Vacío, de Sergio Martínez: Incertidumbre

· Sergio Martínez persiste a través de Vacío en su interpretación intimista de la pérdida y la búsqueda de la propia identidad.

Vacío escenifica el universo oscuro por el que deambula Luna, una joven -soberbia de nuevo Susana Abaitua– ensimismada en su mundo interior. La pieza prosi­gue la misma línea de Corazón (2016): si en esta el bos­que vertebra el relato, ahora es la urbe quien acoge las andanzas de la joven perdida.

Sergio Martínez logra en su anterior trabajo –Corazón– un impacto visual notable. Seleccionado en el catá­lo­go de «Madrid en Corto», fue, sin duda, uno de los me­jores cortometrajes del año pasado.

Su filmografía, que también incluye el muy interesan­te Echoes (2014), premio a la mejor opera prima en el Fes­tival Internacional de Cine de Huesca, formula una pro­puesta en la que destaca la mirada profunda a sus per­sonajes. Le interesan las relaciones personales y visibiliza el silencio y la soledad, en un mundo que favorece la incomunicación.

Sergio persiste en su interpretación intimista de la pér­dida y la búsqueda de la propia identidad. Ampara su cinta en una cuidada planificación formal en la que se vislumbra cierto riesgo en sus planos. Sobresale, una vez más, la sólida fotografía de Michal Babinec, quien ilu­mina ese ambiente psicodélico nocturno donde se mue­ve la joven.

Este es un trabajo visceral, que crece desde muy dentro y que, en cierta forma, sedimenta un ejercicio de ca­tarsis. Dibuja una sociedad indefinida e incompleta y de­ja al público recovecos argumentales para que complete esa ecuación existencial. Asimismo, profundiza en ese sentimiento de desesperanza que padecemos cuando avis­tamos un horizonte incierto. La huida hacia delante que refleja Corazón, se acentúa en Vacío.

La protagonista se aísla del exterior y crea una coraza pa­ra no sentir el dolor que inflige una sociedad que descuida al ser humano. El cineasta percute en el comporta­mien­to de una juventud que busca nuevos estímulos y pe­ligrosas experiencias que conducen a la nada, desvelando en última instancia el origen de esa búsqueda: la ca­rencia de cariño. Vuelca su mirada penetrante hacia ese territorio desolador donde las relaciones personales ape­nas se perciben.

El elemento interpretativo adquiere un tono de supremacía. Susana Abaitua es la dueña absoluta de la pie­za. Su mirada perdida y esos ojos que descubren la tris­teza de su rostro componen un personaje que estrecha la soledad distante, provocando instantes de emoción contenida. Así, Sergio Martínez filma una obra que reafirma su talento. Un cineasta al que auguro un bri­llante futuro.

Ficha Técnica

  • Montaje: Sergio Martínez
  • Fotografía: Michal Babinec
  • Sonido: Sergio López-Eraña
  • Dirección de Arte: Laura Requejo
  • Duración: 16 min.
  • Público adecuado: +18 años
  • Productora: Zerkalo
  • España, 2017
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