Daybreakers: 2019, la cosa se acaba

Aunque el protagonista también se llame Edward, Daybreakers es el extremo opuesto de Crepúsculo. Año 2019. La tierra se ha con­vertido en un lugar habitado por vampi­ros sedientos de sangre. Mientras tanto, la exigua población humana que queda lucha por sobrevivir en un mundo hostil.

Esta vuelta de tuerca del mito vampírico es una mezcla de ciencia-ficción, acción y pe­sadilla futurista en clave apocalíptica que, si bien está en la línea de Undead, la an­terior película de los Spierig, supone un pa­so de gigante tanto en la forma como en el contenido.

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Su riqueza en cuanto al contenido es bas­tante notable, sobre todo si se compara con otras películas del estilo. Los alemanes, en plan Gattaca, crean un mundo parecido al nuestro. La relectura que hacen del mito vam­pírico profundiza en la lucha del hombre con su mayor enemigo: él mismo. Se tra­ta de claudicar o no de la propia humani­dad.

Incluso cuando todo parece perdido, el monst­ruo todavía puede aferrarse a lo poco de humano que le queda, porque ese atisbo se­rá suficiente para vivir y morir con sentido, sin perder la conciencia de lo que se es.

El principal defecto de la cinta es cierto ma­niqueísmo en la caracterización de los per­sonajes y el planteamiento de los conflic­tos. No obstante, el guión es ingenioso y está bastante elaborado, tiene intensidad. Ethan Hawke y Claudia Karvan cumplen muy bien con su papel de dúo protago­nista.

En el diseño de producción hay un abuso de la sangre, pero bueno la peli va de lo que va y su virtud es la polisemia: sacrificio, re­nuncia, traición, violencia, irracionalidad, etc. Hay estupendos efectos especiales y un montaje de nivel.

Una sorpresa, en suma. Se ve muy bien y te da más de lo que esperas.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU./Australia, 2009
  • Fotografía: Ben Nott
  • Montaje: Matt Villa
  • Música: Christopher Gordon
  • Duración: 98 m. Adultos
  • Distribuidora: DeAPlaneta
  • Estreno: 26.2.2010
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