con mal pie. Nada más oír las palabras «política de emigración» Audiard salta: «no soy político, soy cineasta, hablemos de cine; los medios de comunicación están llenos de opiniones de gente que no nos importa nada; pregunta sobre cine, el tema de la película es un tema cinematográfico: he cogido a alguien de la calle, un ser anónimo, y le he dado un nombre, Dheepan, y es un inmigrante. Ese es nuestro tema, y no tonterías de opinión».
Me pregunto si se va a levantar y salir inmediatamente, así que disparo: ¿Qué parte de la película responde a la realidad y qué parte es ficción? Aclaro que me parece que la mayor parte de la historia es ficción.
Audiard sonríe y, dándome la razón, su respuesta es muy breve: «El poeta Louis Aragon inventó una palabra mentir-vrai, es decir, mentir cierto. Se trata de una ficción que es muy real».
Ahondamos en la historia. Cuando la gente habla de su cine siempre se menciona la violencia, pero en Dheepan hay mucho más, el personaje de la niña es encantador y se puede ver en él una apuesta por la educación. ¿Por qué en la segunda parte desaparece y la trama se centra en la pareja de adultos?
La pregunta da en la diana, Audiard olvida las prisas y habla de su cine: «Lo siento, lo que ha dicho es verdad y lo lamento. En un momento dado la historia se centra tanto sobre ella como sobre la pareja, en otro la niña desaparece. Pero la película se llama Dheepan y no respeta demasiado a los personajes femeninos. Aunque me hubiera gustado hacerlo, por problemas no pude cambiar el título, es cierto que al final… también es cierto que no era nada fácil concluir la historia de la pequeña. Rodé una escena que quedó fuera en el montaje final, y lo lamento. También hay que decir que las películas son objetos imperfectos, estamos hablando aquí como si fueran realizaciones perfectamente acabadas según el plan previsto por el director. Las películas son objetos mucho más imprecisos y, llegado el momento, tomas una decisión que es una apuesta, un riesgo».
Ha dicho que ha cogido a un personaje sin nombre que podría ser cualquiera de los refugiados de cualquier país, pero al final eligió Sri Lanka, ¿qué aporta a la historia que fuera ese país en concreto?
«Sri Lanka salió por eliminación, en primer lugar quería un personaje que no tuviera nada que ver con el mundo francófono, por tanto no podía ser africano, africano del norte ni del sudeste asiático, así que por eliminación llegué al continente indio donde, con sorpresa descubro un conflicto que no se había hablado para nada en Francia, era tan ignorado que las imágenes que encontré eran de la BBC. Me llamó tanto la atención que me dije, «esto me interesa»: un lugar en el que ha habido una guerra espantosa y no lo conozco. Descubrí unos rostros y una cultura de la que no sabía nada. Para mi Sri Lanka era el té o un paraíso turístico con un mar muy azul. Me había equivocado».
Una pregunta más técnica, veo que ha obviado la banda sonora y que hay muchos primeros planos, quiero saber si lo que pretende es que los actores muestren una reacción real y no hacer trampa con una banda sonora que canalice esa emoción.
«Es la primera vez que no trabajo con el músico Alexandre Desplat, con el que suelo trabajar. Y eso, tal vez responde a tu pregunta, tiene que ver con el hecho de que en esta película yo sabía que las cosas serían mucho más movidas que en las anteriores, sabía que no quería tener una música minutada en la que sé su principio y su fin, quería tener la libertad de cambiar las cosas en cualquier momento, con Alexandre no habría sido posible. Por tanto hablé con Nicolas Jaar y con esto vuelvo a tu pregunta, quería que nada estuviera demasiado fijado a priori, ni en el guion ni durante el rodaje, ni en el montaje. Hemos estado cambiando continuamente. No habría podido ser de otra manera con los actores con los que tenía que trabajar».
Ahora está cómodo, a gusto, pero mira el reloj, ¿queréis que pierda el avión? Antes de que se vaya sale espontánea la pregunta: ¿Hubo algún problema de comunicación en el rodaje?
«No. Al principio estaba preocupado por esa posibilidad, pero al final todo salió mejor que previsto, me encantó no tener que escuchar mi idioma, usar el tamil en la versión original es además un indicador de la calidad de la película».
Y ahora sí, dice Desolé, se deja hacer unas fotos y parte…
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