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Ocho apellidos catalanes

Una secuela descafeinada, un suma y resta para un fenómeno de la taquilla

Ocho apellidos catalanes (Emilio Martínez-Lázaro, 2015)

Ocho apellidos catalanes: Fotocopia fallida

· Ocho apellidos catalanes: Esta vez ni los chistes tienen tanta gracia ni se percibe esa frescura y cierta novedad que se veía en la versión vasca.

Ocho apellidos vascos fue casi como el gol de Iniesta. Un fenómeno nacional. Batió todos los récords de taquilla y, hace solo unos días, confirmó que lo suyo no había sido un espejismo cuando aglutinó -esta vez ante la pantalla pequeña- a millones de españoles. Y lo de que no hay dos sin tres ya se vio que hay que demostrarlo pero que, en el cine, no hay un éxito sin secuela es casi una verdad de fe. Como es casi otra evidencia que una secuela sacada del mismo molde siempre será una copia y probablemente peor que el modelo.

El molde -decíamos- es el mismo, se trata de reírse de los nacionalismos, en este caso del catalán. Amaya ha dejado al sevillano Rafa por un novio catalán y se van a casar en una masía… si los vascos (verdaderos y adoptados) se lo permiten. En su momento escribí que Ocho apellidos vascos era una sucesión de chistes de vascos y andaluces… bien contados. Esta vez ni los chistes tienen tanta gracia ni se percibe esa frescura y cierta novedad que se veía en la versión vasca.


Estos apellidos son mucho más Emilio Martínez Lázaro que Borja Cobeaga. Desde el inicio, con esa chusca escena que parece salida del rancio cine de destape setentero, hasta todo el desarrollo, mucho más centrado en la trama romántica que en el conflicto autonómico. En este sentido, conscientes quizás de que la cuestión catalana está para pocas bromas, la película es infinitamente más light que su antecesora. Para no pisar ningún callo, el guion traslada el conflicto independentista a un paisaje de ficción, lo que le quita gran parte de las aristas al tema… y también le quita mucha gracia.

En ese paisaje de vodevil simpático-sentimental los personajes parecen bastante más perdidos que en la película anterior. El duo catalán –Berto Romero y Rosa María Sardá– está sosísimo (que ya es delito siendo quienes son) y hasta Dani Rovira parece, a ratos, ausente. Hay una excepción que se llama Karra Elejalde y que salva la película. Suyos son, con diferencia, los momentos más inspirados y divertidos de Ocho apellidos catalanes. Lo demás, un suma y resta.

Ficha Técnica

  • Montaje: Ángel Hernández Zoido
  • Música: Roque Baños
  • Duración: 99 min.
  • Público adecuado: +16 años (DX)
  • Distribuidora: Universal
  • España, 2015
  • Estreno en España: 20.11.2015
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