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Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowski (parte 1)

Adornada con unos fabulosos efectos especiales, y presentada como una revolución en el género de ciencia ficción, la película fue un éxito de taquilla desde el primer día

Matrix (1999)

Matrix (1999). Parte 1: Formación fílmica y estética ciberpunk

· Matrix fue un éxito de taquilla, a pesar de no contar con actores con carisma (salvo Reeves) ni con unos directores famosos en el cine.

Adornada con unos fabulosos efectos especiales, y presentada como una revolución en el género de ciencia ficción, la película fue un éxito de taquilla desde el primer día. No lo consiguió por el carisma de sus actores (ninguno, salvo Keanu Reeves, llegaba a la categoría de estrella), ni tampoco por la fama de sus realizadores, unos hermanos de apellido polaco que apenas eran conocidos en el mundo cinematográfico. Fue más bien por el efecto de una inteligente campaña publicitaria y de una historia muy sugerente, con docenas de guiños a la literatura, el cine y la filosofía contemporánea. Su estética, claramente deudora de los videojuegos y del movimiento ciberpunk, ha marcado un hito en el género de la fantaciencia. Y sus planteamientos de fondo han desatado más polémicas y discusiones en internet que ninguna otra película en la historia. Sin embargo, sus directores distaban mucho de ser unos intelectuales al uso.

¿Locos, visionarios o genios en potencia?

Los hermanos Wachowsky nacieron en Chicago (Estados Unidos) a finales del baby-boom. Larry nació en junio de 1965, y Andy en diciembre de 1967. Su padre era un hombre de negocios muy ocupado. Fue su madre, una enfermera que pintaba en sus tiempos libres, quien les introdujo en el mundo de las imágenes y de la fantasía. Su infancia en Chicago quedará reflejada en sus películas. Por ejemplo, todas las referencias de Matrix a calles concretas (como la mención reiterada del cruce de Wells y Lake) existen realmente en esa ciudad.


Larry estudió en el Bard College y Andy en el Emerson College, pero ambos abandonaron muy pronto la escuela. Buscaron fortuna en el ámbito del espectáculo y trabajaron primero como carpinteros. Más tarde se dedicaron a la animación y allí lograron cierta fama. Después de escribir y dibujar las versiones en cómic de la película Hell­rai­ser (1987) para la Marvel Comics, se decidieron a entrar en el mundo del cine. Con un par de guiones bajo el brazo golpearon varias puertas hasta que dieron con la del productor Joel Silver, responsable de algunas películas de acción de los años ochenta: Comando (Mark L. Lester, 1985), Depredador (John McTiernan, 1988) o Duro de matar (McTiernan, 1989). Silver les compró su primer guión, que terminó por llamarse Asesinos y se estrenó en 1995 bajo la dirección de Richard Donner. Contaba la historia de dos asesinos a sueldo (Silvester Stallone y Anto­nio Banderas), que tiempo atrás fueron amigos y ahora se ven enfrentados porque les contratan para buscar y matar a la misma persona.

Con el único aval de ese guión llevado a la pantalla, los Wachowsky consiguieron que Silver les permitiera dirigir Sin límites (1997), una historia de dos mujeres que se deciden a robar a la mafia. En el aspecto visual la cinta prefigura la futura Matrix: todo allí parece nuevo, reluciente; ni siquiera cuando Gina Gershon aparece manchada de pintura su aspecto sugiere suciedad. La cámara se mueve suavemente y los cortes nunca son abruptos. En muchos aspectos recuerda también al trabajo de los hermanos Coen, a quienes los Wachowsky admiran abiertamente.

Después de esta cinta Larry y Andy Wachowsky se pusieron a trabajar en su siguiente proyecto, también con Joel Silver como productor. Inicialmente querían escribir el guión de un videojuego fantástico, pero poco a poco su interés se decantó hacia una película densa, con muchas referencias intelectuales, que se enmarcaba en un género literario y cinematográfico muy preciso: el ciberpunk.

La literatura ciberpunk

El ciberpunk es una de las más recientes ramas de la ciencia ficción que, a pesar de su novedad, se daba casi por extinguida a finales de los noventa, cuando esta cinta la revitalizó. Es un movimiento que retrata mundos de un futuro próximo en los que sociedades descentralizadas es­tán saturadas de tecnologías y gobernadas por empresas multinacionales. Se nutre de dos vertientes: por una parte la cyber, donde los implantes, la realidad virtual, la ingeniería genética y demás parafernalia tecnológica nos hace cuestionar los límites de la realidad y las nuevas posibilidades -destructoras, casi siempre- del organismo cibernético; por otro lado la punk, reflejo de sociedades caóticas, donde la contaminación, la violencia urbana y el individualismo feroz dibujan un futuro muy poco esperanzado. Posi­blemente, al advertir  que su oscuro retrato de sociedades, ambientes y situaciones ya no sorprendían al público, esos autores se sintieron movidos a trascender las fronteras de la ciencia ficción y eso significó el abandono de la etiqueta en sus novelas.

Por otra parte, el ciberpunk es un movimiento que se basa en una estética muy característica, sobre todo en sus comienzos. Es habitual encontrar en diferentes novelas o relatos los mismos elementos repetidos una y otra vez. El color negro, los cromados, luces de neón, ropas de cuero, gafas de espejo, etc., son algunos de esos elementos comunes. Fuera de la estética, otra de las constantes del género es el ciberespacio. Como puede verse, muy en la on­da de la futura Matrix.

Matrix (1999), de Larry y Andy Wachowsky (parte 2)

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