Ocho apellidos vascos: Gora Betis
Ocho apellidos vascos | Divertida comedia que transforma el dramatismo de los nacionalismos y antinacionalismos en un conjunto de chistes vascos y andaluces muy bien contados
Borja Cobeaga demostró en Pagafantas que poseía un innegable don para escribir y dirigir comedias sencillas que quizás no pasen a la historia del cine, pero que son bienvenidas en cualquier viaje en el AVE (que es la prueba del algodón de que una comedia funciona).
En este caso, Cobeaga solo es el autor del libreto pero no hay duda de que la película es mucho más de él que de Emilio Martínez Lázaro. La historia de Ocho apellidos vascos es muy simple: Rafa se enamora locamente de Amaia. El problema es que Rafa es sevillano, cofrade y bético y Amaia una vasca de pura cepa que no piensa renunciar a sus raíces y costumbres. En resumen, una guerra de sexos y de acentos en su sentido más clásico.
Cuando se tiene un argumento tan sencillo, sin apenas subtramas y con un planteamiento que se despliega casi por completo en los primeros diez minutos, el problema es o bien estirar el chicle hasta romperlo y contruir una historia lineal de poco recorrido, o bien enmarañar el argumento exagerándolo y sumando topicazos (esta, por cierto, es la opción de casi todas las comedias desinhibidas en las que a mitad de metraje empiezan a aparecer amantes, hijos secretos, traumas sexuales o todo junto).
El inteligente guión de Cobeaga salva bien este escollo y, aunque estira el chicle, consigue que la narración avance gracias a una sucesión de gags hilarantes, muy centrados en los estereotipos, básicos y televisivos a veces (como el que da nombre a la película), pero de indudable eficacia.
No resulta fácil, y menos con la que está cayendo -en cuanto a susceptibilidad autonómica- lo que ha hecho Cobeaga en Ocho apellidos vascos: tocar todos y cada uno de los puntos que enervan -probablemente con razón- a unos y otros (desde el lenguaje hasta las fronteras) y poner la llaga en lo ridículo que son algunos de los planteamientos excluyentes o incluyentes de muchos.
La cinta es una crítica -aparentemente bienhumorada pero no por eso menos contundente- a la cerrazón de los españoles y a nuestra tendencia al prejuicio y la etiqueta. Lo de menos es que sean vascos o andaluces (aunque esta película solo la habría podido escribir un vasco… o quizás un andaluz). La película no habla del nacionalismo, habla de cómo la rica variedad y diferencia entre españoles puede llevarnos al enfrentamiento (como sucede actualmente) o al amor (como lleva siglos pasando y continúa ocurriendo). Por otra parte, que nadie se engañe, no hay que olvidar que estamos ante una comedia que aborda temas difíciles -como la kale borroka– desde una perspectiva humorística. No hay ni medio discurso, porque en este caso sobra.
Para sostener la película, Martínez Lázaro ha contado con dos veteranos actores, Carmen Machi (Perdiendo el Norte, Kamikaze) y Karra Elejalde (Invasor, También la lluvia) -soberbio-, y dos actores más jóvenes, Clara Lago (Ahora o nunca, Fin) -que en el conjunto no desentona demasiado aunque sus limitaciones como actriz son evidentes- y el popular monologuista Dani Rovira (B&b, de boca en boca), que sale airoso en su debut en la pantalla grande.
Además de un par de momentos deshilvanados y algo chuscos (marca Martínez Lázaro), a la película le sobra lenguaje malsonante, en cierto modo justificado porque la acción transcurre en Euskadi y los vascos ya se sabe, pero en cualquier caso repetitivo.
Ficha Técnica
- Dirección: Emilio Martínez-Lázaro,
- Guion: Borja Cobeaga, Diego San José,
- Intérpretes: Clara Lago, Karra Elejalde, Alberto López, Alfonso Sánchez, Carmen Machi, Dani Rovira,
- Fotografía: Kalo Berreidi
- Montaje: Ángel Hernández Zoido
- Música: Fernando Velázquez
- Duración: 95 m.
- Distribuidora: Universal
- Público adecuado: +16 años (X-D)
- España, 2014.
- Estreno en España: 14.3.2014