Godzilla

Godzilla: Esdrújulos monstruitos japoneses

Godzilla. A los 60 años de su primera aparición, vuelve el lagarto peleón. El de siempre, como la Nocilla

Yo nunca fui muy de Nocilla. Pero constaté que había amigos míos que coleccionaban los vasos que se habían tomado. Eso era a finales de los 60, cuando Starlux, la del Doble Caldo, había inventado este chocolate untable, con el lema «Nocilla, qué merendilla..»

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En los 123 minutos de Godzilla pensé en la Nocilla y en todo lo que rima en illa. Porque la película es de las que te deja espacio y libertad. Mucho y toda. Afortunadamente, las butacas eran cómodas y la versión que elegí en el pase de prensa 3D era inglés sin subtitular. Ver esto en una silla y con los diálogos en castellano ya habría sido masoquismo grado tres cinturón negro.

El hueco entre las apariciones de los bichos peleones lo llenan actores conocidos intentando batir el record de las interpretaciones más absurdas de sus carreras, poniendo caritas de pasmo cada vez que les dicen que en la pantalla azul está saliendo el bicho.

Habrá quien vibre con este género catastróficomonstruil. Lo espero, porque me caen bien los de la Warner. Y la película les ha salido por un pico, 160 millones, mediando un acuerdo con los dueños de Toho que tiene los derechos de la franquicia. El director es el británico Gareth Edwards, que venía de hacer Monsters, que tenía su interés como cine apocalíptico de personajes.

Y fijense, que para acabar, he obviado la rima sencilla. Uy, no. Horror. Sí. Pero los hay peores.