Laurent Cantet: «Los colegios son como una caja de resonancia, un lugar que se hace eco de los acontecimientos de la sociedad»
Laurent Cantet nació en 1961 en Melle (Francia). La clase es su quinto largometraje, después de rodar Les sanguinaires (1997), Recursos humanos (1999), El empleo del tiempo (2001) y Hacia el sur (2005). A continuación vamos a extraer lo más interesante de unas conversaciones desarrolladas entre el propio Cantet y François Bégaudeau, guionista y actor en La clase.
Laurent Cantet: «Antes de rodar Hacia el sur pensé en hacer una película acerca de la vida en un instituto. Muy pronto decidí que toda la película debía transcurrir dentro del colegio. Cada vez se habla más de «santuarizar» el colegio. Pero yo quería, al contrario, demostrar que los colegios son como una caja de resonancia, un lugar que se hace eco de los acontecimientos, un microcosmos donde entran en juego cuestiones de igualdad o desigualdad de oportunidades, de trabajo y de poder, de integración cultural y social, de exclusión. Incluso había desarrollado una escena con un consejo disciplinario que era como una especie de «caja negra» del instituto.
Cuando se estrenó Hacia el sur conocí a François Bégaudeau, que también presentaba su última novela, Entre les murs. Este libro se opone a las acusaciones que se hacen contra los institutos actuales. Por una vez un profesor no escribía para saldar cuentas con adolescentes, presentados como auténticos salvajes o verdaderos tarados. Leí el libro y tuve la sensación de que aportaba dos cosas a mi proyecto inicial: una especie de marco documental del que carecía, y el personaje de François y la relación con sus alumnos».
François Bégaudeau: «El libro se propone describir un año escolar y sus experiencias cotidianas. No hay una dirección narrativa clara ni una trama que se desarrolle alrededor de un acontecimiento. Laurent y su coguionista Robin Campillo entresacaron lo que les interesaba de este material. El libro es un cúmulo de situaciones y ellos escogieron las que más les interesaban para convertirlas en ficción. En el libro no hay personajes, ellos los modelaron basándose en los alumnos de la novela.
Laurent Cantet: «No queríamos que el hilo conductor saltase a la vista. Los personajes debían dibujarse poco a poco, sin aparecer de golpe. La película es ante todo la crónica de la vida en una clase: una comunidad de 25 personas que no han elegido estar juntas, pero que deberán trabajar entre cuatro paredes durante un año escolar. Al principio Souleymane es uno más entre los alumnos. Al cabo de una hora nace una historia de la que es el centro. Retrospectivamente nos damos cuenta de que todo estaba en su sitio desde mucho antes».
F. B.: «Durante la escritura del guión hice de vigía documentalista. Algunos episodios funcionaban perfectamente desde el punto de vista narrativo, pero podían parecer improbables en la vida diaria de un instituto. Me encargaba de ajustarlos».
Los actores de La clase
L. C.: «Empezamos a trabajar con los alumnos en noviembre de 2006 y seguimos con ellos hasta el fin del año escolar. Organizamos talleres abiertos los miércoles y los jueves. Cualquiera podía participar si le apetecía. Contando a los que sólo vinieron una vez, vimos a unos 50 alumnos. La clase de la película está formada casi en su totalidad por los que asistieron durante todo el año, los demás se fueron yendo solos».
F. B.: «25 de 50. No se parece en nada a lo que cuentan de los castings de adolescentes. Vimos a 3.000 chicos antes de encontrar a la joya. Pero no es así, hay muchas joyas».
L. C.: «Los alumnos nunca leyeron el guión. Curiosamente, cuando improvisaban situaciones descritas por nosotros pudimos comprobar que encontraban espontáneamente expresiones y palabras que aparecen en el libro de François, como si hubiera un arquetipo de la lengua y de las inquietudes de los chicos».
F. B.: «En la mayoría de las películas de adolescentes éstos suelen mostrarse muy callados, a excepción de La escurridiza, o cómo esquivar el amor. En La clase domina una adolescencia locuaz y llena de vida en vez de melancólica e inhibida».
L. C.: «La película no intenta proteger a unos y atacar a otros. Todos pueden ser débiles y brillantes, con momentos de gracia y de mezquindad. Cada uno puede tener momentos de clarividencia o de ceguera, de comprensión o de injusticia. Pero me parece que esta película comunica un mensaje positivo porque reconoce que el colegio es a menudo caótico. Se viven momentos de desaliento, pero también momentos de gran felicidad. Y de entre este gran caos surge bastante inteligencia».
F. B.: «Me parece que La clase, de acuerdo con cierta tradición del cine francés, es una película sin culpable absoluto».