Bye Bye Germany: Holocausto con retranca

· No hay salidas de tono en Bye Bye Germany, Garbarski ha logrado dar a su historia el carácter semi onírico de una vieja tradición familiar.

Alemania, 1946. La primera imagen que vemos es la puerta de un campo de refugiados, del que sale un perrito de tres patas, todo un símbolo que nos acompañará hasta el final de la historia. Este campamento alberga a miles de personas, la mayoría judíos supervivientes del holocausto, que esperan abandonar ese país y -es su sueño-, emigrar a Estados Unidos. Garbarski-Bergmann cuentan, en clave de humor, la historia de David Bermann, empresario que monta un negocio para conseguir el dinero y los permisos necesarios para llegar a América. El relato tiene la estructura tradicional del tríptico de las historias deportivas o de un robo: primero, la formación de un equipo; segundo, el éxito inicial de la empresa y un misterio; tercero, el gran problema y el desenlace final.

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Sam Garbarski y Michel Bergmann adaptan para la pantalla grande dos novelas del propio Bergmann, principalmente Die Teilacher (El viajante), relatos basados principalmente en recuerdos de familia, próximos a la realidad. El resultado es una equilibrada comedia dramática que logra abordar temas que de otra manera resultarían demasiado espinosos: qué fue de los judíos que se quedaron en Europa, en Alemania; la empresa que monta David es poco menos que una estafa, pero las víctimas eran alemanes, así que no importa; ¿y los judíos colaboradores?, etc. David logró sobrevivir gracias a su ingenio y sentido del humor, y ahora, mientras él y sus amigos se dedican a la venta ambulante, debe responder a las preguntas de Sara, oficial del ejército norteamericano que debe aclarar si David fue colaborador de los nazis o no; a estos interrogatorios, como a los que sufrió de los nazis, David responde con humor, ambigüedad, e iniciando un divertido flirteo con la oficial que le interroga.

Los siete miembros del equipo tienen fuerte personalidad y un trágico pasado a sus espaldas, la interpretación es excelente, aunque sin duda sobresalen Moritz Bleibtreu y Antje Traue; la duda sobre David acompaña hasta el final, las bromas son comedidas: «Hitler ha muerto y nosotros vivimos, no lo olvidéis», dirá David para animar a sus vendedores.

No hay salidas de tono, Garbarski ha logrado dar a su historia el carácter semi onírico de una vieja tradición familiar, que se puede apreciar hasta en los falsos y nítidos colores de la fotografía, y en el vestuario -de época, pero excesivamente pulcro- que visten los actores.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Virginie Saint-Martin
  • Montaje: Peter R. Adam
  • Música: Renau García-Fons
  • Duración: 102 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: Festival
  • Alemania, Bélgica, Luxemburgo (Es war einmal in Deutschland), 2017
  • Estreno: 22.9.2017
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.