· «Mi película no habla sobre la muerte sino de cómo vivir mejor»
Después de una larga carrera como montador, Carlos Agulló (Madrid, 1974) se estrenó como director con Plot for peace, un documental que tenía mucho de thriller político. Ahora, Agulló cambia de tercio radicalmente con Los demás días, centrada en un grupo de enfermos terminales y los profesionales sanitarios que les acompañan con unos cuidados paliativos que «cuidan» el cuerpo y también el alma.
¿Cómo surgió el proyecto?
Carlos Agulló/ La verdad es que después de Plot for peace, que funcionó muy bien en festivales, etc., el productor Fernando Bovaria me contrató y me pidió un proyecto. Yo pensé que quería algo en la línea del documental anterior, que es un género que funciona muy bien, que es comercial, pero después de muchas idas y venidas le propuse esta idea y nos tiramos a la piscina.
¿Cómo consiguió convencer a Pablo Iglesias, un médico que lidia a diario con la muerte, para rodar la película?
C. A./ Conocía de oídas al doctor Iglesias. Le expliqué el proyecto y lo entendió. Yo no quería provocar las lágrimas, sino la reflexión. Una reflexión sobre una realidad de la que a veces no se habla, pero que es una evidencia. Nos vamos a morir, y el saberlo y ser conscientes, nos puede ayudar a vivir mejor. A cambiar en nuestras vidas lo que haya que cambiar, a no dejar que pasen los días sin más.
¿Y después de él, convenció a sus pacientes?
C. A./ En realidad, casi todos llegaron al proyecto de la mano de Pablo. Les daba confianza y, en cierto modo, era una manera de agradecer los cuidados de su médico.
Estamos ante una película formalmente muy irregular, se nota que en ningún momento ha buscado «embellecer» el documental.
C. A./ Las circunstancias del rodaje eran las que eran y yo no podía meter conmigo a un equipo, ni sugerir que se repitiera el gesto cariñoso de un cuidador. Grabé yo mismo con una cámara de vídeo. Había que captar el instante, y en silencio, con la luz que hubiera, sin atrezzo… y, por supuesto, sin nada que no fuera lo esencial. A mí, cualquier añadido me hubiera parecido agredir al espectador. No podía meter música, ni grafismos, ni recursos emotivos. Todo eso sobraba…
Insiste mucho en que su película no es sobre la muerte… sin embargo, todos tus protagonistas están muertos en este momento…
C. A./ Sí, eso es verdad, pero mi película no habla sobre el día de la muerte sino sobre los demás días, que estás vivo. Y esos días hay que vivirlos de la mejor manera posible. Se habla poco de la muerte, pero ser consciente de ella nos ayuda a vivir de una manera más verdadera, más real. Hay gente del equipo que después del rodaje ha tomado decisiones vitales muy importantes, porque han sido conscientes de que la vida no se puede dejar pasar.
En España el debate sobre los cuidados paliativos está directamente relacionado con el debate sobre la eutanasia.
C. A./ Aquí la eutanasia no es legal pero creo que, si lo fuera, mi película no sería muy diferente porque de lo que estoy hablando es de gente que vive sus últimos días y cómo vivirlos de la mejor manera posible… En cualquier caso, el debate en España -como casi todos los debates- está politizado e ideologizado. Somos muy de mantener las dos Españas. La derecha, la izquierda, los ateos, los creyentes… No se llega al fondo, se debate de una manera simplista y se mete en el mismo saco lo que es un homicidio -cuando tú quieres decidir sobre la muerte de otro- y lo que no es eutanasia, y por eso es legal, que es evitar el encarnizamiento terapéutico.


Pero, ¿cree que si hubiera más servicios de paliativos habría menos peticiones de eutanasia?
C. A./ Personalmente pienso que, antes de hablar del derecho a una muerte digna, hay que hablar del derecho a una vida digna. Si me condenas a una vida miserable, probablemente no quiera vivir, pero si -sea cual sea mi situación económica- tengo acceso a unos cuidados, a unas medicinas, a un fisioterapeuta, a un psicólogo, al respiro de mis cuidadores… pues quizás, entonces, ya no quiero morirme antes.
Termino por el principio, confieso que tuve la película dos semanas sin atreverme a verla, pero cuando empecé a los dos minutos estaba enganchada. ¿Tuvo algo de premeditado ese arranque tan fuerte y tan directo?
C. A./ Soy consciente de que el tema es muy duro y de que nos va a costar trabajo llevar a la gente al cine. En cuanto al modo de empezar, me parecía que el símil del boxeo era interesante y, por otra parte, yo había grabado una entrevista con Pablo Iglesias que pensé que no iba a utilizar y que luego me di cuenta que era una joya de entrevista y que tenía que usarla. La clase que se ve es, en realidad, una entrevista, una escena que se trabajó mucho en postproducción y que creo que funciona perfectamente.
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