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Pablo Cervantes, compositor de música de cine

Un compositor de registro am­plio, abierto a todo tipo de músicas (desde la clásica hasta el techno), que se nutre de experiencias muy diversas para crear

Pablo Cervantes

Pablo Cervantes: “Para dedicarse a esto hay que ser un poco mercenario, no puedes tener ego creativo”

Pablo Cervantes empezó a componer para el cine y la tele­visión muy joven, y por azar más que por vo­cación. Iba para veterinario pero la compra de un piano por su padre, interesado en que alguno de sus hijos se aficionara a la mú­sica, dio un vuelco a la orientación de sus estudios y acabó en Magisterio Musical.

En una ocasión, a mediados de los 90, Fran­cisco Cervantes, productor de televisión, le pidió a su hijo que hiciera una sinto­nía de salida para un programa. Así comen­zó su carrera profesional. “En EE.UU. se pue­de estudiar una carrera de compositor pa­ra cine y televisión, aquí no. Me tomo mi pro­fesión como una afición en primer lugar, y luego como un oficio. Tengo la suerte de tra­bajar en algo que me gusta”, nos cuenta con motivo de una sesión en el Master de Guión de la Universidad de Sevilla.

El salto al cine llegó en 2001, cuando Jo­sé Luis Garci le mandó el guión de You are the one. “Hice casi todo el trabajo tras leer el guión, y preparé con él una maqueta a pia­no”. Ese trabajo fue premiado por el Cír­cu­lo de Escritores Cinematográficos y por ASE­CAN. Y Cervantes se convirtió en el com­positor habitual del cineasta: Historia de un beso, Tiovivo C. 1950, Ninette, Luz de do­mingo, Sangre de mayo y ahora Holmes. Madrid suite 1890.

También ha finalizado la música original pa­ra Los niños salvajes, película de Patricia Fe­rreira, que se ha visto en la sección oficial del Festival de Málaga. En la pequeña pan­talla, Luna, el misterio de Calenda, que se acaba de emitir, con Belén Rueda co­mo pro­tagonista, y El corazón del océano, pen­diente de estreno, ambas de Antena 3. Jun­to a esto, una trayectoria ya larga que in­clu­ye una docena de largometrajes, alrede­dor de 50 sintonías para televisión, músi­ca pa­ra cortometrajes, documentales, spots pu­blicitarios y festivales de cine. Ha as­pirado dos veces al Goya (2004 y 2006) y ga­nó el premio a la mejor música en el V Fes­tival de Cine de Málaga.

Pablo Cervantes

Cervantes es un compositor de registro am­plio, abierto a todo tipo de músicas (desde la clásica hasta el techno), que se nutre de experiencias muy diversas para crear y que necesita el encargo. “Yo no sé pen­sar un adagio mientras paseo por una pla­ya”. Una vez que recibe la invitación a com­poner, todo le sirve, incluso el nombre de su mu­jer, Carolina, que usó en el estribi­llo del pa­sodoble de Tiovivo C. 1950: “Ca­ro­li­na, roli­na, lina, na”. Ahora espera su primer hijo, que seguro que será una nueva fuen­te de crea­tividad.

Pablo Cervantes: El guión, inspirador de ideas

“El guión es la base, es el inspirador de ideas. Yo no puedo estar en casa sabiendo que me han contratado para una película es­perando a que llegue el montaje. Hay que tra­bajar desde la lectura del guión, en conver­saciones con el director, con el guionista. Componer desde antes de la imagen, inte­riorizando situaciones de emotividad, de ten­sión dramática. Luego vendrá el armazón, si no, se corre el peligro de hacer una mú­sica hueca”.

Cervantes no trabaja secuencia a secuen­cia. Sus guiones técnicos son un arco iris, una paleta cromática que va desde el na­ranja, para momentos costumbristas, al ro­jo para reflejar la agresividad, la pasión. De­sarrolla primero el bloque más largo de ca­da color de forma que pueda adaptar fácil­mente la pieza completa a los de menor du­ración. “Pienso globalmente para luego tra­bajar individualmente cada secuencia. Bus­co momentos que den unidad estilística. Si ves muchas imágenes el resultado que­da inconexo. Puedes caer en una ejecución fría. Lo importante es establecer las co­nexiones y que eso se note”.

“La televisión da mucho oficio”

“En los años 60 las músicas en televisión te­nían más importancia. Ahora se han acorta­do los tiempos. Son casi ráfagas”. El compo­sitor habla sobre la diferencia en el modo de trabajar en cine y televisión. “La produc­tora se pone en contacto contigo, o tam­bién la cadena si tiene producción propia. Luego entras en contacto con la parte crea­tiva, con el realizador. Preguntas cosas más concretas: qué unidades musicales tendrá, cómo es la escaleta. A veces, vienen a ti con ideas musicales de cabecera, etc., pe­ro como músico analizo el material y trato de crear algo que sea mío”.

Es un modo de trabajar distinto, de tiempos muy cortos, pero “que da oficio. En tele­visión, primero hay que ser rápido y luego bue­no”. Es preciso contar con todos los me­dios que ofrece la técnica para crear esa at­mós­fera que parece estar en segundo plano pe­ro que afecta al espectador y le dispo­ne a sen­tir temor, sorpresa, tensión, empatía. “Con la música, de alguna manera, se ma­nipu­lan los sentimientos del público”, ase­gura.

Actualmente trabaja para una serie de An­tena 3 cuyos capítulos duran setenta minu­tos, de los cuales cuarenta llevan música. “Es demasiado. No se puede hacer tanta mú­sica, a la velocidad que se requiere y con los presupuestos que se manejan, con músi­cos de verdad. Trabajamos con instrumentos virtuales. En ocasiones se combinan, co­mo ocurrió en La condesa rebelde, el biopic sobre Emilia Pardo Bazán, que compar­te música virtual con varios instrumentos solistas reales”.

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