Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 4): La banda sonora del filme
Centauros del desierto (1956, John Ford) | Las canciones elegidas servían de inspiración para el compositor; y, por los motivos que evocaban, se convertían en vigas maestras en la estructura narrativa de la película.
Como escenario principal de la historia, Ford escogió Monument Valley. Allí se rodaron casi todos los exteriores, entre el 25 de junio y el 27 de agosto de 1955. La casa de los Edwards se situó en la entrada del valle, entre dos colinas denominadas Mitchell y Gray Whiskers; y en una zona más desértica, ya empleada con profusión en La diligencia, muchas escenas de la infructuosa búsqueda. La cabalgada de los Rangers en persecución de los comanches tuvo lugar en un espacio delimitado por tres colinas: West Mitten, East Mitten y Merrick. Al sudeste de esa zona se montó el poblado comanche, que en el guion se localiza en Nuevo México. Y la secuencia final del río, con Debbie huyendo del poblado y la sucesiva intervención de Ethan y Martin, fue rodada en las riberas de Big Chair, en el lado oeste del valle. Aún hoy sorprende que paisajes tan visualmente distintos en la pantalla hubieran sido rodados por Ford en un espacio tan reducido.
Una vez terminado el trabajo en Monument Valley, el equipo se trasladó a Gunnison y Aspen, en Colorado, para filmar las escenas de nieve. Y de allí se fueron a Edmonton, en Alberta (Canadá), para la secuencia de los bisontes. Ferry Wilson y Chuck Hayward, dos de los especialistas que trabajaron en la cinta, fueron los encargados de doblar a John Wayne y Jeffrey Hunter en las escenas peligrosas con esos animales desbocados.
Baladas con resonancias épicas
A Ford siempre le había gustado incluir música folklórica en sus películas. Prácticamente no hay cinta en la que no escuchemos baladas countries, que hablan de la nueva tierra, de la familia, del amor perdido o añorado… «Adoro esas canciones -diría años más tarde-. Además, han vuelto a ser muy populares gracias a los nuevos cantantes».
Por referencias de los biógrafos, sabemos que en cuanto el director anunciaba un nuevo proyecto, su hija Barbara, que era montadora y estaba casada con un cantante folk, se encargaba de buscar los discos existentes en el mercado con la música más afín a la historia que se iba a rodar. Las canciones elegidas servían de inspiración para el compositor; y, por los motivos que evocaban, se convertían en vigas maestras en la estructura narrativa de la película.
Esto es lo que ocurre en Centauros del desierto. La balada Lorena, que volverá a ser utilizada en Misión de audaces (1959), suscitaba en Ford una imagen lírica del hogar, y en este filme remite a la figura de Martha y a sus sentimientos hacia Ethan. La primera vez que escuchamos este tema coincide con el comienzo de la cinta, y suena entonces en un tono romántico y evocador: es cuando Martha abre la puerta de su casa y vemos llegar al fondo al personaje de John Wayne. Más tarde, cuando Ethan vuelve al hogar y encuentra la masacre de los indios, volvemos a oírla de nuevo, pero ahora con un tono triste y dramático.
Otra balada folklórica muy querida por Ford era Shall We Gather at the River, que aparece en numerosos filmes fordianos. Se trata de un himno espiritual lleno de nostalgia: «Sí, nos reuniremos en el río, en el hermoso y adorado río, nos reuniremos con los santos en el río, que fluye del trono de Dios». En Centauros del desierto aparece por primera vez en el funeral de los Edwards, cantada por los asistentes (hasta que Ethan llega y convoca a todos a buscar a las niñas raptadas). Y cuando la cinta se acerca al desenlace, reaparece entonado por los asistentes a la boda de Laurie y Charlie (truncada abruptamente por la llegada de Ethan y Martin). De esta manera, la canción queda unida a dos celebraciones que, significativamente, el personaje asocial Ethan interrumpe: porque ya no es posible el reencuentro amoroso con Martha, y porque la boda de Laurie no será con Charlie, sino con Martin. Además, hay dos reuniones clave en las orillas del río: al principio, cuando el grupo de buscadores elude el acoso de los comanches, cruzando la ribera; y al final, cuando Debbie se encuentra con Ethan y Martin, y les pide que huyan de Scar.
Como apertura y cierre de la cinta, escuchamos también una preciosa balada, The Searchers, que esta vez ha sido creada para la ocasión por Stan Jones. Al comienzo, la oímos sobre los títulos de crédito, con una letra que apunta el indómito, triste y desarraigado carácter del protagonista: «¿Qué impulsa a un hombre a vagar errante? ¿Qué impulsa a un hombre a viajar sin rumbo? ¿Qué impulsa a un hombre a dejar lecho y mesa, y dar la espalda a su olvidado hogar?». Al final, cuando Ethan abandona el hogar de los Jorgensen y la puerta se cierra tras él, oímos de nuevo la balada, que parece dar respuesta a la pregunta inicial: «El hombre explorará su corazón, buscará una salida en el largo camino. Sabe que hallará al final su paz. Pero, ¿dónde, Señor, dónde?».
Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 1)
Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 2)
Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 3)
Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 5)
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