John Lasseter
John Lasseter

John Lasseter, director de Toy Story y Bichos: «Queríamos que el circo de Bichos fuera un fracaso total, queríamos contar la historia de un perdedor, de la típica buena persona con mala suerte»

Pudimos hablar con John Lasseter durante su reciente estancia en España para promocionar Bichos. Una aventura en miniatura, película que recaudó en Estados Unidos más de 140 millones de dólares durante sus siete primeras semanas de exhibición.

¿Por qué ha recurrido en su película al ambiente del circo?

Por un lado, porque el circo está lleno de gente de todo tipo, de nacionalidades y condiciones muy diversas, lo cual nos venía bien para configurar nuestra galería de insectos. Por otro lado, la decadencia actual de los circos nos convenía porque queríamos que nuestro circo fuera un fracaso total, queríamos contar la historia de un perdedor, de la típica buena persona con mala suerte, con ideas brillantes pero que nunca funcionan. Se encuentra con otro grupo de perdedores, aprenden juntos a vivir con sus propias limitaciones y hasta tienen la oportunidad de convertirse en héroes. Pienso que este planteamiento resulta muy atractivo, porque todos nos identificamos con los perdedores.

Bichos. Una aventura en miniatura
Bichos. Una aventura en miniatura

Además de las numerosas referencias fílmicas de sus películas, ¿utiliza en sus trabajos algunas referencias pictóricas?

Cuando empecé a trabajar hace veinte años no existía la animación digital, sólo hacía animación tradicional, a mano. Por aquella época, cuando iba a los museos me fijaba sobre todo en las pinturas de Miguel Ángel y otros maestros clásicos, en la calidad de las dimensiones, en el trazo de la línea, del dibujo… Por eso también me fascinaba la pintura china: por la calidad de su dibujo en dos dimensiones. Desde que trabajo con ordenador me fijo en otras cosas: en el tratamiento de la luz, en las texturas… Por eso, ahora me interesan más pintores como Rembrandt o Delacroix.

¿Considera el cine de animación como un género eminentemente familiar?

Sí, desde luego. El cine de animación no es tanto un género infantil como para toda la familia, sin marginar a ninguno de sus componentes. Estoy convencido de que la meta es hacer películas que sean apetecibles para los adultos, y eso se logra trabajando muy bien la historia y los personajes, desarrollando bien la acción y sabiendo recurrir al humor en el momento oportuno. En este sentido, tam-bién el cine de animación quiere ganarse al público adulto, y va dirigido a él, pero yo nunca haría algo que provocara rechazo en los niños. Sería un suicidio hacer sólo películas para niños, porque los padres se aburrirían y dejarían de ver cine con ellos. Y eso me parecería un auténtico drama.

¿Podría concretarnos alguna aportación de su familia a la película?

Fue decisiva la opinión de mis hijos en la elección de los insectos que íbamos a sacar. Me insistieron en que no podía dejar de sacar cochinillas y mariquitas. Y esos han sido precisamente los personajes secundarios más alabados de la película. También me ayudaron mucho en una cuestión difícil: ¿Hasta dónde debía llevar el recurso del miedo? A los niños les encanta el miedo, pero tampoco hay que pasarse, hay que saber darles recursos para vencerlo. A menudo, los que hacemos cine nos olvidamos de las cosas que hacen reir a los niños; a un niño lo que más le divierte es el slapstick, los golpes de humor a base de trompazos: alguien a quien se le cae un bote de pintura encima de la cabeza, alguien que va andando por la calle, pisa una piel de plátano y se cae… Los niños se mondan de risa con esos golpes de humor visuales. Y no conviene olvidarlo.

¿Cuál es su próximo proyecto?

Llevamos tiempo trabajando en la segunda parte de Toy Story, con la que queremos seguir mejorando la tecnología punta en animación digital. Me entusiasma el proyecto, porque me costó tanto desarrollar esos personajes, perdón, esos actores, que ya los echaba de menos. Después de cuatro años haciendo una película te cuesta mucho soltar a sus personajes, que se han convertido en compañeros de trabajo, en amigos, en parte de la familia.

Suscríbete a la revista FilaSiete