Titanic (1997), de James Cameron (parte 7): Un decorado “titánico”

Antes de que terminara la elección del casting, Cameron había estado batallando con la Fox la concesión del O.K. definitivo, pues sin él no podía empezar la cons­trucción de los decorados, con la consiguiente demora en el comienzo de la filmación.

Entre febrero y marzo de 1996 Cameron dio el visto bue­no a la maqueta del Titanic, de 8’5 m. de largo, que iba a ser filmada desde todos los ángulos para luego aña­dir los personajes en postproducción. En abril de ese año tu­vo ya un presupuesto aproximado, y la cifra asustó bas­tante a los ejecutivos de la Fox: los 80 millones de dó­lares se habían convertido en 125, y eso era más de lo que estaban dispuestos a asumir. Con el casting bastante avanzado, y el guion más o menos definido, el coste glo­bal de la cinta era el único punto negro que impedía la aprobación definitiva del proyecto.

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Finalmente, Cameron hizo algunos retoques (sacó de la producción algunas escenas, para realizarlas luego di­gi­talmente) y dejó el presupuesto en 110 millones. A la vista de esa cifra, el 28 de mayo de 1996 la Fox le con­cedió por fin luz verde para realizar la cinta. Y solo dos días más tarde, comenzaba la construcción del más gi­gantesco escenario que se ha realizado para el cine en los últimos veinte años.

Un escenario de 250 metros

Durante meses Cameron había sopesado diversas po­si­bilidades para filmar escenas tan complejas en su pro­duc­ción como la salida del puerto de Southampton -con mi­les de extras alrededor-, las que acontecen en la cu­bierta del barco o la larga secuencia del hundimiento. Tras desechar otras opciones, en febrero de 1996 el director y productor canadiense decidió que debían cons­truir una réplica del Titanic. Y, después de estudiar las po­sibilidades de varios países (Polonia, Inglaterra, Malta, Australia, Estados Unidos y Canadá), decidió llevarlo a cabo en México; en concreto, en Rosarito Beach, en la Ba­ja California. Los dos factores que determinaron su elec­ción fueron la proximidad a Los Angeles (Rosarito es­tá solo a tres horas en autovía) y los reducidos salarios de operarios y electricistas.

El día 30 de mayo empezó la creación del gigantesco de­corado, una vasta obra de ingeniería que tardó más de tres meses en construirse y que alteró por completo la fi­sonomía de la costa mexicana, aún hoy visible desde va­rios kilómetros de distancia. Se trataba de crear una co­pia del Titanic al 90% de su tamaño: un auténtico bu­que de 250 m. de largo y 15 de alto (desde el nivel del agua hasta la cubierta), que alcanzaría los 33 m. sobre el mar en las 4 gigantescas chimeneas. Para situarlo en un entorno marino, se creó un inmenso contenedor con ca­bida para 65.000 toneladas de agua; y en su interior se situó otro tanque de 9.000 toneladas para las secuencias parciales del hundimiento.

En el gran recinto exterior, el agua llegaba a un metro so­bre el suelo, y eso permitía que actores y figurantes pu­dieran “andar” entre las aguas del supuesto Atlántico, mientras esperaban la orden para empezar la filmación. En diversos puntos, se alzaban torres para emplazar cámaras, focos, equipos de sonido y todo el material ne­cesario para el rodaje. El conjunto era un gigantesco es­tudio de grabación de 10.000 m. cuadrados. Fuera de su perímetro se construyeron también: tres estudios de ta­maño normal, diversas oficinas, almacenes de ropa y de­corados, edificaciones para electricistas y operadores de grúas, talleres, camerinos y otras estructuras diversas. En realidad, se trataba de crear unos estudios tan gran­des como los de cualquier major de Hollywood, algo que no se hacía ya desde los años treinta.

Un escenario de 250 metros

Mientras tanto, Cameron se preocupaba también de to­do lo relativo a la decoración, pues deseaba realizar una réplica de las diversas estancias con la más completa exactitud histórica. Para ello, estudió las fotografías y los grabados que la empresa naviera había difundido en sus folletos promocionales: de allí salieron los diseños de la doble escalera de primera, el salón comedor, el café pa­risién o la sala de calderas.

Por otra parte, y gracias a la abundante documentación que se conserva, muchos elementos del atrezzo se to­maron literalmente de lo que había en aquel primer via­je del Titanic. Así, las cartas del menú son copias fie­les de las que había en el barco, y los platos y cubiertos son exactamente los mismos. Los bultos que Molly Brown acarrea al llegar al barco son de la marca Louis Vui­tton porque, según los testimonios de los supervivien­tes, muchos pasajeros llevaban bolsos y maletas de esa marca, que era entonces símbolo del glamour y la elegancia. De igual modo, los salvavidas llevaban escrito “S.S. Titanic” por­que eso es lo que se aprecia en algunas fotografías de la época (y no, como ha supuesto alguno, un guiño del di­rector al fallido S.O.S. que el Californian no escuchó).

En esa misma línea, Cameron quiso que muchas empresas que habían actuado como proveedores del Titanic ori­ginal fueran las encargadas de realizar los objetos y de­corados que iban a verse en la pantalla. Así, gran par­te del barco construido en Rosarito fue encargado a la mis­ma empresa que diseñó y construyó el buque. Y to­das las alfombras que salen en la película fueron hechas por la misma compañía de alfombras que las había hecho para el Titanic en el año 1912.

Con todo esto, el presupuesto se iba desbordando semana a semana. Ya se cifraba en unos 150 millones de dó­lares, y se temía que la desviación pudiera aumentar aún más a lo largo del rodaje. Para curarse en salud, la Fox llegó a un acuerdo con la Paramount, que puso 65 millones de dólares sobre la mesa, a cambio de un sus­tancioso porcentaje sobre los beneficios. La suerte es­taba echada, y no cabía sino esperar que la película se mantuviese a flote y no encallase en los numerosos ice­bergs, que todos presentían muy cercanos.

Titanic (1997), de James Cameron (parte 1)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 2)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 3)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 4)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 5)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 6)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 8)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 9)

Titanic (1997), de James Cameron (parte 10)

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