Manchester frente al mar: Tantas devastaciones

· Manchester frente al mar es la historia de un hombre devastado por un terrible suceso que, después de muchos años, sigue quemando la tierra que pisa.

Detrás de una de las películas indies que ha aspirado al Oscar está Ke­nneth Lonergan (Nueva York, 1962), un cineasta con so­lo tres películas como director: la pri­mera fue la notable Puedes contar con­migo (2000), gran premio del Jurado en Sundance y que aspiró al Oscar al guion; la segunda, en 2011, Margaret, no funcionó bien. Lonergan ha trabajado como guionista y su­yos son los libretos de Una terapia pe­ligrosa (1999) y Gangs of New York (2002).

Aun siendo muy distinta y claramente inferior a Manchester frente al mar, Moonlight tiene más de un punto de conexión: las dos ahondan en las relaciones fraternales y en los dos títulos sobresale un guion cuidado y una buena dirección de actores.

Manchester frente al mar es la historia de un hombre devastado por un terrible suceso que, después de muchos años, sigue quemando la tierra que pisa. Y quizás, mejor dicho, no es solo un hombre devastado, es el retrato de una familia, de un pueblo, de una comunidad devastada por la tristeza, la amargura y la culpa. Manchester frente al mar es una de las películas más tristes que recuerdo. Con una tristeza que se pega a los huesos del espectador desde el primer fotograma -cuando todavía no sabe por qué el protagonista es un muerto en vida- hasta el agridulce final.

A pesar de tanto desconsuelo, la pe­lícula -producida por Ama­zon Studios y con Matt Damon y John Krasinski entre los productores- se ha colado en to­dos los premios porque es muy notable. Y lo es, fundamentalmente, por un magní­fi­co guion y un actor sobresaliente. Lonergan dosifica maravillosamente una historia que, en manos de otro, po­dría quedarse en un melodrama televisivo.

Consciente de que el material que tiene es ni más ni menos que el dolor insuperable de un hombre, decide no solo contar esta congoja sino inyectársela en vena al espectador. Y lo hace como se hacen estas cosas: despacio, muy lentamente y desde la distancia corta, acercando al protagonista hasta casi hacerlo salir de la pantalla.

Lonergan, como le ocurre en el resto de sus películas, se arriesga con el metraje -dos horas largas son muchos minutos para un drama intimista-, pero cocina de tal forma su historia, con tal intensidad y mimo, que la película resulta absorbente y solo pierde un poco de fuelle y coherencia en la subtrama de los escarceos sexuales del sobrino. El resto es sólido y consistente como una roca. El montaje de Jennifer Lame (Mistress America, Frances Ha) asume unos riesgos impresionantes con unos insertos que podrían dañar la progresión y lo que hacen es fortificarla. La música de Lesley Barber, que ya trabajó con Lonergan en su opera prima, funciona como un amplificador del mundo interior de los personajes, con un manejo espectacular de temas clásicos de Haendel, Albinoni y Massanet.

De todas formas, este consistente guion sería poco creíble sin una interpretación como la de Casey Affleck. Es increíble lo que consigue este joven actor, cargándose a las espaldas toda esa enorme angustia y haciéndonos creíble, cercano y real un personaje con muy poco arco de transformación. Porque, que nadie se engañe, que nadie espere encontrar una historia de redención. Recuerden que hablamos de un hombre arrasado. De un auténtico muerto en vida que deambula como un fantasma en un mundo en el que no existe la esperanza. Lo dicho, la película más triste de la cartelera.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Jody Lee Lipes
  • Montaje: Jennifer Lamme
  • Música: Lesley Barber
  • Duración: 135 min.
  • Público adecuado: +18 años (X)
  • Distribuidora: Universal
  • EE.UU. (Manchester by the sea), 2016
  • Estreno: 3.2.2017
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