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Entrevista con Mateo Gil, director de Blackthorn

Blackthorn, de Mateo Gil

Mateo Gil, director de Blackthorn: «He hecho un homenaje al género y a los autores que me gustan, especialmente Ford y Peckimpah»

Tras un photocall muy animado, nos dirigimos a la sala grande de los Princesa para charlar de Blackthorn con su director Mateo Gil, el guionista Miguel Barros y los actores Stephen Rea y Eduardo Noriega.

El diálogo con los periodistas fue animado. Había expectación, porque después de ver la película hay mucho que preguntar. Gil ha logrado un western muy interesante y clásico, rodado en el altiplano boliviano, un enclave muy fotogénico, muy de la escuela americana.

Miguel Barros, el guionista, es quien explica el origen del proyecto, escrito por puro placer tras un viaje a Bolivia en el que intentó hacer un documental y donde se encontró un equipo español con muchos más medios filmando algo similar. Aprovechando el viaje inició un recorrido por la ruta que supuestamente siguió el verdadero Butch Cassidy para volver a casa. Tras este periplo escribió la película para leérsela a sus amigos. Más tarde se la presentó a Mateo Gil.


Le dicen a Gil que es un director atrevido, que un western y encima en Bolivia… 

«Sabíamos -contesta Mateo Gil– que era un proyecto con muchísimo riesgo, evidentemente yo asumía mucho riesgo pero creo que mi productor, Andrés Santana, asumía un riesgo mucho mayor, pero nos gustaba mucho el proyecto. Creo que todos los que hemos participado somos amantes del western y se notaba en el rodaje, en la preparación y no sé… sin riesgo no hay emoción (risas).

¿Qué temas le han interesado de la película?

Me atraía la visión de Butch, que ya está en esa edad en la que mira a su pasado y también mira al futuro que le queda. Y se pregunta dónde quiere estar. El hombre cree ver volver sus energías e ilusiones de la juventud para luego acabar donde acaba la aventura.

Luego está ese otro gran tema del cambio de un antiguo mundo a un nuevo mundo distinto. El viejo mundo está encarnado en él y en su pasado; el nuevo mundo lo representa el personaje de Eduardo [Noriega]. Hay una serie de códigos o principios morales que han cambiado, de manera inconsciente, en el personaje de Eduardo, que ya es hijo del siglo XX.

A mí me hace mucha gracia que viendo la película todo el mundo, al menos emocionalmente, está de forma incondicional con el personaje de Butch en su decisión final. Bueno, en todo el recorrido. Y yo digo ,vale, estamos con Butch y creemos ser como Butch, pero en realidad nos parecemos mucho más al personaje de Eduardo, todos nosotros.

¿Habría escrito Blackthorn?

Encantado de la vida. Tuve la suerte de que ya me llegó una primera versión donde estaba todo este material, luego reescribimos juntos, hicimos determinados cambios, sobre todo ajustes de metraje y de orden. Pero el material estaba todo allí dentro.

¿Qué ha supuesto para usted el rodaje fuera de España y en condiciones tan duras?

Tú lo has dicho. Ha sido duro. Yo creo que de alguna manera nos ha obligado a todos, especialmente a mí a ponernos un chip de «igual no vamos poder rodar lo que queremos rodar». O, igual hay que cambiar cosas, planificar sobre la marcha y cambiar el plan de rodaje continuamente y reescribir secuencias porque de pronto ya no se puede hacer una por lo que sea y de hecho hubo que hacerlo bastante.

Pero yo creo que todo el equipo ya tenía ese chip y se trataba de sacar la historia adelante y conservar su espíritu. Digamos que hubo un primer viaje, en el que Andrés (Santana) y yo queríamos averiguar hasta qué punto era viable la película en Bolivia, ya que había muchas dificultades. Y llegamos a la conclusión de que era prácticamente imposible, pero ya no veíamos la película en otro lado, y tenía que ser Bolivia, tenía que ser en el altiplano. 

¿Y su relación con el mundo western?

Siempre me ha encantado, yo creo que tiene que ver con el hecho de que me crié viendo westerns en televisión. Yo empecé a ir al cine muy tarde, pero vi mucho cine en televisión.

Entonces claro, durante toda la infancia me veía los western de la mañana de los sábados en TVE y de alguna manera el género se me quedó dentro. Luego revisándolos ya más de adulto lo he disfrutado igualmente. No así mucha gente de mi generación que luego se ha desvinculado bastante del género como espectador. A mí me siguió gustando mucho y siempre he pensado que tiene una cualidad muy buena el western.

Es un género muy divertido que siempre tiene una dosis de aventura, de acción, de tensión, de romanticismo, y además es un género que permite plantear dilemas morales y políticos en términos muy sencillos.

Y eso a nivel dramático es muy poderoso, porque todo el mundo entiende el conflicto, el dilema y de alguna manera todos nos vemos obligados a posicionarnos como ocurre en cierto momento en esta película.

Creo que esto tiene que ver con que el western es un género que describió o narró el nacimiento y el crecimiento de una nación, entonces siempre tenía que ver con la relación del individuo con el entorno, natural o humano, la relación del individuo con el otro individuo. Y en el nacimiento de una nación se producen conflictos muy elementales como yo tengo una tierra, quiero plantar y tú tienes un ganado que tiene que pasar por aquí. Es un clásico.

Esos conflictos siguen vigentes, por más que la vida se haya complicado; y el western nos permite todavía plantearlos. Y es un género que perfectamente podría estar de actualidad, quizás hay una cuestión de modas que lo ha hecho esconderse un poco. Pero creo que va a seguir dando guerra.

¿Habría dirigido westerns de otros directores?

Un montón, muchísimos. De John Ford me hubiera encanto rodar unos cuantos, de Sam Peckinpah cualquiera, de Leone…, en realidad, de tantísimos directores de los 60 y 70 que hicieron revisiones maravillosas del género. Incluso directores que no eran habituales del western hicieron películas increíbles. Como Robert Altman, Sidney Pollack, Arthur Penn…

¿Y el casting, cómo fue?

Me salto a Eduardo porque está aquí. Estaba antes que el guión incluso. Digamos que a Sam (Shepard) llegamos a través de una directora de casting inglesa. Creo que fue una decisión muy buena contratarla a ella. Porque ella tiene una cierta mano internacional, con lo cual me parece importante para que lean mi proyecto.

Sam respondió rapidísimamente y creo que gracias a Sam está Stephen (Rea), porque son buenos amigos. Stephen era uno de los soñados, pero no contábamos con poder llegar a él y fue Sam quien me dijo -¿oye, tú qué opinas de Stephen Rea?- y yo disimulé pero estaba con los ojos como platos… Y nada, así fue. Tuvimos muchísima suerte.

Una segunda parte del casting, fue la de los actores para los flashback. Resultó complejo, porque tenían que ser actores europeos por razones de financiación. Tenían que montar a caballo y ser capaces de hablar con acento americano. Y uno tenía que parecerse a Sam

Era realmente complicado, pero la directora de casting, Jina Jay, es fantástica, me mandó dos opciones por cada personaje y los clavó.

¿Y el casting boliviano?

Para eso contratamos a una directora de casting de allí, Wendy Alcázar, que también hizo un trabajo fantástico.

Es verdad que en Bolivia no hay muchos actores. El abanico de actores era abarcable. Miento, no hay muchos actores acostumbrados a trabajar en cine. Pero bueno, afrontamos el trabajo de otra manera ligeramente distinta, sobre todo me concentré en hacerles perder los nervios y el miedo. Pero respondieron todos fantásticamente bien. Además, muchos de ellos tuvieron que aprender a montar a caballo. Hicieron un esfuerzo brutal.

¿Cree haber innovado algo en este género del western?

No, absolutamente nada. He hecho un homenaje al género y a los autores que me gustan.

¿En qué autores se ha apoyado, especialmente en los momentos difíciles?

En John Ford y en Sam Peckinpah.

¿Tiene la película un lado político?

Creo [contesta el guionista Miguel Barros] que va sobre la vuelta de un tío a su casa, pero creo que tiene un contexto político y social muy particular que está en la película.

Aunque la visión no sea totalmente política, no es casualidad que los dos personajes sean extranjeros de Bolivia. Aun así es una película de aventuras.

La idea de si Butch sobrevivió o no, no es mía. En la literatura americana posterior y en la literatura insólita americana se debate y hay discusiones y hay muchas hipótesis sobre dónde llegó, si es que llego a algún lado. Yo partí de esa idea y nos inventamos una historia donde Butch había sobrevivido solo, durante  20 años criando caballos.

 

Solo hubo una pregunta que Gil y Barros evadieron. Fue si tenían algún otro proyecto en común. Entre risas, dieron a entender que sí. Mateo Gil habló de «una historia potente, pero creo que va a llevar tiempo ver si se podrá sacar».

Noriega y Rea, dos generaciones de actores para un filme clásico

Y llegó el momento de conversar con los actores. 

Eduardo, no es la primera vez que trabaja con Mateo Gil… 

Espero que sea todavía el comienzo de nuestra relación profesional. He tenido mucha suerte al principio de mi carrera de trabajar con Alejandro Amenábar o Mateo Gil cuando hacíamos cortometrajes, en plan totalmente amateur.

Y luego hemos hecho alguna película juntos. Con Mateo he colaborado en diferentes películas en las que hacía de guionista, e incluso de director. Y para mí, siempre es un enorme placer reencontrarme con Mateo y un orgullo que todavía quiera seguir contando conmigo. Como dice él no nos une ningún contrato escrito. Ya me gustaría tenerlo pero no lo hay. Cuando le conviene o cuando va bien para el personaje que está pensando me llama y yo encantado.

En la versión doblada de esta película no se dobla a sí mismo, ¿qué piensa del doblaje?

Discutiendo de esto estaríamos aquí todo el día. Considero que la voz es fundamental a la hora de componer un personaje. No me voy a referir a mí mismo. Me refiero a Sam Shepard, Stephen Rea, a Daniel Davis, a Paul Newman

Sus interpretaciones no se podrían considerar si no las escucháramos. Yo creo que el doblaje es una disciplina para la que hay que tener mucho talento, mucha dedicación. Es todo un arte en sí mismo, pero es una versión.

Yo soy partidario de las películas en el idioma en que se rodaron, en que se hicieron y para los que estamos aquí una película en versión original subtitulada es algo normal.

Sin embargo ahí fuera nadie lo entiende así. Y encima nos insultan, nos dicen que queremos robar el pan de sus hijos y una serie de cosas. Yo admiro muchísimo a los dobladores, pero es una disciplina en la que no me reconozco en absoluto porque no tengo nada que ver con ella. Yo estudié otra cosa, estudié teatro.

Aún así considero muy válido el doblaje para determinados contenidos, para DVD, películas infantiles, para los ciegos, en fin una serie de destinos para los que el doblaje es imprescindible. No se puede entender la historia del cine en España si no es la historia del cine doblado.

Pero yo cuando hago un trabajo no quiero que me doblen, y cuando veo una película china, quiero oírla en chino. Desgraciadamente la sociedad reclama el doblaje porque no tiene otra oportunidad, porque culturalmente no la ha tenido, ya que en la gran mayoría de las ciudades en España solo hay cine doblado.

Bueno, pues yo no estoy en contra del doblaje, estoy en contra de la masificación del doblaje. Estoy en contra de que en Santander no se pueda ver ninguna película en versión original. Ojalá que poco a poco el cine en versión original tenga más cabida en los cines españoles.

¿Y por qué no se dobló a sí mismo?

En alguna ocasión lo hice. Pero creo que cuando te doblas y compites con actores de doblaje, con voces tan reconocidas, el espectador identifica como válida la voz de doblaje que ha escuchado toda la vida. Y puede decir del actor que se dobla a sí mismo que logra una interpretación pero que la de la suma imagen actor + doblador profesional. Porque son dos registros totalmente distintos.

Por eso, a mi juicio, mejor no mezclarse. En Blackthorn me hubiera gustado doblarme porque hay actores bolivianos que en la versión doblada aparecen con sonido directo en castellano. Quizás hubiera encajado mi voz con esas voces bolivianas… pero no con el doblaje de Sam Shepard que es más clásico… Complejo.

Animo a la gente a que disfruten la película en versión original y luego, que la disfruten doblada, y que comparen. 

 

Y terminamos preguntado al irlandés Stephen Rea.

¿Cómo definiría a su personaje, es un caza recompensas que busca un fantasma o a un ser real?

No sé si le gusta que Cassidy aparezca, porque esa caza de años le ha destrozado. Necesita parar.

¿Por qué se decidió a estar en la película?

Quiero mucho a Sam, es uno de mis mejores amigos en la industria. Pero yo siempre me guío, siempre y solo por el guión. Si creo que puedo dar vida a lo que hay en ese guión entonces lo hago. Y me parece que el guión de Miguel es de los mejores que he leído. Además, Mateo vino a verme con una botella de Rioja.

Sergio Calleja

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