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Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 3). Actores y localizaciones

Centauros del desierto (1956)

Centauros del desierto, de John Ford (parte 3): Preparación del rodaje

· Centauros del desierto (John Ford) | Al contar con los mismos técnicos con que había trabajado en anteriores películas, John Ford se sintió co­mo en su casa.

Escribiendo el backstory de los personajes

A pesar de los cambios, la película siguió con bastan­te fidelidad las líneas básicas de la novela. Y eso que Nugent tuvo que volver a trabajar con los personajes des­de su niñez. Lo explicaba en una entrevista que se pu­blicó años más tarde:

«Ford me obligó a hacer algo que nunca se me había ocu­rrido antes, pero que siempre he practicado desde en­tonces: redactar biografías completas de cada persona­je del filme. Dónde nacieron y se educaron, acti­tu­des políti­cas, hábitos en la bebida (si existían), caprichos, etc. Se toma al personaje desde la infancia y se es­criben todos los acontecimientos sobresalientes de su vi­da hasta el momento en que el filme le encuentra. En algunos casos se requería toda una página, o más, pa­ra describir al personaje. Las ventajas son enormes, por­que -una vez se ha reflexionado de esta forma sobre él- sus ac­tos y palabras resultan consecuentemente indispensa­bles. Sabes cómo reaccionará en cualquier situación concreta».


El resultado de escribir la vida anterior de sus personajes podemos apreciarlo, sobre todo, en el comienzo de la película. La llegada de Ethan, incorporada por Nu­gent al abrupto arranque de la novela, plantea incóg­ni­tas respecto de sus tres últimos años, sobre todo cuando el recién llegado muestra una medalla militar de origen me­xicano y obsequia a su hermano con una elevada su­ma de dólares yanquis recién acuñados (siendo ellos con­federados). Tan solo por miradas y por gestos, y por am­biguos sobreentendidos, sabemos que Ethan permaneció antes de la guerra largo tiempo en el rancho, y que Martha y él estuvieron entonces enamorados. Una es­cena muda nos confirma que ese sentimiento aún perdura: Aaron, a punto de salir al porche, ve a su mujer en el dormitorio de Ethan, acariciando el capote que éste ha dejado sobre una silla.

En una entrevista con Peter Bogdanovich, el director irlandés lo explicaba así: «Para mí era más o menos ob­vio que la esposa de su hermano estaba enamorada de Ethan. No se podía restregar esto en las narices del es­pectador, pero está bastante claro para cualquiera con un mínimo de inteligencia. Era posible deducirlo al ver la manera en que ella cogía el capote de él, y creo que acer­tamos al revelarlo por medio de la expresión de Aaron y de su salida como si no se hubiera dado cuenta de na­da». A modo de resumen, concluía Ford: «Ethan era un solitario por naturaleza; nunca hubiera podido ser real­mente miembro de la familia”.

De este modo, la aparición de Ethan supone en la tra­ma una sacudida emocional, que solo advertimos a tra­vés de alusiones, y que conforman un halo de misterio poé­tico. Así, resulta más importante para la historia lo que parece deducirse de las palabras de los propios personajes -y también de sus silencios- que lo que realmen­te aconte­ce.

Tras esta profunda labor de reescritura, el guion defini­tivo estuvo listo en abril o mayo de 1955. Ahora so­lo que­daba escoger a los actores y decidir las localiza­cio­nes.

Un rodaje muy familiar

Al contar con los mismos técnicos con que había trabajado en anteriores películas, John Ford se sintió co­mo en su casa. Además, pudo contar también con sus ac­tores favoritos: John Wayne (Ethan), al que había descubierto en La diligencia (1939), y Ward Bond (el capitán sudista Clayton), al que había dirigido en cinco fil­mes de Argosy. Pero también le eran muy conocidos Ha­rry Carey (el joven Brad Jorgensen), Hank Worden (el anciano Mose Harper) y varios actores más.

Todo esto dio a Centauros del desierto un ambiente amis­toso y familiar. Además, participaron en la producción algunos parientes del staff directivo. Así, un hijo de John Wayne (Pat Wayne) encarnó al joven teniente Green­hill, que dirige al final de la cinta el asalto de los Ran­gers al campamento comanche. Emparentados con John Ford estaban tres personas: su hijo Patrick, productor adjunto del filme; su cuñado Wingate Smith, ayu­dante de dirección; y su yerno Ken Curtis, que dio vi­da al personaje de Charlie, el rival de Martin en el amor por Laurie. Por su parte, Merian Cooper tenía en la producción a su mismísima esposa, Dorothy Jordan, que encarna a la mujer de Aaron, Martha Edwards. Y el personaje de la niña raptada por los comanches, Debbie, fue interpretado por dos hermanas: Lana Wood, cuando De­bbie tenía pocos años y estaba en el hogar de los Edwards, y Natalie Wood, una vez que reaparece como es­posa o novia del jefe indio Scar. Para Natalie Wood se­ría su primer gran papel.

Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 1)

Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 2)

Centauros del desierto (1956), de John Ford (parte 4)

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