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Entrevista a Krzysztof Zanussi, director, guionista y productor

Krzysztof Zanussi, director, guionista y productor

Krzysztof Zanussi: «El cine americano envidia la libertad y diversidad del europeo»

Pasó por Pamplona el director, guionista y productor polaco Krzysztof Zanussi. Venía a recoger un premio, el Luka Brajnovic que concede la Universidad de Na­varra a comunicadores prestigiosos y comprometidos con la defensa de los derechos humanos y la dignidad de la persona. FilaSiete con­versó con el autor de El año del sol tranquilo.

Zanussi nace en Varsovia en el año 1939. Después de estudiar Filosofía y Física decide dedicarse al cine, ingresando en la prestigiosa Escuela de Cine de Lodz. Su trabajo de fin de carrera, el cortometraje titulado La muerte de un provinciano (1966) ya fue premiado en Venecia. Después trabaja para la televisión polaca y dirige su primer largometraje, La estructura de cristal (1969).

En los años 70 realiza distintos proyectos en Alemania, país donde se establece después de que el primer ministro Jaruzelski imponga la ley marcial en 1981 para frenar los avances del sindicato Solidarnosc. Constans (1980) gana el premio especial del jurado en Cannes. En 1982 Imperativ es premio especial del jurado del festival de Venecia, que dos años después le premia con el León de Oro por El año del sol tranquilo, la historia del romance entre un militar norteamericano y una refugiada polaca terminada la Segunda Guerra Mundial. La filmografía de Zanussi incluye más de 20 largometrajes, a los que hay que sumar abundantes TV movies y series de televisión, algunas muy valiosas. Ha llevado al cine la vida de Juan Pablo II (De un país lejano, 1982). En 1997 estrenó El hermano de nuestro Dios, adaptación de una obra teatral de Karol Woj­tyla. Su último largometraje estrenado es Persona non grata.


Las películas de Zanussi se caracterizan por su inquietud moral, precisamente ese es el nombre del movimiento (el cine de inquietud moral) que fundó junto a sus colegas Wajda y Zebrowsk cuando Polonia estaba gobernada por los comunistas. Un artista de profundas convicciones cristianas que ha mantenido contra viento y marea, ya soplase del este o del oeste, autor de una emocionante y tenaz indagación sobre la naturaleza humana, sobre la conducta de las personas en contacto con la injusticia, sobre el uso de la libertad cuando ser libre es difícil.

Usted siempre ha defendido el predominio del pensamiento y el arte europeo frente al de los EE.UU., argumentando que la cultura europea tiene unas raíces mucho más profundas que la cultura americana. ¿Qué lectura tiene esta afirmación en un campo como el cine, donde asistimos a un imperio casi absoluto de los Estados Unidos?

Krzysztof Zanussi: Esto no es cierto al cien por cien. Es cierto si miramos las cosas desde una perspectiva europea en un momento de crisis del cine europeo. Hace solo 20 ó 30 años, por ejemplo, los Oscar tenían una perspectiva muy local, casi como si fueran los premios al cine británico o francés. Hoy el cine americano es muy fuerte, o mejor, como el cine -y la cultura europea- está débil, el cine americano está más fuerte, pero esto no es un hecho inmutable. No existe una victoria eterna en este campo, y prue­ba de ello es el éxito que están alcanzando muchas producciones indias y chinas. Por otra parte, aunque EE.UU. domine en la taquilla no deja de mirar a Europa, que puede inventar cosas que no resultan posibles allí. Por ejemplo, es impensable en EE.UU. la originalidad de Almodóvar. Muchos de mis amigos directores en Hollywood, como Martin Scor­sese, hablan del cine europeo con una fascinación sorprendente. Ellos, que tienen tanto éxito y dinero, envidian nuestra libertad y diversidad.

Habla usted de una crisis de la cultura eu­ropea ¿En qué consiste esta crisis? ¿Tie­ne solución?

Krzysztof Zanussi: Yo, si Europa fuera una persona, la llevaría al psicólogo. No al psiquiatra, sino al psicólogo. No creo que la dolencia que sufre Europa sea un caso clínico, pero desde luego su estado de ánimo presenta claros síntomas de desequilibrio: ha perdido sus ilusiones y la confianza en sí misma. A veces he dicho que Eu­ropa padece de melancolía y que para superarla, necesita confiar en sí misma y en su misión. Igual que un equipo que quiere ganar una competición, porque cree que es el mejor y por lo tanto propone, o impone, un mejor juego. Y para ganar hace falta determinación, abnegación y educación. El mundo entero se ha aprovechado -y se sigue aprovechando- de las ideas de Europa, pero nadie tratará de salvarla. Europa tiene que curarse por sí sola, y para ello hace falta que se quiera a sí misma.

En algún lugar ha escrito que observaba en todo el mundo un acercamiento a la espiritualidad por parte de artistas y científicos, aunque se trata del inicio de un proceso…

Krzysztof Zanussi: Sí, yo lo veo así, y se puede comprobar si uno observa cómo hace 20 ó 30 años predominaba una mentalidad cientifista y absolutamente materialista en todo el mundo. Incluso la preocupación social era exclusivamente una preocupación por el bienestar. Hoy sin embargo encontramos en el arte y en la cultura un mayor espacio para la espiritualidad. Es cierto que a veces se trata de una espiritualidad de supermercado, muy barata, pero es mejor barata que inexistente.

Sus orígenes están en la filosofía, y en sus películas hay una constante preocupación por ligar las imágenes con una reflexión sobre el sentido de la vida.

Krzysztof Zanussi: Pienso que preguntarse por el sentido de la vida, del mundo y de la historia es lo que ennoblece al arte. Sin estas preguntas el arte solo es una efímera expresión de nuestras sensaciones. Yo no creo en el arte con mayúsculas sin una perspectiva metafísica, y por otra parte no creo que se pueda trazar una línea divisoria en­tre la metafísica y la ética, puesto que ambas están inseparablemente unidas desde su nacimiento.

Después de muchos años haciendo cine no dudó en rodar series para televisión. ¿Se plantea hacer películas adaptadas a los nue­vos formatos tecnológicos?

Krzysztof Zanussi: Yo permanezco indiferente a los formatos, con una actitud de cierta humildad porque pienso que cada oportunidad que tengo para contactar con los demás es una gracia que no merezco. Yo no tengo ningún derecho a que me escuchen, por eso mi postura hacia las nue­vas tecnologías es que las acepto sin vacilar. Esto no quita que, por supuesto, prefiera una sala de cine oscura y aspire a que el público esté absolutamente atento a lo que ocurre en la pantalla. En televisión sólo puedo contar con un setenta por ciento de la atención, el resto se divide entre el teléfono, las conversaciones y los vecinos. Pero también agradezco la oportunidad de poder contar historias a tra­vés de la televisión. Un paso más es la televisión por móvil, parece la peor de las opciones, es la mínima atención del receptor que está en la calle, en un metro o el autobús y que mira un espacio pequeñísimo de pantalla. Pero si puedo llegar así al espectador, esto es mejor que nada.

¿Tan importante es contar historias?

Krzysztof Zanussi: Pienso que sin el arte narrativo -y ahí se encuadra el cine- el ser humano tendría que contar tan solo con sus propias experiencias, lo que significa que se vería obligado a aprenderlo todo desde el principio. Sin conocer La Odi­­sea el hombre no sabría nada de la fidelidad de Penélope, sin Shakespeare ignoraría las dudas de Hamlet, o el amor de Romeo por Julieta. Sin Don Quijote uno tendría que descubrir por su cuenta la diferencia entre ver el mundo como es y verlo como debería ser.

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