Cantando bajo la lluvia (1952) // Ge­ne Kelly, Stanley Donen

· La cinta se caracteriza por presentar los nú­meros musicales insertos en la trama; el desarrollo narrativo del guion no se interrumpe por unas canciones y bailes introducidos con calzador.

Parte II: Rodando bajo la lluvia

En realidad, la película se pensó inicialmente para el coreógrafo Howard Keel, muy popular en la época, pe­ro se adaptó a las características de Gene Kelly cuan­do éste se hizo cargo de la dirección y la coreografía junto con Stanley Donen.

Ambos habían trabajado juntos en Un día en Nueva York (1949), y el personal concepto de musical que allí ha­bían plasmado -sacándolo de los bastidores y escenarios teatrales para llevarlo a la vida cotidiana- dejó una profunda huella en Cantando bajo la lluvia.

Actuaciones sublimes

Ellos dos son los verdade­ros autores del filme. Con todo, la película no sería la mis­ma sin la actuación de Donald O’Connor. Su acrobático «tour de force» en el famoso número Make’ em laugh, de comicidad frenética por paredes, suelos y te­cho, ha sido considerado por algunos como el mejor nú­mero de baile de toda la historia.

Tampoco sería la misma sin el encanto y el entusias­mo juveniles de la actriz Debbie Reynolds, en su primer papel protagonista a sus 19 años. Tal vez por esa inex­periencia, Freed no quiso utilizar su voz y fue doblada en todas sus canciones. Irónicamente, la voz que De­bbie presta a Jean Hagen -la actriz de voz chirrian­te- al final del filme, escondida tras los cortinajes, es en realidad… la de Jean Hagen.

Como otros títulos producidos por Arthur Freed, Can­tando bajo la lluvia se caracteriza por presentar los nú­meros musicales insertos en la trama; es decir, que el desarrollo narrativo del guion no se interrumpe por unas canciones y bailes introducidos con calzador. Ahí ra­dica la fluidez de la película, esa ligereza y esa amenidad con que se desarrolla la trama.

Esto es algo muy destacable, si se tiene en cuenta que las partes bailadas corresponden a más del 50% del me­traje. Bailes, además, que demuestran sobrada­men­te la fuerza y el prodigioso ritmo de las coreogra­fías per­geñadas por Kelly y Donen: Donald O’Connor estu­vo tres días de baja tras el esfuerzo rea­lizado en el acro­bático Make’ em laugh; y Debbie Rey­nolds aca­bó el baile de Good Morning con los pies en­sangrentados.

Números musicales antológicos

Y es que la pe­lícula contiene números verdaderamente antológicos. Ade­más de los ya mencionados, deslumbran también el fre­nético Moses, el sentimental You are my lu­cky star (de­licado e intimista, en un plató gigantes­co y vacío) o el lujoso y espectacular Broadway Melo­dy.

Pero el que sin duda pasará a la historia es Singin’ in the rain: el número más popular y recordado de to­dos los musicales, en el que Kelly, enamorado y dicho­so, baila en medio de un aguacero torrencial. A pesar de la imagen feliz que transmite, Kelly sufrió lo indecible en esa secuencia, bajo la falsa y persistente lluvia de los aspersores. Durante los dos días que requirió el ro­daje, padeció un enfriamiento fuerte y progresivo que estuvo a punto de acabar en pulmonía; además, no encontraba la manera de coordinar los movimientos del paraguas con la música, por lo que la filmación se pro­longó cada día muchas más horas de lo previsto.
Lo curioso es que ese sketch no era realmente nue­vo: se inspiraba en otro similar, cantado y bailado por Mau­rice Chevalier quince años antes, pero ahora de­sa­rrollado de forma más brillante y original.

Hay que reconocer que su peculiar combinación de hu­mor, sentimiento y alegría resume perfectamente las virtudes de la película, y esa única escena basta pa­ra convertir a ese filme en la quintaesencia del género musical. Es, desde luego, el número que mejor representa el espíritu de Cantando bajo la lluvia, pero tam­bién el que mejor resume toda la filmografía de un ac­tor (Gene Kelly) y todo lo que fue un maravilloso gé­nero cinematográfico: el musical de Hollywood.

Cantando bajo la lluvia (1952) // Ge­ne Kelly, Stanley Donen (parte I)

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